martes, 6 de julio de 2010

La Iglesia católica y la ciencia.

LA IGLESIA CATÓLICA Y LA CIENCIA

Desde sus mismos comienzos la Iglesia ha mostrado que el Logos, palabra griega que es la raíz de lógica, es decir la Sabiduría de Dios, habita en ella, iluminando al mundo con sus ricos tesoros. Así tenemos, como primerísimos antecedentes, a los apóstoles, rudos e incultos pescadores de Galilea, dando profundos y sabios sermones y respuestas al pueblo de Israel, pero más asombrosamente aún, a los maestros y sacerdotes de este, dejándolos boquiabiertos y maravillados(Hechos 4:13); fueron las primeras piedras de un gran edificio que se iría levantando a través del tiempo, cuyos siguientes pasos verificaron estos mismos apóstoles con sus epístolas y evangelios (compuestos también por discípulos directos suyos), verdaderos tratados teológicos e históricos, incomparablemente más lógicos y racionales que la mayoría de los escritos de su tiempo. Pero sin duda, el gran exponente de estos primeros tiempos fue el apóstol san Pablo, que podemos calificar como el primer gran teólogo de la historia de la iglesia; el Señor le concedió una alta sabiduría(2 Pedro 3:15), con la que no solo desarrolló y profundizó articuladamente la doctrina cristiana sino que rebatió contundentemente la oposición de los judíos y los retóricos griegos, demostrando la superioridad sapiencial de la revelación de Cristo (Hechos 17:16-34; 1 Corintios 1:17-2:16). En efecto, estas características son patrimonio único de la revelación cristiana, pues no vemos en ninguna otra religión ni corriente de pensamiento humana, en la historia de la humanidad, desarrollar tan rápidamente una escuela doctrinal propia, tan profunda y original, que se fue imponiendo en medio de la oposición del sistema teórico más encumbrado de la antigüedad, el sistema griego. Sí, porque en esto constituyó la historia de la iglesia en lo adelante, desde el punto de vista científico, en tomar los elementos más inspirados del pensamiento griego, junto a la rica y apreciable herencia judía, como hiciera el apóstol san Juan en su evangelio y en el Apocalipsis, y sobre todo san Pablo en sus epístolas, y a la luz y novedad de la revelación de Cristo, exponer lo más acabada y perfectamente su doctrina; en esto consistió la Patrística y después la Escolástica.
Muy importantes fueron los aportes de estas etapas de la iglesia al pensamiento del hombre. La Patrística vino a confirmar que la revelación de Dios es lo verdaderamente más lógico a lo que puede aspirar el hombre, y que no solo se puede relacionar con la más alta filosofía sino que es el cumplimiento supremo de su búsqueda de la verdad, y así, poco a poco, los padres de la iglesia fueron convirtiéndose en los principales exponentes del pensamiento de toda esa etapa, cuyo ejemplo supremo fue san Agustín, creador de lo que después se daría en llamar filosofía de la historia.
A la par de esto, las definiciones dogmáticas de la iglesia, propuestas en sus concilios, iban estableciendo conceptos cada vez más abstractos y complejos, como el de la Santísima Trinidad, la definición de las naturalezas divina y humana en la persona de Cristo, que contribuirían al desarrollo del pensamiento de este tipo en el hombre de estas regiones influenciadas por la iglesia, dándole continuidad a esto la Escolástica, produciendo un amor a la sabiduría y al conocimiento, que se observa de manera especial en los monasterios de algunas ordenes , lo cual trajo como resultado, ya desde antes, el renacimiento carolingio(anuncio y anticipo del posterior), notable y considerable auge y desarrollo de las artes y ciencias bajo el impulso y dirección de Carlomagno; el grandísimo e incomparable aporte de la creación de las universidades, como resultado también del amor a la enseñanza que la iglesia venía mostrando desde ya hacía tiempo con la creación de escuelas de oficio y de índole instructiva para bien del clero y del pueblo, y finalmente como resultado de todo el surgimiento de hombres de eminentísima ciencia como san Anselmo, san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino, cumbre del pensamiento en esta etapa y para algunos de toda la historia de la humanidad; coronándose también con la construcción de magníficos templos y de grandiosas catedrales góticas, que todavía hoy son el asombro y admiración del mundo entero, algo así como los rascacielos de hoy en día, pero más ricas en arte.
