martes, 31 de agosto de 2010

eL PROTESTANTISMO Y EL MISTERIO DE INIQUIDAD

EL PROTESTANTISMO Y EL MISTERIO DE INIQUIDAD

El misterio de iniquidad, como lo nombra la Escritura en 2 Tesalonicenses 2:7, es toda la obra de maldad que Satanás viene haciendo en el mundo contra la iglesia, desde que ésta apenas nació, y que se verifica en tres grandes formas, las persecuciones violentas y físicas, causándole martirios, torturas y aflicciones de este tipo, representado en un inicio por el poder religioso judío y seguidamente por el poder civil romano, y que se ha seguido verificando a lo largo del tiempo en otros poderes civiles, políticos y religiosos enemigos de la iglesia; las corrientes de pensamiento engañosas que desde el mundo se levantan contra la verdad, propuesta por ella, intentándola penetrar, y que no pocas veces lo logran, representado en la antigüedad por el sistema de pensamiento griego, y en la posteridad por tantas filosofías y corrientes falsas; y finalmente, la forma fundamental y más peligrosa, el surgimiento de herejías dentro de su mismo seno, tergiversaciones impías y malignas del verdadero mensaje entregado a ella por el Señor, que le han acompañado desde los primeros tiempos de su historia.
Esta última es la fundamental y decisiva, por cuanto la iglesia puede y está llamada a sufrir la hostilidad de este mundo regido por Satanás, ya sea con sus mentiras, ya sea con la violencia, pero mientras se mantenga intacta en su condición, no solo no pierde su integridad, sino que se perfecciona y es testimonio y gloria para Dios.
Sin embargo, las herejías si son especialmente dañinas porque atentan contra su pureza, corrompen la constitución misma de su ser, derivando seguidamente en toda suerte de malas prácticas. Por esta razón los apóstoles dedicaron siempre especial atención a la advertencia y lucha contra las herejías, como lo hiciera Nuestro Señor, combatiendo a los fariseos y advirtiendo sobre las contaminaciones de los falsos profetas en su rebaño (Mateo 7:15-23).
Precisamente, a partir de este texto, tenemos el concepto de falso profeta que el Señor introduce, y que nos alumbra, confirmándonoslo en otros pasajes, sobre quiénes son estos personajes. El versículo 15 nos enseña claramente que son hombres que intentan pasar por cristianos, por auténticos cristianos (vestidos de ovejas), pero que en realidad son lo contrario, son enemigos feroces del auténtico cristianismo (lobos rapaces). Por esto en el capítulo 24 de este mismo evangelio, Nuestro Señor nos insiste en que nadie nos engañe(versículo 4), pues haciendo un sintetizadísimo resumen de la historia del mundo y de su iglesia, desde ese momento hasta su segunda venida, nos dice que primero vendrán los fanáticos impostores, que ante la proximidad de la destrucción de Jerusalén y dispersión del pueblo judío en general, empezarán a hacerse pasar por mesías, por el salvador prometido por Dios para los judíos, según ellos lo veían, y arrastrarán a muchos incautos tras sí, lo que aprovecha para advertirnos contra estos personajes, que siempre surgirán ante la posibilidad de algún tipo de cataclismo o guerra, fanáticos que hoy también los conocemos, de sectas de todo tipo, que ante la menor eventualidad abruman a los hombres con toda clase de malos augurios; esta destrucción de Jerusalén, y las sucesivas guerras, enfermedades y cataclismos que se sucederán en la historia, son principio de dolores y nunca la venida misma de Nuestro Señor, que está signada por otros eventos de carácter religioso(la predicación del evangelio verdadero en todo el mundo y la posterior aparición del Anticristo), es su reinado y señorío con vara de hierro sobre las naciones para consumar el plan divino(Salmo 110; Salmo 2).
Pero también de manera paralela, se irá desarrollando el misterio de iniquidad, en un principio matarán a los apóstoles, iniciándose una era de martirios, tribulaciones y odio contra los cristianos bajo el imperio romano; seguidamente el Señor apunta a lo que más señala el desarrollo del misterio de iniquidad, los tropiezos, traiciones y odios que surgirán en muchos y entre muchos, que traerán a su vez el surgimiento de muchos falsos profetas, y la multiplicación de la maldad, con la consecuencia directa del detrimento del amor y los valores más sagrados entre los hombres; pero el que permaneciere, el que se mantenga en la fe original de los apóstoles, dada por ellos a la iglesia católica, el que permanezca firme sin dejarse influenciar por todo este desarrollo diabólico de la maldad, se salvará(versículo 13).