De esta forma como consecuencia lógica, tuvo que surgir en Italia, centro del cristianismo, el Renacimiento, que tomó todo el desarrollo y potencialidades sembrados en el hombre europeo hasta ese entonces, ejercitados en el culto de lo divino fundamentalmente, para manifestarlo en las artes y ciencias humanas; cierto es que junto con ello tomaron auge corrientes paganas, pero esto era inevitable de cualquier forma cuando irremediablemente viniera la desacralización de la sociedad, la autonomía de lo civil y lo religioso, para bien de la iglesia y de la sociedad; por lo cual aún con el precio a pagar que siempre trae la libertad, el saldo fue muy positivo, se dio un impulso a la ciencia, la técnica y las artes, incomparable, que puso a Europa a la cabeza del mundo, y que fue el paso decisivo hacia la modernidad ; pero surgió solamente donde la luz de la iglesia brillaba con mayor intensidad, beneficiándose los hombres no solo en lo religioso, que es lo principal, en lo teológico-salvífico, sino también en lo filosófico, científico, artístico, político, social y económico. Por eso tuvo que surgir ahí y no en otro lugar; y que no se diga que fue fundamentalmente por la herencia de los clásicos griegos, puesto que los árabes se habían apoderado primero de todos esos textos, y aún cuando lograron algunas cosas notables, fruto también de su ingenio, no lograron ni tuvieron un Renacimiento; ni tampoco se diga que se debe a la herencia que dejó el imperio romano, porque la parte oriental estaba aún bajo el peso del mismo, que dominó allí hasta ese entonces, y no produjo tal revolucionario acontecimiento; solo donde el influjo de la verdad de Dios reinaba se pudo dar semejante fruto.
En seguida, como consecuencia, surgieron grandes genios y grandes descubrimientos, que revolucionaron una vez más el mundo, el católico Gutemberg creó la imprenta moderna, René Descartes, discípulo de jesuitas, se constituyó con su duda metódica en padre del pensamiento moderno, padre de la filosofía y la ciencia moderna, al descubrir con su geometría analítica que las matemáticas son y deben ser el lenguaje natural de la física, el sacerdote polaco Nicolás Copérnico fue autor de uno de los hitos más grandes de la historia de la ciencia con su teoría heliocéntrica; sin embargo aún no se comprendía del todo la autonomía de las ciencias seculares de la ciencia sagrada, y tuvo que darse el incidente con Galileo para que la iglesia comprendiera que el camino y los objetivos de ambas son diferentes, se complementan, no se excluyen, ambas buscan la verdad por diferentes vías y de diferente forma; no obstante el tiempo a demostrado que en su afán por la verdad, ambas están relacionadas y se necesitan, pues la teología en su estudio y conocimiento de Dios necesita el auxilio de las ciencias seculares, para la mejor y más exacta comprensión de la obra de Dios, como la historia, la arqueología, la geografía, la astronomía, la biología y otras muchas, al mismo tiempo las ciencias seculares necesitan de la teología si en verdad quieren dar luz y sentido genuino a sus trabajos, que con todos sus esfuerzos no pueden escapar de sus grandes limitantes para alcanzar una verdad general e integral, al ocuparse fundamentalmente del aspecto material de la Creación y recibir de este prácticamente toda su información, siendo a todas luces insuficiente en un mundo que continuamente evidencia un horizonte mucho más grande y trascendental, pues en un universo casi infinitamente grande, casi infinitamente complejo y variado, es casi un infinito absurdo decir que todo es obra del azar y la casualidad, entre otras muchas cosas que necesitan la asistencia de lo divino para llenar vacíos y lagunas inexplicables, y para dar además una correcta y fundamentada ética a este mundo científico, y que no cometan groseros errores y violaciones contra el propio ser humano y contra toda la Creación, como son los intentos de clonación de seres humanos, los abortos, los experimentos con embriones humanos, la “creación” de microorganismos y sustancias dañinas en función de la guerra química y bacteriológica, y el daño al ecosistema con el ataque al medio ambiente entre otras cosas.
Así pues tenemos, que demostrada la compatibilidad entre fe y razón, y en correspondencia con esta histórica convicción suya, la iglesia en continuidad con su más auténtica tradición ha seguido dando desde entonces hijos ilustres, que han marcado pautas en la historia de la ciencia secular, y han sido de paso, no por casualidad, iniciadores de nuevas teorías y ramas del saber, como antaño lo fueron Descartes y Copérnico; aún cuando no es su misión ni su objetivo dedicarse a estas ciencias, sino en la medida de que nada humano le es ajeno, y que la Sabiduría de Dios, de que es custodio para enrumbar las almas en el recto camino de la salvación, irradia hacia los demás campos de conocimiento del hombre, mostrando el Señor que le interesa toda su vida, aunque en sus manos entregó desde el principio el conocimiento y dominio de la Creación(Génesis 1:28), por lo que el ejercicio de gobierno, industria, desarrollo y transformación de la Creación, con todos los conocimientos científicos que esto implica le pertenece al hombre, aún cuando la Sabiduría de Dios interviene para asistirlo y coronar sus esfuerzos en momentos puntuales; como cuando Luis Pasteur, fervoroso católico, padre de la microbiología, descubrió toda la incidencia de los agentes patógenos en las enfermedades del hombre, dando un salto decisivo en la comprensión de los microorganismos y su relación con el hombre, especialmente con sus enfermedades, posibilitando un gran avance en bien de la salud humana; así también el cubano Carlos J. Finlay rezando el rosario fue iluminado acerca del papel del mosquito aedes-aegypti como agente transmisor de la fiebre amarilla y otras enfermedades, de igual manera el monje austríaco Gregor Mendel, padre de la genética, dio los primeros pasos en la comprensión de los caracteres hereditarios, tan importante para una exacta y profunda comprensión de toda la vida sobre la Tierra, su origen, su variedad, sus características propias, la forma en que se transmiten, echando por tierra simples concepciones mecanicistas; como también el padre belga Georges Lamaitre fue el creador de la teoría cosmológica del Big Ban o Gran Explosión, la única con varias comprobaciones experimentales, en detrimento de otras, por lo que es la mayormente aceptada, asestando un duro golpe a los errados dogmas materialistas de la eternidad de la materia y cosas como estas.
Esta teoría ya tenía antecedentes eclesiásticos, mostrando su inspiración divina, cuando el padre Zerchi, desde el observatorio del Vaticano, en las decenas finales del siglo XIX, fue el primero en observar los distintos colores que las estrellas tomaban según la edad que tenían, por lo que pudo intuir que el universo no era un ente estático, sino que tuvo un origen y estaba en expansión, uno de los presupuestos básicos de la teoría del Big Ban. Así pues comprendida la lección del proceso de Galileo, la iglesia respalda ahora el progreso de la auténtica ciencia secular sin ningún temor, absolutamente segura de la verdad, y que la verdad no puede contradecirse a sí misma, pues Dios autor de las Escrituras y de la Creación nos habla por ambas vías de distintas cosas y de distinta forma, pero todo procede de Él en donde no hay contradicción, y solo nosotros los hombres nos contradecimos al interpretar ambas lecturas, por lo que hombres de iglesia, prestos y capacitados para este servicio, son instrumentos de la Sabiduría de Dios para develar sus misterios.
Por eso la iglesia, alejándose de las posiciones fundamentalistas de las sectas, hijas de Lutero, que opuso la fe a la razón, a interpretado los primeros capítulos del Génesis, que hablan del origen del universo, de la vida y del hombre, con verdadero criterio científico, o sea desde la ciencia sagrada o teología, y desde las ciencias seculares, como un mensaje de alta sabiduría teológica, que es su objetivo, que no pretende darnos información de las otras ciencias que corresponde a los hombres ejercer y descubrir, sino en todo caso tangencialmente; por lo tanto el texto es de un género literario complejo, pues no es estrictamente histórico-narrativo, sino que siendo de una gran riqueza y profundidad teológica, se usan muchas imágenes, alegorías y símbolos, que ha llevado a decir a muchos que es un poema, y es que en verdad, en función de transmitir mensaje tan espiritual y complejo hay más de una licencia, y muchas imágenes, por lo que el texto podía clasificar como teológico-histórico-poético-alegórico. Esta clasificación valdría sobre todo para los tres primeros capítulos, a partir del cual hay reminiscencias de esto pero con lenguaje un poco más directo, hasta el capítulo doce, a partir del cual hay un cambio franco de estilo, pasando a ser más puramente histórico-narrativo.