O sea, que un paso decisivo en el desarrollo de este misterio de iniquidad será el surgimiento masivo de estos escandalizados, que tropiezan y se traicionan y odian mutuamente. La Escritura no da ninguna justificación ni atenuante para ello, simplemente hace énfasis en su total responsabilidad y en su absoluta culpa, debido a su falta de fe (en contraste con los del versículo 13), por la que no comprendieron la doctrina y prácticas de la iglesia, que podían ser bien distinguidas de los abusos que pudieron haber sido cometidos. Por tanto todos estos escandalizados, autoproclamados reformadores, tropezaron, dieron un decisivo paso en el desarrollo del misterio de iniquidad, crearon cada vez más divisiones y un escándalo peor que el que ellos decían combatir, produciendo enemistades, odios y traiciones entre ellos mismos, y el surgimiento continuado de una estera de falsos profetas que aún hoy no se ha detenido, hombres y mujeres que diciendo ser enviados de Dios, enseñan nuevas y cada vez más pérfidas doctrinas en correspondencia al desarrollo cada vez mayor del misterio de iniquidad.
Es por esta multiplicación de la maldad en el mundo que muchos creerán en estos falsos profetas, y el amor de muchos se enfriará; lo que quiere decir que traerá perjuicios directos a los hombres y a su sociedad, como lo hemos podido ver en el curso de la historia de Europa después de la irrupción del protestantismo, especialmente en Alemania que fue cuna de este movimiento. Después de las largas luchas religiosas y políticas que dejaron desbastado su suelo como causa directa de la llamada Reforma, se dieron en ella varios movimientos intelectuales insólitos; en el siglo XVIII surgió el racionalismo en la crítica textual bíblica, que pretendió acabar con la autoridad de las Escrituras, y que quiso penetrar en la iglesia católica y hasta cierto punto lo hizo, ante lo cual el papa San Pío X se pronunció severamente; también se empezó a desarrollar un neopaganismo germánico de distintas variantes en filósofos como Fichte, Schelling, Schopenhauer y especialmente en el que llegó a la cúspide de la maldad: Nietzche; este, hijo de pastores protestantes, no por casualidad, lleno de dureza, resentimientos y otros bajos sentimientos, ha sido sin duda el intelectual más confesamente anticristiano y diabólico que ha existido, con una exaltación maligna de la fuerza, la violencia y la impiedad, se opuso a la humildad, compasión y misericordia cristianas, matizándolo con el delirio del paganismo germánico, todo lo cual sirvió de base ideológica al más satánico movimiento que ha habido sobre la tierra, el movimiento nazi.
De igual forma el protestantismo fue el origen de un proceso de secularización extremo, que ha desembocado en una Europa casi totalmente descristianizada y consumista; era necesario pues un proceso de secularización sano de aquella sociedad teocrática de la edad media, pero que si hubiera sido hecho bajo la tutela de la iglesia católica se hubieran podido conservar mucho más los valores cristianos, como sucedió cuando irrumpió el Renacimiento en Italia y de ella a todo el continente, que fue modernizándolo sin que perdiera su esencia y matriz cristiana aún cuando la sociedad necesariamente se desacralizaba.
Fueron estas pues las consecuencias del orgullo, la rebeldía y los principios individualistas de estos supuestos reformadores, que llenaron con sus falsedades todo el norte de Europa; sin embargo sus principios y sus personas por ende, ya habían sido condenados por la Escritura en la segunda epístola del apóstol San Pedro, la roca de la iglesia, de cuya comunión se separaron, el cual les dejó claro su veredicto, “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”(2 Pedro 1:20-21), lo que equivale a decir que en las cuestiones básicas, esenciales y fundamentales de la fe, como es aquí la segunda venida de Cristo, es necesario y correspondiente someterse al criterio de la iglesia, al criterio con que el Espíritu fielmente asiste a la iglesia por tratarse de algo decisivo para la salvación, y nunca anteponer a este testimonio una interpretación particular, privada, apartada y contraria a este testimonio eclesial, pues sería humana y por ende herética, esto es lo que el apóstol proféticamente dice dará lugar a los falsos maestros dentro de la iglesia, continuadores de los falsos profetas del antiguo Israel, para los que expone un largo y triste cuadro de condenación(capítulo 2); y es que el mismo dando el ejemplo, a pesar de ser el pastor supremo de la iglesia en la tierra, cuya responsabilidad el Señor le declaró, como él lo recuerda(2 Pedro 1:12-15; Juan 21:15-17), no antepone la gran visión de la Transfiguración, que el Señor le dio junto a Santiago y a San Juan, como muestra de su gloria, con la que vendrá en su segunda venida y que toda la iglesia conocía, al testimonio de la Escritura esclarecida por el Espíritu Santo a la