En el primer versículo hay ya una gran revelación, sobre todo teológica, pero también física;”en el principio”, pues hay un principio, como nos muestra el Big Ban, principio que san Juan retoma en su evangelio(Juan 1:1), para decirnos que el Verbo, la Sabiduría de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad, que encarnó en Jesucristo, estaba en ese distante momento con el Padre y con el Espíritu dándole inicio a la Creación, el texto del Génesis lo muestra en verdad como algo distante que originó primero los cielos(el universo), y derivó después en la Tierra, a la que llega enseguida, pues es el centro de su mensaje en este primer capítulo, porque es el centro del universo, no porque lo sea físicamente, sino mucho más que eso, espiritual y teológicamente, porque es donde Dios va a crear la vida y al hombre a imagen y semejanza suya, lo que hace a la Tierra el centro espiritual del universo, y todo lo demás en él está en función suya, ella es la verdaderamente importante en todo este inconmensurablemente grande universo, por eso se narra cómo desde ella y para ella, por eso aunque esa luz primera que irrumpe en la oscuridad de los primeros tiempos, es obviamente la del sol, no se habla de él y los otros astros hasta el cuarto día, pues nada puede anteponerse al protagonismo cimero de la Tierra; los días obviamente no son de veinticuatro horas aunque reiteradamente se nos propone así de manera poética, con la frase “y fue la tarde y la mañana”, para presentarnos a Dios también de manera antropológica, como un trabajador humano que labora todo el día, descansa en la noche, y así durante seis días, descansando el séptimo.
Después hace Dios que a través de esa irradiación solar se evapore una enorme masa de agua, un abismo de agua, por medio de lo cual deja lista la atmósfera terrestre con sus diferentes capas, expresado con los únicos términos que un hombre de aquel tiempo podía, ”haya una expansión en medio de las aguas y separe las aguas de las aguas”, obsérvese que ya el universo había sido creado desde el principio, este nuevo cielo del que se nos habla aquí, relacionado directamente con la Tierra es lo que viene a ser toda la atmósfera terrestre; después cuando las aguas estuvieron a nivel adecuado pudo descubrirse la tierra firme, apartando y limitando las aguas a los océanos y mares, y así creciera en ella toda la vegetación, solo después se nombran los astros del cielo, haciéndose marcada mención de estar en función de la Tierra por todo lo antes dicho, ”son lámparas o lumbreras para apartar el día de la noche, para señales de días, años, y estaciones”. Sigue en magnífica consecución, concordante con la ciencia moderna, la creación de los animales acuáticos, terrestres, y como corona de toda la Creación el hombre, distinto esencialmente de todos los demás(a imagen y semejanza de Dios), algo que se comprueba a diario y que las ciencias seculares no alcanzan a demostrar en toda su magnitud, por estar limitadas fundamentalmente a lo material, algo en lo que sí el dato bíblico-teológico es muy superior, original y único, que debiera ser muy atendido como otras capitales enseñanzas teológicas en las que no es objetivo de este trabajo detenerse como merecen, por estar relacionado sobre todo con las ciencias seculares. De esta forma termina la Creación de Dios en “seis días”, incluyéndose el séptimo, día de descanso, dentro del ciclo, para valorar al máximo el descanso como parte integral de la vida de trabajo del hombre, en que además de reponer sus fuerzas, a de dedicarse por encima de todo a su Creador, comprendiéndose por otra parte que Dios no necesita descanso y mucho menos de veinticuatro horas, sino que referido a Él, este “día de Dios” representa todo el tiempo desde que creó al hombre hasta que vuelva hacer nuevos cielos y tierra, o sea todo este tiempo de miles de años sin hacer grandes obras de creación hasta que haga “nuevos cielos y tierra nueva en los que more la justicia” (2 Pedro 3:13), hasta que llegado el final de los tiempos destruya este gran universo, gran obra suya, pero infestado y corrompido por el pecado (Romanos 8: 19-22), Y haga uno nuevo y muy superior para morar con sus hijos y herederos(Romanos 8: 17; Apocalipsis 21: 1-7).