iglesia, sino que pone esto último como testimonio más seguro para la fe en este trascendental y decisivo acontecimiento(versículos 16 al 21), dando así muestra de lo muy superior y escritural del criterio objetivo católico, obediencia al testimonio histórico de la iglesia, testimonio del Espíritu, sobre el criterio subjetivista e individualista protestante, fe en la interpretación privada de cada individuo, testimonio del hombre. El peligro de este criterio subjetivista se ha hecho patente en el decursar del tiempo; después no se ha tratado solo de una interpretación particular del texto sagrado sino en imponer a los demás como regla de fe y testimonio a creer, ser seguido y obedecido, supuestas visiones, llamamientos y misiones conferidas privadamente, dando lugar a sectas cada vez más extrañas y apartadas de la iglesia y del único y auténtico cristianismo que ella porta, así se han hablado de visiones de ángeles y de falsos mesías, cumpliéndose la profecía de Nuestro Señor, así han surgido los adventistas, el bando evangélico de Gedeón, los mormones, los testigos de Jehová y otros tantos, como muestra de la continuidad del desarrollo del misterio de iniquidad. Por último, y no porque sea la última secta que haya aparecido ni mucho menos, el movimiento pentecostal, que surgido a principios del siglo pasado en los Estados Unidos, meca de las sectas, ha crecido con más fuerza, y está como invadiéndolo todo; este movimiento es puesto en la Escritura como la cumbre del misterio de iniquidad, un movimiento que lleva el subjetivismo y la anarquía protestante hasta el delirio y la locura, dando paso al poder del Maligno, al cual Dios permitirá en los últimos días que se manifieste plenamente en la persona del Anticristo y del Falso Profeta, por lo que en el citado capítulo 24 del evangelio de San Mateo, el Señor pone como principio del fin la manifestación sacrílega de este hombre de pecado ante los judíos(versículo 15) y todas sus siguientes manifestaciones de gran poder para tratar de arrastrar el mundo tras sí, y tratar de engañar si fuere posible aún a los escogidos(versículo 24), para lo que el Señor usa nuevamente el término “falsos profetas”, que ya había utilizado en el versículo 11, para relacionarlos con todos los impostores que se levantaron a lo largo del tiempo a partir de esa fecha de los tropiezos masivos, añadiendo aquí “falsos Cristos” puesto que se trata de dos personajes supremamente diabólicos, llenos del poder de Satanás, cumbres de todos los falsos Cristos y falsos profetas de la historia, englobándolos a todos, siendo ambos a su vez falsos Cristos y falsos profetas, porque aunque uno es el líder, más político, con afán de imperio sobre el mundo, por lo que se presenta como verdadero salvador(falso Cristo), todo lo hace con un fuerte propósito y cobertura religiosa, presentándose como enviado de Dios(falso profeta), y después como Dios mismo, mientras que el otro es el netamente religioso, que todo lo hace en función de la adoración del primero, de sus aspiraciones de dominio mundial y de figurar como el verdadero salvador del mundo, de modo que también es un falso Cristo que dice tener la salvación del mundo en la mano, haciendo que todos se rindan ante el Anticristo y lo adoren, y es el falso profeta a su vez por excelencia, porque se presenta como la suprema voz y mensaje de Dios, llevándolos al más nefasto engaño, apoyado en el gran poder de sus señales(Apocalipsis 13).
Por último, el texto de Hechos 20: 28-30 es más que claro y elocuente, afirmando la doctrina católica de siempre, contra la que también sin cesar se han levantado los protestantes. San Pablo nos muestra como la iglesia es entregada a los obispos, como sucesores directos de los apóstoles en el gobierno y en la responsabilidad de adoctrinamiento de ésta, pero sabe que vendrán estos lobos rapaces de que habla Mateo 7:15, que harán daño al rebaño del Señor, y que de la mima iglesia saldrán algunos de estos impostores.
Por tanto podemos ver la conexión que establece la Escritura, para conceptualizar y definir a los falsos profetas, entre el texto de Mateo 7:15-23, donde se nos habla de sus prácticas y presunciones engañosas, el juicio del Señor, y su destino eterno, Mateo 24:4-24, texto básico, donde se nos habla de su desarrollo en la historia como expresión del misterio de iniquidad y Apocalipsis capítulo 13, donde se nos muestra su manifestación plena y consumada en el mundo, pasando por 2 Pedro 1:20-2:22 y por este texto de Hechos 20-28-30, que nos brindan detalles y características.
Así pues, solo podemos concluir, diciendo con San Pedro, la roca de la iglesia, un texto proféticamente alusivo a ellos, que han basado sus doctrinas fundamentales en erradas interpretaciones de las epístolas del apóstol San Pablo: “y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.”(2 Pedro 3:15-18).
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