Seguidamente, en el segundo capítulo, no se contradice al primero como hay quienes han dicho, sino se toman las cosas desde otro plano, ahora ya no se trata de la Tierra como centro espiritual y teológico del universo, sino del hombre como centro espiritual y teológico de la Tierra, ahora con licencias típicas de la literatura de este texto, se pasa rápidamente por encima de toda la creación del universo hasta llegar al hombre, como anteriormente se había hecho con la creación del universo hasta llegar a la Tierra(Génesis 1:1), y se resume la idea diciendo así “estos son los orígenes de los cielos y la tierra cuando fueron creados, el día en que Yahvé Dios creó los cielos y la tierra…” (versículos 4 y 5 ), o sea resume la idea al máximo y lo pone como algo distante, muy distante de este plano nuevo en que se va a crear al hombre, y se le llama a todo el tiempo de creación antes del hombre “el día” ; ahora toda la Creación está en función del hombre, y como este no ha llegado aún no llueve ni crece la vegetación, claramente se está evidenciando que ha pasado una gran cantidad de tiempo hasta la llegada del hombre, y que ha habido un cambio importante en la Creación, que ha evolucionado hacia un mundo óptimo para la llegada de este, que tiene rasgos paradisíacos, y que está preparada esperando la llegada de ese hombre, “de la misma tierra brota un agua que la riega”, esta imagen sirve para esa otra imagen fuerte de Dios como un alfarero haciendo del barro al hombre, para lo cual necesita agua; a partir de ahora todo es creado en función del hombre, el hombre es el centro de toda la Creación, se le crea un jardín, que refuerza la idea de un mundo paradisíaco para bien suyo, y allí se le crean las mejores y óptimas condiciones, porque esta Tierra fue creada para el hombre inicialmente en un estado muy superior que en el que ha degenerado después de la primera desobediencia o pecado original; hay abundantes ríos por todos lados garantizando la fertilidad, árboles y plantas de todo tipo para su alimentación, y animales de todo tipo para su compañía, aunque ninguno llena su ser, pues solo la mujer, un ser esencialmente igual a él (sacada de su costado), que lo complementa, de manera que juntos forman la especie humana, puede ser una verdadera e ideal compañera, la imagen de la costilla es tiernísima y muestra la profunda intimidad e indisolubilidad de la pareja humana, del matrimonio, reafirmada con los versículos derivados de ella “esta es hueso de mis hueso y carne de mi carne…..por lo tanto dejará el hombre a su padre y a su madre(porque es mayor la intimidad, el amor y el llamado para con su mujer) y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne” (una sola persona).
Después, en el capítulo tres ,se nos narra la bendita relación de intimidad que tenía la primera pareja humana con Dios su Creador, como es lógico, pues para eso fue creado el hombre, estando en un estado de plena inocencia(estaban desnudos y no se avergonzaban), lo cual fue la envidia del diablo(Sabiduría 2:24), que quiso sembrar en la mujer(el lado más débil), y por ella al hombre, la misma soberbia, orgullo y altivez que lo llevó a condenación, lo que Dios permitió para probar la obediencia y fidelidad de sus amadas criaturas, a su Buen y Amoroso Creador, que como un Padre había sido y era con ellos en todo; desgraciadamente el hombre y la mujer prefirieron la soberbia de ser como dioses y ser tan sabios como su Creador, conociendo por ellos mismos lo que es bueno y lo que es malo, perdiendo así su estado de inocencia, entrando por esto el pecado en el mundo, la desobediencia que corrompió la naturaleza humana (fueron abiertos sus ojos y conocieron que estaban desnudos), pero Dios mostró entonces las superabundantes riquezas de su misericordia para con todos nosotros sus criaturas, prometiéndonos a todos un Salvador y junto a Él una madre corredentora[auxiliadora perfecta en la Redención (versículo 15)], para que por Él tengamos vida, y por ella nos sea más fácil el camino a Él.
Después de todas estas inestimables revelaciones, comprendemos el valor único e insuperable de la ciencia sagrada, de la teología, en pro de que el hombre conozca las verdades más profundas y trascendentales de su existencia y de la vida en general, por lo cual las Sagradas Escrituras no se detienen en datos sobre las ciencias seculares, que no solo pertenecen al campo de trabajo del hombre, sino que por lo mismo, aunque con límites ,están a su alcance, y aunque de gran valor no tienen el carácter decisivo y único que para la persona humana, para su trascendencia, su moral, su dignidad y misión únicas, tienen los datos de esta otra ciencia sagrada, que solo pueden ser reveladas por nuestro Creador, por lo que trabajando ambas en cooperación, respetándose cada una su lugar, y aún más auxiliándose debidamente en todo lo que sea necesario, pueden dar juntas el conocimiento de la verdad y la felicidad que necesita el hombre.
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1 comentario:

Rodolfo Plata dijo...

BREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO: La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad del raciocinio para hacer juicio justo de nuestras creencias, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad mediante el discernimiento de los textos bíblicos. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación para indagar “si es verdad o es mentira” que los textos bíblicos son palabra de Dios. Enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordados por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y los místicos hindúes. Sabiduría védica instruida por Buda e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas mayores (Abraham y Moisés), no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales que orienta a los místicos; es por ello, que la respuestas del dios de Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico; el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo __ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, es un semillero del mal OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, delirios, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo hipócrita, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual.