APOCALIPSIS: Profecía de todas las épocas.
Juan David Martínez Pérez
Prólogo
Con este presente libro se pretende aclarar el divino mensaje contenido en esta revelación sin par, la cual es todo un monumento por su contenido y por la forma de expresarlo, teniendo la misma un considerable grado de dificultad que ha envuelto el mensaje con un velo de misterio para la inmensa mayoría de sus lectores, creyentes o no.
Por esto he sido movido a tratar de esclarecer de la manera más exacta posible la verdad de esta gloriosa y maravillosa revelación, que ha mantenido la atención de tantos que quizás no comprendiendo cabalmente el mensaje pero intuyendo o creyendo su veracidad, conocen del probado cumplimiento de algunas de sus profecías.
Por otra parte, ante la grandeza y excelencia espiritual de esta revelación, no es posible ni honesto decir que se ha hecho la absoluta y perfecta interpretación, pero sí que se ha tratado con la inigualable e incomparable ayuda y asistencia del Espíritu y con la bendición de Dios nuestro Padre, de Jesucristo, nuestro Señor, y de la Virgen, nuestra Madre, de ser todo lo fiel que se ha podido a la verdad contenida en esta revelación suprema de la Palabra de Dios.
Es oportuno destacar que para la complementación precisa y adecuada del presente libro es muy aconsejable acompañarse en su lectura de las Sagradas Escrituras, de la Biblia, como común y universalmente se le conoce, ya que es precisamente un libro de interpretación de uno de los tantos que contiene este libro de Dios, estableciéndose en el presente la relación existente entre todos los que componen el mismo, y muy especialmente con este que nos ocupa, por lo que para una mejor comprensión, teniéndolo a nuestro lado, podemos buscar todas las referencias que de él se encuentran.
Juan David Martínez Pérez
CAPÍTULO 1
El libro desde sus comienzos, con sus primeras palabras, nos plantea una enseñanza teológica, enseñanza que se encuentra explícita o sugerida en otras porciones de las Escrituras, pero que en este libro, como libro resumen de toda la Biblia, de sus enseñanzas esenciales, se nos plantea una vez más y claramente.
El texto dice que Dios el Padre hizo la revelación de este libro a Jesucristo, nuestro Señor, pudiéndose interpretar a primera vista que Él no sabe todas las cosas igual que el Padre, sin embargo, lo que se quiere mostrar es que el Padre es la cabeza del mismo Cristo, como se nos enseña en 1ª Corintios 11:3; de donde se genera todo, de donde primero sale toda sabiduría, toda luz, toda idea y que en Cristo se expresa y se manifiesta al mismo tiempo por ser la Palabra de Dios, Hijo de Dios, consustancial con el Padre, Dios verdadero. El texto quiere indicarnos también que tanto en el Padre como en el Hijo está la intención de revelar todos estos hechos que muestran la victoria de Cristo sobre el mundo, sus gobiernos y especialmente sobre los imperios que surgen como potencias malignas que pretenden perpetuar el mal, como el imperio romano y el imperio del Anticristo, poderoso y esperado enemigo de los días finales, cuyo imperio como el romano sucumbirá ante el poder y señorío de Cristo, como el texto para consuelo de los primeros y posteriores discípulos se complace en mostrar.
El mensaje es enviado a Juan de parte del Señor por medio de su ángel, expresión que nos indica levemente el señorío de Cristo, que tiene todos los ángeles bajo su poder y autoridad, y un ángel personal, íntimo, que lo puede representar en su nombre a semejanza del ángel de Yahvé respecto a Yahvé.
Juan es el discípulo conocido en toda la provincia romana de Asia y entre todos los cristianos, toda una institución en el cristianismo, el discípulo amado que solo con su nombre sencillamente, es más que reconocido, el apóstol, que además era, de todos, conocido que había dedicado gran parte de su tiempo y ministerio en esta provincia de Asia.
Del mensaje se nos dice reiteradamente que pronto ha de suceder para que calmemos nuestra ansiedad y estemos siempre atentos a los acontecimientos, si recibimos el mensaje con fe, sabiendo que cientos y miles de años son como un día o como unas horas de la noche (Sal 90.4) para el Dios eterno, así estos hechos decisivos para la historia de la humanidad y para toda la eternidad, es poca cosa si se deciden en dos mil o dos mil doscientos años.
Hay felicitaciones por tanto para los que leen o escuchan este mensaje profético en las iglesias de Asia y en todas las iglesias de la única iglesia universal y viven conforme a sus enseñanzas y profecías.
Juan continúa dándoles la bendición a las iglesias en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre es identificado con el "Yo soy" del Éxodo 3:14, que significa eternidad, que siempre ha existido; es, ha sido y será siempre, y nuestro futuro, el futuro del pueblo de Dios, lo compartirá con nosotros, cerca de nosotros, junto con nosotros, por eso dice "ha de venir". El Hijo es reconocido como el testigo fiel por cuya fidelidad hasta la muerte fue el primero que la venció resucitando con poder y es ahora Señor de todo y gobierna sobre todos los que gobiernan en este mundo, lo cual nos sirve de inigualable ejemplo, para que sepamos que si le somos fiel hasta la muerte también reinaremos con Él sobre todo. El Espíritu es mostrado en su plenitud y perfección divina (siete), que como otra persona en Dios se envían saludos y bendiciones de su parte junto a los del Padre y del Hijo.
El amor de Cristo por todos los hombres y por su iglesia fue sin límites y es resaltado como obra redentora, su muerte fue en sacrificio para que creyéndolo nosotros seamos limpiados con esa sangre, de nuestras culpas y pecados, y sobreabundando en su amor, no sólo nos perdonó sino que hizo de los que creen un pueblo santo que comparte su sacerdocio, autoridad y gloria (reyes).
Y he aquí que vendrá gloriosa y universalmente y todo el mundo lo verá, todos los pueblos, el pueblo judío y todos los que le negaron (los que lo traspasaron), y llorarán por su muerte, llorarán entonces con dolor, con duelo, se darán cuenta en esa hora que mataron o negaron al Santo, al Dios amor, justo y misericordioso, al Mesías Salvador y Rey del género humano, y será el fin de esta historia del hombre, Dios Padre que la inició el día que lo creó (Alfa) le pondrá punto final (Omega) con la venida de su Hijo a este mundo, después de lo cual comenzará una eternidad de gloria para los que creyeron y obedecieron y de condenación para los que vivieron de espalda a su Creador.
Después de esta breve introducción Juan nos adentra en la revelación como tal relatándonos en primera instancia la circunstancia en que se encontraba cuando comenzó. Se hallaba desterrado en la isla de Patmos, a donde lo enviaron las autoridades romanas por predicar el evangelio de Jesucristo, pero un día de la resurrección del Señor, un domingo, estaba en el Espíritu, lleno, rebosado, embriagado por Él, como le sucede a los cristianos cuando viven en intimidad y comunión viva con el Señor (Efesios 5:18), experiencia en la que muchas veces se dan grandes revelaciones por situar a la persona en la postura espiritual correcta (Hechos 10:10). Estando así pues, escuchó una voz muy poderosa a sus espaldas que le ordena poner por escrito las visiones que se le presenten de la misma manera que en el Antiguo Testamento buscaba Dios dejar siempre constancia escrita de su Palabra a los profetas, pues era Palabra para su tiempo y para todas las épocas; así esta revelación tiene como destinatario inminente las siete iglesias de Asia, pero su trascendencia va más allá del cielo y la tierra, como nos dijo el Señor, "el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24:35).
Juan se volvió a la voz de este poderoso ángel que le presenta directamente la visión, y vio siete candeleros de oro que representan a las siete iglesias en cuestión, que son luz como los candeleros portan luz y que a la vez por ser siete, símbolo de plenitud y perfección, representan a toda la historia de la iglesia universal, el número es tan perfecto que lo abarca todo, Jesús está en medio de ella, en medio de su iglesia, mirando, escudriñando todo (en medio y con ojos como llamas de fuego), ejerciendo su sacerdocio con su absoluta santidad, lo cual es representado con la vestidura hasta los pies, con el cinturón de oro a la altura del pecho y los cabellos blancos.
La calidad de la pureza de la naturaleza del Señor, de su esencia, es comparado con el fuego, por eso sus pies que se dejan ver después de su vestidura tienen el color y el brillo del fuego, son como bronce acabado de purificar en un horno ardiente y por eso también sus ojos son como llamas de fuego; su voz tan potente nos muestra la magnitud de su poder, su palabra es tan penetrante como espada aguda de dos filos, y el resplandor de su gloria es comparado con el del sol en su momento máximo.
La influencia de su poder es tan grande que desmaya a Juan, de la misma manera que a Daniel con el ángel de su revelación (Daniel 8:17-18; 27), sin embargo, en esta ocasión además de ser un ángel poderoso está representando la potencia, la fuerza y la gloria del mismo Señor.
Es tocado con poder (mano derecha) para que se incorpore, una vez vuelto al sentido se le exhorta a no temer ante este poder, lo cual es una reacción humana normal ante una potencia que tanto nos sobrepasa, pero que viene del Señor de la historia (primero y último), que todo lo tiene bajo su dominio y poder, la vida y la muerte de todos, pues para eso murió y resucitó, para ser Señor de todos los muertos y de los que viven (Romanos 14:9), y por eso se lo dice a Juan, para que sepa que no va a morir, lo que también le asomó a Daniel (Daniel 10:16-19), sino que Él que tiene la autoridad sobre la muerte y el infierno presente (Hades), que decide cuando puede o no llegar la muerte a las personas, y si van a este lugar de condenación u a otro lugar, lo llama para que escriba todo el mensaje profético, lo que es del presente, y lo que es del futuro, y le da la seguridad a los ministros de Dios, los obispos, que en esta época presidían cada iglesia (Hechos 20:28), y a los presbíteros que lo hacen hoy (ángeles), que sus ministerios y sus vidas están bajo el poder del Señor, guardados, protegidos, bendecidos por el poder del Señor (diestra), extendiéndose también esta seguridad para todo ministro que sirva al Señor en cualquier otro ministerio, que son todos como ángeles, enviados por el Señor para ayudar al pueblo de Dios a alcanzar la salvación.
El propósito del Señor con esta revelación de sus atributos y gloria, es que la iglesia se asegure en medio de todas las tribulaciones, en su misión en este mundo, se afirme en el valor, sabiendo que el Señor y Rey de todo es su protector, esté dispuesta aún al martirio porque su Señor murió pero resucitó a una vida de gloria que promete a todos sus discípulos, se santifique plenamente porque su Señor es santo y tremendamente puro y está en medio de su iglesia escudriñándolo todo con ojos muy puros y penetrantes al igual que su Palabra con que traspasa todo y vence al mal.
CAPÍTULO 2
Comienzan los mensajes a las iglesias en este segundo capítulo, el mensaje a la iglesia de Efeso es el primero de los mensajes a las iglesias, era la más antigua de todas ellas y la más antigua de toda Asia, su origen se remonta a los tiempos del apóstol Pablo, quien la fundó en su viaje y estancia apostólica en esa ciudad (Hechos 19:1-12), la cual era además la más importante de toda Asia.
En el mensaje el Señor se le presenta con los atributos suyos presentados en la visión anterior que convienen a la situación particular de esta iglesia, y de esta misma manera lo hace también con las demás iglesias.
Así pues le dice a la presente, que Él que sostiene a su iglesia y ministros con su poder, con su presencia y su vigilancia, no puede dejar a una iglesia suya caída, no deja sin su ayuda, poder y gracia, a los que se han deslizado hasta caer del perfecto agrado a Dios, no sea que caigan definitivamente y desaparezcan como iglesia. El Señor le reconoce su capacidad de trabajo, su paciencia, su celo para con los cristianos malos, mediocres, para con los falsos apóstoles, que llegan a la iglesia haciéndose pasar por tal y reclamando para sí esa autoridad. Era una iglesia que ya tenía años, tenía conocimiento, cierta experiencia, tradición, y celo doctrinal, que obviamente le venían de su fundador, de los colaboradores de este y del posterior trabajo del apóstol Juan, por lo que también rechazaban fuertemente a los nicolaítas, una secta que promulgaba la libertad y la gracia hasta el punto del libertinaje, el desenfreno y el pecado, como ya había profetizado Pedro en su segunda epístola (2 Pedro 2) y que Judas constata su existencia ya para su tiempo en cumplimiento de la profecía de Pedro (Judas 3-23).
Con todo esto y por lo mismo, Dios le señala la gravedad de su pecado, es una iglesia que ha tenido grandes gracias y que correspondientemente debe dar mucho fruto, porque "al que mucho se le dé mucho se le demandará" (Lucas 12:48), pero sin embargo ha perdido el fervor del principio, ha perdido la intensidad, el calor, el deseo del Señor de los comienzos, por tanto y en resumen han perdido el amor al Señor de sus inicios, ya no son la misma iglesia y el Señor les pide arrepentimiento y vuelta a las primeras obras, a buscarle como le buscaban, a orar y ayunar como al principio (Hechos 13:3-14:23), a meditar continuamente en el mensaje del Señor y sus apóstoles, poniéndolo por obra, alabando al Señor en todo tiempo (Efes 5:19-20).
Pero por todo esto, es esta la iglesia perfecta para representar a la iglesia del tiempo de los apóstoles a la altura del año 95 aproximadamente, ella representa el estado general de las iglesias de este tiempo en ese momento, iglesias fundadas por los apóstoles que ya finalizando el primer siglo tenían celo con su doctrina pero habían perdido su empuje.
La declaración que se repite en todos los mensajes de que "el que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias", es reveladora de que la intención es amonestar no solo a la presente iglesia sino a todas las que en su tiempo y a lo largo de las épocas estén en una situación semejante, porque estos mensajes como Palabra de Dios y profecía que son, no solo tienen lo particular de ser como una muestra de las iglesias de toda una edad que quieren representar, sino que tienen aplicación para cualquier iglesia, que en cualquier edad, independientemente de la generalidad de su época, pueda estar atravesando por situación parecida.
Todos estos mensajes a las iglesias comenzando la revelación nos dejan la clara enseñanza de que es la iglesia el centro de atención de Cristo, su pueblo, su cuerpo, medio por Él creado, bendecido y santificado para salvar a la humanidad, es por eso la iglesia una de las protagonistas de esta revelación.
La otra frase que se repite, "al que venciere" y que en el caso de esta iglesia está acompañada con la imagen del árbol de la vida, nos muestra que la vida en Cristo es de combate y lucha, contra el mal que está en nosotros, el pecado que toma ocasión por la debilidad de nuestra carne, y contra el que nos asedia desde fuera de nosotros por las tentaciones de Satanás y la influencia de este mundo regido por él; todas estas fuentes de mal se relacionan estrechamente y nos combaten al unísono, ante lo cual para poder vencer necesitamos cooperar con la gracia de Dios, con valentía y obediencia, para que lo sobrenatural, lo del Espíritu, tome por completo nuestras vidas y podamos salir victoriosos con la fe, el amor y la esperanza necesarias ante la fuerte oposición del maligno, por lo que la vida cristiana se trata de un reto no apto para cobardes y de ahí la insistencia del Señor en esta frase llamándonos a ser valientes, porque solo los que así se comporten podrán vencer, y sólo estos podrán heredar las promesas.
La figura del árbol de la vida nos lleva al pasaje de la caída del hombre, con la cual le fue negado a este el acceso a aquel, sin embargo se le promete en esta iglesia a los que venzan, siendo una forma de decirles que a los que se levanten de esa caída, de ese desliz, a los que se repongan y vuelvan a la espiritualidad del principio les será dada como herencia la salvación.
Los combates y el valor del cristiano deben ir todavía bastante más allá, y lo especificamos porque no solo aparece permanentemente en los siete mensajes a las iglesias sino directa o implícitamente en otros pasajes de la revelación. Satanás además de atentar contra nuestra santidad, nos crea situaciones y circunstancias contrarias, difíciles, peligrosas, por lo que debemos asirnos con todas las fuerzas al poder de Dios para con el coraje necesario pasar por encima de todas estas contrariedades y tribulaciones que Dios permite para probar nuestra fe. Existe también y muy importante la necesidad de entereza para vencer nuestros temores, nuestros complejos, orgullos y vergüenzas, para que de esta forma por el auxilio del Espíritu salgamos de nosotros mismos para dar el evangelio a los demás con el denuedo, amor y fe indispensables.
A la iglesia de Esmirna se le presenta Cristo como el Señor de la historia que todo lo tiene bajo su poder y que venció la muerte; producto de las tribulaciones que había soportado ya la iglesia y una más dura que le sobrevendría, en la que había peligro para la vida de sus miembros.
Era además una iglesia muy pobre que padecía por esto grandes necesidades, sin embargo el Señor les conforta con la afirmación de que son ricos para él, pues su fidelidad y pertenencia a Cristo les había acarreado dificultades con las autoridades por las intrigas y mentiras de los judíos, como sucedió con el mismo Señor y después con los apóstoles, como se ve en el libro de Hechos (Hechos 13:44-52; 14:2-5;19), esto había incidido en su situación económica pues eran mal vistos en la ciudad y le tenían un cerco que les impedía su acceso y participación normal en la vida económica de la ciudad. El Señor les da también la comprensión de que ellos son los verdaderos judíos, verdadero Israel y pueblo de Dios, y esos que se llaman judíos y que se le oponen con el orgullo de ser pueblo de Dios, no tienen derecho ni a llevar la denominación de judíos pues son ahora congregación de Satanás, instrumentos suyos al oponérsele a la iglesia. Todos los que permanezcan fieles obtendrán el premio de la vida eterna y nada tendrán que ver con la condenación (segunda muerte). Los diez días de tribulación simbolizan un tiempo corto bajo el poder de Satanás, pues su duración se cuantifica en días.
La etapa de la iglesia universal que esta iglesia quiere representar es esa fase de continuos conflictos de la iglesia con las autoridades romanas en el dominio de este imperio, siendo las persecuciones y pruebas no tan generales en el tiempo sino por etapas (diez días) habiendo en ellas más o menos mártires.
Prosigue el Señor presentándose a la iglesia de Pérgamo, con su Palabra penetrante y poderosa conque vence toda corriente que en la iglesia se aparta de la sana doctrina, toda desviación de la verdad. El Señor le reconoce su firmeza y fidelidad en medio de una ciudad altamente contaminada por el culto a los ídolos, la más corrompida con la idolatría en toda la región y el imperio en su momento (trono de Satanás), por lo que la presión y aún el hostigamiento que existía contra los cristianos era muy fuerte, llegando a tal punto la hostilidad que perdió la vida por causa de su fe y fidelidad a Cristo el fiel discípulo Antipas. La situación era muy difícil pues la idolatría comenzaba a ser parte de la política del imperio al instituir el culto al emperador como a un dios, en lo cual Pérgamo tenía la vanguardia.
Pero no obstante todo esto, el Señor le señala su tolerancia y falta de intransigencia con los que quieren introducir la idolatría en la iglesia, esos que por cobardía no estando dispuestos a dar su vida por Cristo participan también de la idolatría de la ciudad y tratan hasta de arrastrar a otros (doctrina de Balaam). Tienen también tolerancia con los nicolaítas que como ya se vio en la iglesia de Efeso plantean un libertinaje en la fe incompatible con la verdad cristiana. Su tolerancia consiste lógicamente en permitir dentro de la iglesia corrientes, doctrinas y personas contrarias a la fe de la iglesia.
El Señor llama al arrepentimiento a la iglesia ante esta falta, para que asumiendo la postura correcta estirpe este mal, pues de lo contrario intervendría él con su poder que se expresa con la Palabra de autoridad y mando que sale de su boca para combatir a los malos.
Como los alimentos ofrecidos en las fiestas idólatras eran usados como motivo para tratar de llevar a los cristianos a esos lugares, usando como justificación que no contaminan espiritualmente, aunque el apóstol Pablo sí dijo que contaminan si se toman directamente de un sacrificio ofrecido (1ª Corintios 10:14-22), o también los puede contaminar si los lleva a participar de fiestas en nombre del dios emperador, el Señor les ofrece a los que venzan esa tentación un alimento muy superior, un alimento celestial, del reino de los cielos, que probarán los que lleguen a él, que serán suyos para siempre, lo que es simbolizado con la piedrecita blanca con el nombre nuevo, que se usaba en esa ciudad como señal de pertenencia de una persona a otra.
La iglesia de Pérgamo nos representa esa etapa en que los cristianos se iban concentrando más y más en Roma, hasta que una gran parte de ellos, una mayoría se puede decir, circulaban por la ciudad, entre otras cosas porque la iglesia de Roma era el faro del mundo cristiano, su crecimiento, su prestigio, autoridad y liderazgo eran aceptados e indiscutidos.
En este contexto los conflictos con las autoridades romanas eran cada vez más serios, el rápido crecimiento de los cristianos en todas las esferas y ámbitos de la capital imperial y la incompatibilidad de sus esencias hizo que este enfrentamiento llegara a ser cruento, pues coincidía con el protagonismo de la iglesia y los cristianos en Roma, que esta ciudad pasaba a ser el centro de la idolatría en el imperio (trono de Satanás), los martirios eran más que frecuentes lo que es sugerido discretamente con el martirio de Antipas.
Al mismo tiempo no faltaban quienes estando en la iglesia, por cobardía preferían practicar una actitud conciliadora con la idolatría e intentaban justificarse doctrinalmente y convencer a otros (seguidores de Balaam), no faltando tampoco los antiguos partidarios, pues venían de bastante tiempo atrás, de sectas que proponían una vida relajada dentro de la vivencia cristiana (nicolaítas).
La iglesia estaba siendo tolerante con estos grupos ya desde este tiempo al no combatirlos con todo el rigor y la insistencia requerida que eliminara de dentro suyo estas corrientes.
Continua la revelación con el mensaje a la iglesia de Tiatira, a la que el Señor se le muestra con toda la calidad de su pureza, su mirada y naturaleza son como fuego que quema todo lo impuro, y es que si bien son notables las cualidades de la iglesia en amor, fe, servicio, perseverancia y capacidad de trabajo en aumento, su tolerancia como una falsa profetisa que obra en la iglesia impunemente son incompatibles con el ser de Cristo, su cabeza y Señor.
La mujer por medio de falsos mensajes proféticos que enunciaba en la congregación, trataba de introducir una doctrina tolerante con la idolatría y el desenfreno sexual, que en este caso era el motivo para llevar a los cristianos de esta ciudad tras los ídolos. Era esta una mujer que nunca se volvió a Cristo sino que estando en medio del pueblo de Dios era extraña a él (Jezabel), su verdadera pertenencia era a esas mujeres prostitutas que a través de su oficio arrastraban a los hombres al culto idolátrico, como era su cometido y en lo que tenían su ganancia, todo lo cual pretendía ella hacer con los cristianos simulando ser una sierva y ministro de Cristo, para que así con ese liderazgo cumplir su objetivo, que en parte estaba logrando al tener fieles discípulos (hijos) y otros que coqueteaban con sus enseñanzas (adúlteros). Las advertencias del Señor no se hacen esperar para ella y para todos estos seducidos; sobre ella vendrán fuertes plagas y enfermedades que la imposibilitarán totalmente para toda su actividad, para los que coquetean con ella por querer hacer de la vida cristiana un camino ancho y fácil echando de sí la cruz del Señor se le enviarán tiempos difíciles a no ser que tengan un sincero y verdadero arrepentimiento de sus obras adúlteras, y para los que son irreconciliables seguidores de estas enseñanzas vendrán las castigos más duros e irreversibles, para sacarlos de en medio de la iglesia por completo, por su traición definitiva al Señor. Con esta demostración de su poder quedará confirmado en las iglesias que solo Cristo es capaz de conocer lo que de verdad hay en el hombre y no cualquiera que pretenda hacerlo como esta falsa profetisa, y esto además como demostración de que Él pagará a cada uno según lo que haya hecho (2ª Corintios 5:10).
Sin embargo, para los que han permanecido fieles, distantes de esas manifestaciones profundamente satánicas como reconocen los mismos que la siguen, no habrá pena ni castigo ninguno, solamente los exhorta el Señor a ser fieles hasta el fin.
Al que así persevere hasta el fin de sus días se le dará compartir la autoridad de Cristo sobre el mundo, sobre las naciones, y recibirán gloria semejante a la de Cristo (estrella de la mañana).
Esta iglesia nos representa todo un estado espiritual que en la iglesia universal duró mucho tiempo, siglos pasó en esta situación más positiva que negativa pero que por no vencer lo contrario, el mal a la larga triunfó aunque fuera temporalmente, pues la iglesia cayó seguidamente en un estado mucho peor que causó muchos males para ella misma y para el mundo, la enseñanza es clara, el mal en cualquier lugar donde se encuentre y más aún en la iglesia debe ser atajado inmediatamente y nunca ser tratado con tolerancia. La tolerancia con el mal ha sido la causa primera de todos los demás males que penetraron en la iglesia.
Desde que la iglesia halló la paz con Roma lo que en primera instancia fue un triunfo, poco a poco se fue convirtiendo en una pesadilla, la penetración de personas y corrientes mundanas en la iglesia (Jezabel), sin real conversión, valiéndose de esa vocación de universalidad de la iglesia, mal tratada cuando supone el sacrificio de su pureza, traicionó sus principios y fue minando su integridad; esta situación se mantuvo hasta fines del primer milenio, después de lo cual se fue gestando un proceso que desembocó en una etapa realmente mala. Pero, sin embargo, como ya decíamos, con todo y estos problemas esta etapa tiene un saldo positivo para la iglesia, pues fue una etapa donde se emprendió con mucha fuerza la evangelización. Después de aumentar el trabajo evangelístico dentro de los marcos del mismo imperio, una vez vencido este, se prosiguió con todas las tribus del norte convertidas en naciones con el tiempo, con lo cual se evangelizó toda Europa y otras naciones del cercano oriente y norte de África (tus últimos trabajos más que los primeros), que fueron después llevadas al Islam. Además en la mayor parte de la iglesia como nos muestra el texto, sobrevivía aún el espíritu del evangelio, de fe, amor, servicio y paciencia.
La amplia conquista de naciones por la iglesia para el evangelio en esta etapa está claramente insinuada en el texto con la referencia a la "autoridad sobre las naciones" (verso 26) señalando el rumbo universal seguido por la iglesia en esta etapa.
CAPÍTULO 3
Comienza el capítulo tres con el mensaje a la iglesia de Sardes, a la que el Señor se le presenta como el que posee tanto el Espíritu de Dios como a los ministros de Dios (siete estrellas), para mostrar que Él es la fuente de ambos y por tanto ambos deben tener una relación muy estrecha. Los ministros de Dios, los que presiden las iglesias, deben ser hombres con fuerte presencia y vida en el Espíritu, sin embargo no sucede así como el ministro de esta iglesia, con este obispo a quien el Señor le declara estar muerto, su vida en el Espíritu era nula y por tanto su iglesia estaba muerta salvo unas excepciones, pues ella siempre refleja lo que existe en sus líderes y por eso los mensajes se dirigen a ellos para referirse a sus congregaciones. La exhortación del Señor es clara hacia la necesidad de que esta iglesia vuelva a sus fuentes, a lo transmitido por los apóstoles tanto por sus palabras como por sus escritos ["lo que has recibido y oído" (Reina Valera)], y a vivir conforme a esta regla arrepintiéndose del pésimo estado espiritual en que ha vivido, volviendo a la oración perseverante y a la mirada atenta a la venida del Reino de Dios.
No se puede obviar que la mayor responsabilidad con la situación de la iglesia la tiene el mismo que la preside y por eso principalmente el mensaje se dirige personalmente a ellos. En estos casos en que el obispo y pastor de la iglesia no encauza correctamente a su rebaño son siempre muy pocos cristianos, de mucha espiritualidad, que por la gracia, fidelidad y misericordia de Dios logran mantenerse fieles salvando a la iglesia de su total muerte y consiguiente peligro de extinción. Para estos que no han negado su testimonio cristiano ni en palabras ni en obras son todas las promesas.
La época reflejada por esta iglesia habrá sido quizás la más larga que atraviese en su historia universal y esto como enseñanza de que al mal no se le puede hacer concesiones pues es fuerte y lo llevamos por dentro, por lo que una vez que nos tome si dejamos que nos domine será muy difícil deshacernos de él, será como estar enredados, prendidos por un enemigo más fuerte que nosotros, y por eso vemos que impera y domina, porque es fácil, pues somos proclives a él; lo que nos cuesta mucho, casi tanto como lo imposible aún con la gracia de Dios es que seamos buenos, realmente buenos, por eso no es de extrañar que después que la iglesia tuviera un largo tiempo en una situación más positiva que negativa cayera por un tiempo igual de largo en un triste letargo. La época en cuestión en que la iglesia ha permanecido en esta penosa situación sin haber podido salir hasta hace muy poco, en que después de la revolución del Concilio Vaticano II, está con éxito saliendo paso a paso, es desde comenzado el segundo milenio hasta este bendito Concilio que ha sentado una clara pauta. Durante todo ese tiempo los problemas de la iglesia fueron innumerables, las situaciones que se dieron lugar, las acusaciones y todos los trágicos episodios acaecidos dieron al traste con el testimonio que debía dar, no obstante como antaño sucedió con el pueblo de Israel, Dios no se dejó sin testigos y es precisamente en estos tiempos de crisis cuando más buenos tienen que ser y más resaltan (unas pocas personas que no han manchado sus vestiduras son dignas); si en el antiguo Israel en tiempos críticos para la fe Dios levantó a Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías y otros profetas y hombres de Dios en general, por su fidelidad, misericordia y compromiso con la verdad, así mismo en estos tiempos cuando su Iglesia se anegaba en las profundas aguas del abismo de este mundo, siempre envió verdaderos salvadores y salvadoras que con su gloriosísimo ejemplo impidieron que la barca se hundiera finalmente; son los casos de un San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Vicente de Paúl, San Pablo de la Cruz, San Francisco Javier, San Juan de la Cruz, Santa Teresita del niño Jesús y tantos otros y otras cientos o miles quizás, innumerables también, que no porque se dejen de mencionar son menos importantes o gloriosos con la gloria y gracia que Cristo da, verdaderas joyas, estrellas que brillan con más gloria que muchas de otros tiempos mejores, porque Dios se la dio precisamente, para que compensaran en algo los tiempos difíciles que pasaba su iglesia, porque la noche era más oscura.
El mensaje a la iglesia de Filadelfia da continuación a la revelación, mostrándose el Señor como el que no miente, quien por su santidad es absolutamente veraz y digno de toda fe y confianza y que además tiene toda la autoridad y el poder para cuando quiere abrir un camino de prosperidad espiritual, para una persona o una congregación, nadie pueda cerrarlo y si desea cerrar porque no andan conforme a su voluntad a un grupo o una persona nadie puede impedirlo (llaves de David).
De esta forma la presente iglesia tiene la seguridad plena de que la promesa que recibe en este mensaje en concordancia con otras muchas referentes al asunto en el resto de las Escrituras, de que siendo fiel a Dios y a su Palabra su obra en el Señor será prosperada y tendrá crecimiento, es infalible y digna de toda confianza (puerta abierta).
Y es que siempre se mantuvo fiel y no vendió su mensaje, nunca lo adulteró para hacerlo más cómodo y fácil para muchos, aunque se veía en poco número y tenía por tanto poca influencia (poca fuerza), así no negó a su Señor.
Los judíos según la carne se le oponían y siendo mayor número y teniendo mayor influencia por historia y por tradición tenían en desventaja a los cristianos, hablando todo mal contra ellos y su doctrina hacían por alejar de ellos a todas las personas, los cristianos llevaban tiempo soportando esto con paciencia y fe esperando que se cumplieran las promesas del Señor que le aseguraban un crecimiento y una victoria sobre sus contrarios que lo eran a su vez y principalmente del Señor ("has guardado la palabra de mi paciencia" (Reina Valera.)). El Señor no solo les promete un crecimiento y desarrollo en su obra que los judíos no podrán impedir, sino que ellos mismos, ante tal evidencia, irán ante los cristianos y reconocerán humillados que Dios está con ellos.
Reciben también una promesa particular por haber sido fieles específica y especialmente con la palabra de Dios en toda paciencia, serán guardados de las tribulaciones que dentro no mucho tiempo al que ellos reciben en este mensaje empezarán a sobrevenirle al imperio en que viven.
Las promesas más importantes van más allá de esta tierra y esta existencia, si permanecen fieles a la Palabra de Dios como hasta ahora han hecho; serán de los cristianos principales en el Reino de Dios (columnas) y pertenecerán a Cristo, al Padre y a su ciudad por siempre y participarán de todas las nuevas glorias que Cristo reciba (llevarán su nombre nuevo).
La etapa que esta iglesia nos muestra, aún no ha llegado plenamente, pero después del Concilio Vaticano II se sentaron las bases y la iglesia entró en un proceso en que paso a paso se va dirigiendo hacia esta época de gracia.
Una época de como ya se puede vislumbrar será de total apego a la Palabra de Dios que recibió de los apóstoles como se les exhortó en la etapa anterior reflejada por Sardes (versículo 3).
Así mismo la iglesia aunque mantiene un gran número de creyentes nominales y ciertas posibilidades económicas tiene pocos creyentes verdaderos y fieles con los que contar realmente (poca fuerza), mientras que muchos siguen tras grupos que prefieren vivir una fe en Cristo separados de su iglesia, de aquí la debilidad o poca fuerza real, espiritual, que la iglesia tiene hoy en su misión de evangelizar el mundo, una situación que tendrá que seguir soportando con paciencia hasta que por su fidelidad siga ganando el favor del Señor y Él le dé la posibilidad de crecer y prosperar en creyentes fieles, verdaderos, apegados a la Palabra en la doctrina pura de los apóstoles recibida por la iglesia.
Cuando esto suceda, aquellos que buscando a Cristo fuera de la iglesia se le opongan, sean adversarios y le hagan cierta guerra directa o indirectamente (los que dicen ser judíos), por fuerza y poder del Señor irán donde la iglesia humillados y reconocerán que es de Cristo y es amada por él.
Aunque esta etapa es seguida por otra representada por la iglesia de Laodicea, la iglesia de Filadelfia trasciende, pues si en su momento domina en la generalidad de la iglesia universal, por su misma calidad y proximidad al final de los tiempos, subsiste en una cantidad considerable de cristianos en medio de una etapa realmente mala, la más mala de todas, que le sigue, representada por la iglesia de Laodicea. Así esta iglesia de Filadelfia recibe la promesa que va a ser guardada de la gran tribulación, subsistirá en un considerable número de iglesias en un momento en que la mayoría estará en otro estado espiritual, un estado pésimo, de esta manera llegará a todos los sucesos finales, los vivirá, estará en medio de ellos, pero será guardada por el poder y el cuidado especial de Dios, pues Él quiere mostrar lo grande de su fidelidad para con quienes le fueron especialmente fieles. Este punto de la protección de Dios a cierta parte de cristianos, por su gran fidelidad, en medio de la gran tribulación, es tratado con relevancia e importancia en otros pasajes de la revelación.
El próximo y último mensaje a las iglesias es el dirigido a la iglesia de Laodicea, ante la que el Señor se presenta como el cumplidor de la Palabra de Dios (Amén), el fiel mensajero de ésta, y la misma Palabra de Dios que dio origen a todas las cosas (principio). Y es que el desconocimiento tan grande que tenía esta iglesia de la Palabra de Dios hacía que creyera de sí perfectamente lo contrario de lo que era, pues no era indiferente a Dios y pensaba que le agradaba con sus criterios y conducta, tampoco contaba con el fervor debido que le hiciera buscar a Dios en la medida necesaria que le diera la espiritualidad requerida, y al no ser así, ni fría ni caliente, sino tibia, era peor, pues se creía bien estando tan mal como no podía más, y esto les hacía más difícil un arrepentimiento y conversión sincera. Su estado le produce al Señor la misma sensación de desagrado e inservibilidad que nos puede producir un agua tibia en vez de fría para calmar la sed o una sopa tibia en vez de caliente, para saciar el hambre, en tal situación sentimos el deseo de echar de la boca lo que fuera. El problema central de esta iglesia era el orgullo de sus riquezas, pensando que todo este bienestar material tan grande les venía de Dios como aprobación y bendición a su postura espiritual, por lo que se gana el calificativo de desdichada porque no tiene gracia, ni bendición, ni aprobación de Dios y peligra su entrada en la vida eterna, miserable, porque no tiene riquezas de Dios, riquezas espirituales, ciega por su desconocimiento de la Palabra y la voluntad de Dios y desnuda por su falta de santidad. Así pues la exhortación va hacia esos puntos, que busque en Cristo las verdaderas riquezas, las puras, que busque las verdaderas vestiduras de la santidad, y el conocimiento de la Palabra que sea como colirio para sus ojos espirituales.
Por último la exhortación a adquirir fervor, calor y por ende arrepentirse y convertirse plenamente, confirmándoles que aún con todos estos problemas son de Cristo, hijos y pueblo de Dios, y de ahí la fuerte reprensión, pues de lo contrario, sino fueran pueblo amado de Dios no fueran así reprendidos. Por lo mismo Él en su misericordia y amor está visitando y tocando los corazones de los que han recibido el mensaje, si alguno es receptivo y le abre las puertas de su corazón experimentará la intimidad, comunicación y cercanía que Él quiere tener con nosotros, y así asegurar su pase a la vida eterna con Cristo, que le dará la gloria, el poder y la autoridad a su lado (que se siente junto a mí en mi trono) que no le puede dar ninguna riqueza de este mundo.
Esta última etapa de la iglesia universal representada por la iglesia de Laodicea nos muestra que ya al final de los tiempos, por ser tiempos decisivos, se definirán dos grupos de cristianos en medio de la iglesia, que sin desmembrarla, parecerán dos iglesias diferentes por lo opuesto de sus posturas, dado que los tiempos del fin son tiempos definitorios que manifestarán la realidad y la calidad de lo que existe en la iglesia, siendo para esta época muy mayoritaria la rama del tipo tibio que representa la iglesia de Laodicea, iglesias que vivirán al ritmo del mundo y que no habrán guardado el empuje y celo doctrinal de los apóstoles sino que hallándose bien y con poder económico, debido en buena medida a la gran preponderancia que habrá alcanzado en el mundo por el avivamiento, protagonismo y tiempo de gracia vivido en la etapa anterior, estará entretenida con las riquezas de este mundo y alejada del mensaje de vida de la Palabra de Dios, confiada ante la lucha opuesta del mundo en la lógica humana de la seguridad falsa que brindan las riquezas y no en la fiel y verdadera que brindan la confianza en Dios y en su Palabra, por lo que cuando llegue el Anticristo y la persiga diabólicamente hasta vencerla, matándole buena parte de los suyos, entonces una vez más quedará demostrado que solo en Dios se está seguro.
Sin embargo aún cuando Roma será sede de la obra, la mayor parte del tiempo, de este hombre de maldad y capital de su imperio, precisamente por la obsesión del diablo contra la iglesia que tiene su sede allí, esta iglesia rectora será guardada por el poder de Dios junto con toda esa parte especialmente consagrada de la iglesia que trascenderá a estos tiempos, representada por la iglesia de Filadelfia (Apocalipsis 12:13-17).
CAPÍTULO 4
En este capítulo se le ofrece a Juan ver las cosas del cielo, algunos detalles de lo hay y de la vida en el reino de Dios, desde cuyo plano verá visiones proféticas sobre lo que sucederá dentro de no mucho tiempo en el imperio romano y sobre todo lo que sucederá en el tiempo del fin pasando por el curso de la historia.
Lo primero que Juan vio fue al Rey y Señor de todo, del cielo y la tierra, a Dios Padre, descrito como algo muy precioso y muy puro, rojo y puro como metal encendido (diamante y rubí), rodeado por una gran paz (arcoiris con color de esmeralda), y rodeado también por un grupo de santos, reyes y colaboradores en el gobierno del pueblo de Dios (veinticuatro ancianos), que son los fieles del Antiguo y Nuevo Testamento que participan de la gloria y autoridad de Dios (tronos y coronas de reyes), son santos (vestiduras blancas) y participan en el gobierno y dirección de Dios para con su pueblo (ancianos).
La presencia de Dios es temible y poderosa (relámpagos, truenos, voces), como es de puro y poderoso el Espíritu en su plenitud ante la misma presencia, por eso hay una considerable separación de donde está Dios, los santos y los querubines, a los demás ángeles normalmente (mar de vidrio), aunque pueden reunirse ante Dios todos estos ángeles cuando Él lo requiera por algo de importancia. Esta presencia es custodiada como aparece desde temprano en el Antiguo Pacto por los querubines, ángeles de especial santidad y gloria, con todo conocimiento (ojos delante y detrás), con toda fuerza y poder (león), con plena mansedumbre (becerro), con toda inteligencia (hombre) y con toda destreza y agilidad (águila en vuelo), siempre desplazándose en vuelo alrededor del Padre casi a la perfección divina (seis alas) dándole alabanzas por su santidad continuamente.
Los veinticuatro ancianos, doce (fieles del Antiguo Testamento) más doce (fieles del Nuevo Testamento), fieles de ambas épocas, viven igualmente adorando y alabando a Dios, humillándose siempre ante su incomprensible majestad, reconociendo que toda la gloria y poder que tienen viene de Él (echan sus coronas ante el trono), y como Creador de todo merece toda la alabanza, pues por puro afecto de su voluntad, en amor, le dio la existencia a todo.
CAPÍTULO 5
Comienza este quinto capítulo enseñándonos que bajo todo el poder y autoridad de Dios Padre (mano derecha y sellado de siete sellos) están todos los muchos juicios (rollo escrito por dentro y por fuera) que Él enviara sobre el imperio romano, la historia siguiente y el imperio de los días finales. Ni los ángeles más poderosos son dignos de tomar la responsabilidad sobre la ejecución de estos juicios, para lo cual es necesario un poder, autoridad y dignidad como el de Dios Padre.
Ante el llanto de Juan, un anciano mostrando su labor de consejo y auxilio de parte de Dios, le revela el cumplimiento de la profecía sobre el Mesías poderoso que vence (León de Judá y raíz de David). El llanto de Juan parece reunir en sí el llanto del antiguo Israel por el deseo de la llegada de su liberador, el Mesías, al que no reconocieron, y el gemido de la iglesia, fundamentalmente, para que su Señor y Salvador venga a poner punto final a esta historia de pecado en la que padece.
Entonces divisa al personaje central de toda la revelación (en medio de todos), a Jesucristo nuestro Señor, como el Cordero, el manso por excelencia, el que se sacrificó por toda la humanidad, por cuyo sacrificio venció al mal, a Satanás, al pecado, por lo que ahora tiene todo poder (siete cuernos) y todo conocimiento (siete ojos) que posee además por el Espíritu Santo que es también su propio Espíritu, y es enviado a recorrer toda la creación.
El texto nos quiere indicar que fue a través de esta mansedumbre incondicional expresada en este sacrificio único, que Cristo venció como León de Judá y raíz de David, fue en ese hecho donde venció a todos los enemigos de Dios y del hombre en correspondencia con estas designaciones mesiánicas típicas de poder y fuerza y que los judíos interpretaron humanamente como muestras de un Mesías aguerrido y violento.
Con todas estas obras y glorias a su favor es Cristo el único Ser digno y capaz de tomar esta responsabilidad, pues por eso y para eso fue constituido en Señor y Rey (Hechos 2:36), y que es lo que se quiere mostrar esencialmente en este capítulo, que Cristo por haberse humillado hasta morir en una cruz sacrificándose por los hombres fue exaltado hasta la sumo, constituido Señor de la historia y Rey de las naciones, por lo que puede gobernarlas hasta vencer su impiedad, para lo cual en momentos son usados juicios como estos, capaces de rechazar el empuje de un sistema soberbio y corrupto como el imperio romano o la versión parecida del final de los tiempos.
Por tanto, el texto presentándonos estos sucesos de un modo ceremonial para que comprendamos en toda su magnitud la dignidad del Hijo de Dios, nos quiere resaltar el señorío, reinado y la gloria suprema de Cristo aprovechando uno de los momentos más demostrativos de esta verdad, su definitivo enfrentamiento con el imperio romano figura del postrer enfrentamiento con el Anticristo y ese imperio final que arrastrará tras sí.
Así pues, cuando Cristo se dispone a enjuiciar haciendo valer su señorío, tomando el rollo según el lenguaje figurado del texto, entonces los querubines y los santos le dan el tributo, la honra, alabanza y gloria que Él merece, siendo así también porque se nos quiere señalar la necesidad, espera y anhelo que tenían los cristianos de que así fuera, como será también en el futuro. Todos alaban a Dios Padre y ahora a Cristo con melodía y reverencia (arpas) e interceden por los fieles de la iglesia que están en la tierra, haciendo así que las oraciones de ellos tengan mucho más poder, que suban como incienso ante Dios (copas de oro llenas de incienso); sus alabanzas a Cristo ensalzan su obra redentora por todos los hombres entre los que se cuentan los mismos santos del cielo de los que junto a los fieles de la iglesia en la tierra ha hecho un pueblo real de sacerdotes que vivirán con toda amplitud en la nueva tierra celestial que Dios habrá creado para que sus hijos, sus herederos, vivan con Él la eternidad.
A estas primeras alabanzas y adoración a Cristo del grupo más cercano a Él y al Padre se unen seguidamente las alabanzas y adoración de toda la corte celestial, de todos los ángeles del cielo que proclaman a viva voz de igual forma toda la gloria y dignidad de Cristo, mostrándose que en el cielo el Padre y el Hijo reciben directa y continuamente estos tributos de aquellos que tienen la dicha de estar siempre en su presencia, los santos y los querubines (Mateo 18:10), el resto de la inmensa multitud de ángeles alaba al Padre y al Hijo, pero solo en su presencia, en momentos de importancia como este. Siguiendo por niveles, toda la creación debajo del cielo de Dios le alaba lo mismo que a su Hijo, queriéndose mostrar el señorío y reinado de ambos sobre toda esa creación material. Los querubines y los santos por la intimidad que tienen con el Padre y su Hijo le tienen un amor sobresaliente, especial, que les hace estar particularmente satisfechos, agradados y más comprometidos, con todo lo que destaque el gobierno pleno de Dios sobre todo (los querubines decían Amén y los santos se postraban y adoraban).
CAPÍTULO 6
A partir de este capítulo asistimos a un enfoque de las profecías dirigido fundamentalmente al tiempo del fin y que por referencia tienen aplicación a los tiempos de las primeras generaciones de cristianos y al imperio en que vivían.
Este capítulo sexto contiene la historia de la humanidad después de Cristo hasta el final de los tiempos de una forma increíblemente resumida y sintetizada, ya que el principio del libro (rollo) es lo que se deja ver por la apertura de los primeros seis sellos, y la historia resumida se va detallando con el avance del rollo en los próximos capítulos.
El Señor comienza a desestabilizar el imperio y esta historia de pecado de una forma muy propia y consecuente, no imaginaríamos sin inspiración del Espíritu la forma tan diferente de como actuó y actúa Cristo para lograr sus santos propósitos, así mismo no nos dejaríamos de sorprender del poder que tiene el evangelio, capaz de socavar y minar hasta vencer al imperio más poderoso de la antigüedad y al poder del pecado en el sistema impuesto por este a la humanidad.
Los caballos con sus jinetes representan el tan grande recorrido que hará cada una de estas corrientes que simboliza cada uno de ellos, siendo cuatro porque se dirigen a cada punto cardinal para abarcar a toda la tierra.
El primero representa la salida triunfante del evangelio que se va abriendo paso por el mundo haciéndole la guerra al mal, o todo lo maligno que le es contrario y se le opone (arco), y cuyo fin es vencer porque cuenta con la autoridad y poder de Cristo (corona), su rumbo es el noroeste, para buscando al oeste alcanzar toda la tierra, así sucedió en la historia de la evangelización y propagación de la iglesia, su corriente de propagación más fuerte con mucho fue desde Palestina y Asia Menor hacia el noroeste pasando por Roma como punto principal, aunque como es lógico se salió a evangelizar a todos los puntos de la tierra, pero la obra principal, donde prendió con fuerza y de donde después con esa fuerza ha ido ganando terreno en todas las demás partes del mundo ha sido en ese rumbo.
El segundo jinete nos da la demostración de lo que veníamos diciendo, el evangelio en su conquista del imperio le fue quitando su poder, su estabilidad, su gloria; y se acabó la paz romana, empezaron los problemas, vinieron las guerras, las que fueron generalizándose más y más con el paso del tiempo en todo el imperio y ha continuado sucediendo en toda la historia, hasta que cuando llegue el último imperio se vaya generalizando una falsa paz, afianzada y prosperada por el Anticristo (1 Tesalonicenses 5:3), que en este caso será vencida por intervención directa del Señor con poderosos juicios que culminarán con su venida.
El jinete que simboliza la guerra sale rumbo al oriente que fuera con el tiempo frontera fundamental de conflictos del imperio.
El tercer jinete es el del caballo negro que simboliza escasez y hambre, también ocasionados por las guerras, alimentos de primera necesidad escasean hasta encarecerse al máximo, mas otros también determinantes no son afectados, como atenuante. Esto nos muestra que la desestabilización del imperio y los problemas del mundo tienen un impacto parcial en el norte más rico que es el rumbo de este jinete.
El cuarto jinete se dirige al sur (cuarta parte de la tierra), allí los problemas del mundo serán devastadores, la muerte proliferará arrastrando a muchos al infierno presente (Hades), llegará por todas las vías, las guerras, las enfermedades, el hambre y hasta por los animales feroces, es la región donde predominará la más extrema pobreza en el mundo.
Todo esto nos enseña que Cristo con su presencia en la tierra a través de su iglesia movida por el Espíritu, portadora de su evangelio, debilita el poderío y gloria de este mundo dirigido espiritualmente por Satanás, no que busque la destrucción o la muerte de las personas sino que el sistema presente de pecado vaya hacia su término para lo cual es vital que se debilite y de paso lo antes posible a la instauración del reino de Dios en un nuevo orden celestial, verdadero y perfecto gobierno de justicia, amor y paz, en los nuevos cielos y tierra que Dios creará; y así no sucumban las naciones en el plan de Satanás, que es llevarlas a un estado de paz y prosperidad engañosas donde todos en el mundo vivan conformes, seguros y contentos con este sistema de pecado, injusticia y enemistad con Dios a que él las ha llevado, lo cual es precisamente su objetivo con el Anticristo, su última y más poderosa carta, que solo con la intervención directa del Señor podrá ser vencida, de lo que nos hablan el quinto y sexto sello.
Con la apertura del quinto sello vemos las almas de los que morirán por ser cristianos, bajo la persecución que desatará el Anticristo, refiriéndose también a los mártires cristianos que murieron en las distintas persecuciones que se dieron lugar bajo el imperio romano. Sus muertes fueron como sacrificios de mucho agrado a Dios (altar) (2ª Timoteo 4:6) y ganaron así entrar al cielo de Dios, a su reposo (Hebreos 4:9-11) (vestiduras blancas), ellos como muchos cristianos no comprenden la paciencia de Dios, máximo cuando estos cristianos del último tiempo que pasen por el martirio será para que se purifiquen de su tibieza, lo cual quiere dejar ver el texto con estos reclamos impropios que hacen, pues el Señor quiere en los tiempos finales premiar en su fidelidad a los que sepan guardarse en un mundo que tantas comodidades, tentaciones y placeres brindará mientras hacer que se santifiquen plenamente con la persecución y el martirio los que en su tibieza coquetearán con éste.
Se abrió el sexto sello y se dejan ver las intervenciones directas y poderosas del Señor para poner punto final a toda la historia de pecado y a su último gran protagonista: el Anticristo.
Lo primero es un terremoto tan fuerte y devastador como jamás se ha visto ni ha ocurrido, hay una conmoción inmensa, es el fin no sólo de esta historia sino de este universo, es la venida del Señor para juzgar y crear una nueva existencia celestial a la que solo pueden pasar los que sean dignos de ella, por su fidelidad, obediencia y fe para con Cristo el Salvador y el Señor.
El sol dejará de dar su luz y la luna su resplandor, las estrellas estallarán, disolviéndose, y caerán sobre la tierra lluvia de sus pedazos, el cielo dejará de existir, toda la materia cósmica se desvanecerá, se desintegrará, se incendiará y se fundirá (2 Pedro 3:7-13; Isaías 34:4, Mateo 24:29;35), la tierra producto del terremoto y de la conmoción cósmica se encuentra tremenda y terriblemente estremecida, removida tanto física como espiritualmente esperando su inminente desaparición después que el Señor con el asomo de su presencia se lleve a los suyos y venza a todos los que se oponen, principalmente a su líder, el Anticristo.
Mientras tanto toda la gente correrá de un lado a otro buscando refugio y protección ante lo que saben será la venida del Hijo de Dios a juzgar al mundo.
CAPÍTULO 7
Después de haber visto la secuencia de estos hechos en síntesis, asistimos en el presente capítulo a lo que podíamos llamar un intermedio aclaratorio de lo más importante que se quiere hacer resaltar de lo visto en el capítulo anterior.
Así vemos que estos jinetes representantes de los juicios de Dios sobre el mundo y que van llevando al mismo a su decisión como claramente se puede ver en el capítulo pasado, son detenidos ante que den paso en su accionar al protagonismo del hombre de pecado (2ª Tesalonicenses 2:3-12), lo que es igual a decir que antes que salga a la luz este hijo de iniquidad, el Señor cumplirá su promesa vista en el mensaje a la iglesia de Filadelfia, sellará a los fieles cristianos, aquellos que después de ese crecimiento grande de la iglesia en verdaderos discípulos, profetizado también en el mensaje a esta misma iglesia, prosigan en esta postura espiritual siendo así un número considerablemente grande, aunque minoritario en comparación con el resto de la iglesia. Ellos serán guardados, protegidos (sello de Dios), en medio de la gran tribulación profetizada para el último tiempo, que precederá en pocos días la venida de Cristo (Mateo 24:29), tribulación que consistirá en una diabólica persecución contra todos los cristianos desencadenada por el hijo de perdición, en la que no podrá dañar a este grupo de muy consagrados pero sí a los que no lo estén tanto.
Los cuatro vientos, los cuatro ángulos de la tierra, el ángel que sale del oriente, son todas imágenes que sintonizan con la idea de los cuatro puntos cardinales y los juicios de Dios representados por los cuatro jinetes que abarcan toda la Tierra a partir del punto cardinal al que se dirigen, como ya pudo verse en el capítulo precedente.
El número de ciento cuarenta y cuatro mil nos expresa una muchedumbre de fieles, de escogidos de entre el pueblo escogido, son cristianos escogidos como muy fieles de entre todos los fieles del pueblo escogido por Dios: la iglesia, aquí confirmada una vez más como el verdadero y nuevo Israel como en toda la misma revelación se nos muestra (Apocalipsis 2:9; 3:9; 5:9-10), así como en otros pasajes de la Escritura (Romanos 2:25-29), esto se insinúa discretamente también con los cambios en la lista de tribus de Israel, mostrándose que no es el Israel tradicional pues no es la lista tradicional, liderada demás por la tribu de Judá, la tribu de nuestro Señor, quien es Fundamento, Base, Cabeza y Señor de este nuevo Israel, de este nuevo pueblo de Dios: la iglesia.
La cifra se desglosa y entiende de la siguiente manera, el doce significa escogido, el mil, multitud, doce mil, una multitud de escogidos, y ciento cuarenta y cuatro mil, doce multiplicado por doce mil, significa una multitud considerable de escogidos de entre un pueblo que es también escogido, la iglesia. Además el texto mismo quiere dejar ver esta idea pues claramente dice "ciento cuarenta y cuatro mil de entre todas las tribus de Israel" y "de la tribu de Judá doce mil sellados" y así sucesivamente de entre todas las tribus.
Seguidamente podemos ver la gran muchedumbre, inmensa multitud, incontables como las estrellas del cielo, pertenecientes a la iglesia; son el resto mayoritario de la iglesia universal, compuesta por cristianos de todas las latitudes de la tierra y de todo tipo, salvados por la persecución y el martirio con el que fueron santificados al ser perdonados de sus pecados por la sangre de Cristo derramada en la cruz, estos son los que en el capítulo anterior clamaban por los juicios del Señor contra sus perseguidores, pero estando incompletos en número tenían que esperar, hasta que una vez completos en esta visión, ya no claman así sino que reconocen el reinado Soberano de nuestro Dios (palmas en las manos), su gobierno y señorío, que aceptan, reconociendo así que su voluntad es digna de obediencia para que lleguemos a la salvación, aún cuando pudiera parecernos dura e incomprensible muchas veces, por eso también la frase "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero".
Todos los ángeles, querubines y santos que aman con amor inimaginable e indescriptible a Dios, se regocijan y alegran en plenitud con este reconocimiento digno de verdaderos siervos de Dios al que han llegado estos santos, sus alabanzas muestran la postura espiritual correcta, correspondiente a fieles hijos que llegan a ser de Dios, estando así en plena sintonía con todos los otros seres que moran con Él, que así se interesan en mostrarlo con sus alabanzas y adoración, en postura de igual rendición, exaltación y reconocimiento de todos sus atributos (Lucas 15:7); este texto citado más los que aquí vemos muestran claramente que los ángeles y todos los demás seres que moran en el cielo, por el mismo ilimitado amor a Dios se sienten comprometidos con Él, y por lo mismo participan en su obra de salvación, y así pueden sentir un muy grande gozo cuando un pecador se arrepiente o un cristiano o grupo de cristianos llegan a su perfección y madurez.
Este ejército inmenso pasa a integrar además el grupo que le corresponde, los santos, reconocidos aquí como ancianos y que en estos versos no llevan su número veinticuatro, simbólico como ya se vio, pero que al omitirse aquí claramente evidencia que los miles de ellos serán fuertemente engrosados con muchos miles más, siendo así que el apelativo de veinticuatro ancianos representará siempre un número creciente de fieles, de santos, que llegan a la presencia de Dios y que por esto están siempre ante la misma (delante del trono) sirviéndole continuamente (día y noche) y gozando de la protección y cuidado que ella les brinda (su tabernáculo sobre ellos), sin más sufrimientos ni penas sino con toda la consolación y bendición del Padre y de Cristo que les darán una vida de incomparable plenitud.
CAPÍTULO 8
Se continúa en este capítulo con la apertura del séptimo y último sello; y se hizo silencio en el cielo por media hora, lo que nos quiere significar por lo más que largo del tiempo los tan grandes y decisivos juicios que serán derramados sobre la Tierra de parte de Dios para poner punto final a la impiedad impuesta por el pecado en el mundo y al mismo tiempo acabar específica y especialmente con toda la obra satánica hecha por el Anticristo, todo lo cual aunque necesario no deja de sentirse en el cielo como algo mortuorio y penoso. No obstante estos juicios no alcanzan a todo el mundo, no mueren todas las personas sino una parte, por esto el silencio es de "media" hora.
Los ángeles se preparan para ser ejecutores directos de estos juicios (entrega de siete trompetas), cuyo móvil poderoso también será el clamor de la iglesia, las oraciones de estos cristianos que piden auxilio al Dios que todo lo puede, por cuyas mismas intenciones y personas interceden los ángeles haciendo que así lleguen con mucho más poder y agrado a Él (versos 3 y 4) y que por ende sean concedidas con todo el poder de Dios (verso 5).
Comienzan así pues a caer los juicios, expresados en parte con el lenguaje del Éxodo, de aquellas famosas plagas que hicieron salir al pueblo de Israel de la tierra egipcia de esclavitud, las cuales fueron también figura de estos juicios del último tiempo y aquí se hace constar, juicios estos primeros que van dirigidos hacia la naturaleza, dañándola en gran medida pero de todas formas parcialmente, esto hace que, aunque muy rigurosos, sean juicios menores en comparación con los últimos, por su carácter indirecto y parcial. Se dañan parcialmente las cosechas y vegetación mayor en el mundo, mientras que la menor es arrasada en gran medida, hay varias muertes de animales y personas (mezclados con sangre), producido todo por inmensas tormentas, granizo e incendios; así si anteriormente los juicios de Dios descompensaron a los reinos del mundo, en esta hora decisiva será la misma naturaleza quien empezará a verse descompensada. Todo esto de alguna manera está siendo ya anunciado con las catástrofes y problemas presentes hoy en toda la creación, producidos en parte por la codicia e irresponsabilidad del hombre, lo que se resalta más adelante en esta revelación.
Se anuncian también volcanes, principalmente submarinos (montaña echada en el mar ardiendo en llamas) que causan maremotos y grandes daños en la fauna marina y en la navegación con pérdida de gran número de embarcaciones y de vidas humanas.
Hay que destacar antes de seguir adelante que se está juzgando a un mundo de personas que definitivamente han dado las espaldas a Dios y han querido y preferido seguir a Satanás en la persona del que es como una encarnación suya, el
Anticristo (2ª Tesalonicenses 2:8-12), y por esto entre otras razones fundamentales Dios les envía estos juicios para que entiendan que no alcanzaron la seguridad y la felicidad que pretendían con vender sus almas a Satanás y declararse enemigos de Dios, pues aquel que los deslumbró con muchísimo poder es con eso y todo su poder nada ante el Dios Todopoderoso.
Seguidamente se muestra a un demonio muy poderoso caer del cielo con mucha ira (gran estrella que cae ardiendo), pues en su afán de ser lo más grande, Satanás puso su morada junto con sus huestes de más poder en lo alto del cielo material, del cielo cósmico (Isaías 14:12-14), una vez que fue reprobado de Dios por su rebelión a la que arrastró a otros tantos (Ezequiel 28:11-19). Este demonio cercano a su príncipe Satanás ha sido derribado por ángeles para que su mala acción perjudique parte de las fuentes de agua dulce del mundo, siento mortal para gran número de individuos.
Más adelante se puede ver al mundo parcialmente oscurecido por densas nubosidades y nieblas, que aparte de la fuere molestia que causa la oscuridad en sí, más que todo muestra y apunta hacia el ambiente de reprobación y juicio que viven de parte de Dios, que se incrementará con lo siguiente que Él envíe, y que se cuentan como tres ayes, haciendo un total de siete juicios, lo que no quiere decir que sean exactamente este número, sino que el número además que recoge los más significativos, nos indica toda una etapa donde muchos males le sobrevendrán al mundo de la mano de Dios, para lograr Él así su santo propósito de enjuiciar a tantos que tanta maldad hicieron imperar colaborando con los designios de Satanás y su enviado, e instaurar el reino de amor, justicia y paz, el reino de Dios.
CAPÍTULO 9
Este capítulo es plenamente la continuación y definición temática del anterior. Otro demonio de mucho poder es derribado sobre la Tierra, concediéndosele el poder y autoridad de liberar del abismo a los muchísimos demonios, mayoría de ellos, que allí están confinados (2 Pedro 2:4, Lucas 8:31). Al salir a la tierra serán como una nube de humo negra que entenebrecerá el ambiente, y serán tantos como una plaga de langostas que tendrán poder de molestar como el del escorpión, no matarán pero atormentarán a todos los hombres excepto a los muy fieles siervos de Dios que serán guardados por Él, como en la persecución del Anticristo, y en todo momento. No habrá en este caso más daños a la naturaleza sino que el mal será directo hacia los hombres impíos. Los tormentos durarán unos cuantos meses, que serán de dominio parcial del diablo sobre todos los hombres y mujeres de este tipo (cinco meses), las molestias serán tan fuertes e insoportables que preferirán la muerte pero no la encontrarán porque tales tormentos no conllevan a ella y Dios no se las concederá.
Todo este malestar será tan grande en toda la gente que irremediablemente conducirá a la guerra, a una última gran guerra en la que participarán todas las naciones y cuyo punto final lo pondrá el Señor con su venida. Con esta confrontación se hace referencia al mismo tiempo, a las guerras que devastaron al imperio romano protagonizadas por las tribus bárbaras del norte y la de los hunos del oriente.
Ahora pues, la guerra final en cuestión contará con toda la gente enfurecida por los demonios que son los responsables directos del enfrentamiento, estando detrás de todo. No obstante el texto hace una referencia más directa en toda una gran primera parte a los tiempos de las invasiones al imperio por las tribus bárbaras del norte, en un principio, y después se refiere a las invasiones de los hunos. Estos guerreros bárbaros del norte eran de gran disposición para la guerra (caballos preparados para la guerra), poseedores de ciertas riquezas, dominios y autoridad (coronas de oro en sus cabezas) inteligentes (caras humanas), salvajes o bárbaros (cabello como cabello de mujer) y muy fieros (dientes como de leones), estaban equipados con armas de hierro (corazas de hierro) y eran muchísimos (estruendo de muchos carros), tenían como es lógico armas para hacer daño (aguijones) y con el rumor de su invasión con todas estas características suyas tenían más que atormentados a los habitantes del imperio, rumor que duró un número de meses en el que todos estos habitantes estuvieron por este susto y zozobra sometidos en parte al demonio (cinco meses).
Tenían un firme propósito de saquear, destruir y acabar con todo lo que más pudieran (su rey el Destructor) y en este punto el texto quiere indicarnos marcadamente hacia el fin, donde los demonios guiados por su líder del abismo incitarán e impulsarán al máximo hacia la destrucción de todo.
Queda así pues todo listo para la hora decisiva donde después de toda la obra incisiva de los demonios se cumplen sus propósitos, que por encima de todo son los de Dios en ese punto, una beligerancia de todas las naciones contra el falso Mesías que los ha engañado prometiéndoles una paz, prosperidad y felicidad estables que no puede darles, y esto a cambio de la adoración del mundo, de ser su dios (2ª Tesalonicenses 12:3-4), sin embargo este hombre maligno, esta encarnación de Satanás, no muere por mano de hombre ni mucho menos, solo Dios en Cristo lo podrá vencer, por lo que él con toda su astucia y malicia se agenciará para que, manejando la guerra a su favor, se maten los hombres y después ante la aparición de Cristo en su gloria en el cielo disponer a los que estén vivos a luchar contra Él.
Llega así la guerra que hace prácticamente inminente la venida gloriosa de nuestro Señor, por lo que las oraciones anteriormente hechas por la iglesia siguen presente ante Dios, y siguen clamando ante Él, para que este enfrentamiento se realice y de paso a lo que el pueblo de Dios espera (voz de entre los cuatro cuernos del altar), obrando por eso en este momento para que lleguen ya con toda furia las naciones del oriente impulsadas por demonios que esperaban se les diera esta oportunidad para acometer (desate de los cuatro ángeles de junto al Eufrates), es decir demonios de mucha furia y poder que estaban siendo guardados específicamente para este momento.
Como ya decíamos no se puede pasar por alto que hay una referencia a otras tribus bárbaras, pero esta vez del oriente, que también invadieron al imperio romano: los hunos, y que prefiguran lo que será la furia oriental del final de los tiempos.
Ahora bien, el texto se adentra clara y definitivamente en el final de los tiempos, en esta visión, cuando se pronuncia el número del ejército: doscientos millones, que es una cifra aproximada pero real y Juan lo confirma diciendo "yo oí su número", lo que obviamente denota varios ejércitos de naciones de esa parte del mundo en tiempos como los de hoy.
Y se prosigue en la descripción del material bélico conque están equipados estos ejércitos, se puede ver con cierta evidencia que estos caballos o carros de guerra modernos con sus jinetes no son otros que los tanques modernos, sus armas son el fuego que es poderoso, fuerte y de tonos azulosos mientras más fuerte, como el zafiro, y en tales armas está unido a las propiedades explosivas y ardientes del azufre, esto es confirmado con la aseveración de que la parte de arriba de estos carros son las más poderosas (cabezas de leones), que contienen una boca de la que salen fuego, humo y azufre; el azufre parte fundamental de la pólvora que contienen los proyectiles con los que fueron muertos tantos que perecieron en la contienda. En estos carros o equipos están las orugas, esas cadenas conque el tanque se desplaza que parecen orugas o "serpientes" porque siempre extendidas por el suelo permiten el movimiento, algo parecido como si fuera a rastras, con cuyas estrías (cabezas) destruyen lo que encuentran a su paso (dañan).
Pero los hombres que quedaron vivos ni siquiera con esto se arrepintieron de toda la maldad en que siempre vivieron, mostrándose así la insensibilidad y dureza a la que llegaron como consecuencia de la vida de pecado cada vez más profunda a que fueron arrastrados por el Anticristo.
Es oportuno destacar que algunas imágenes usadas en este libro como pueden ser varias de este noveno capítulo, sin dejar de ser certeras contienen cierta espeluznancia propia del lenguaje apocalíptico, que nos pueden dar idea de cosas irreales, fantasmagóricas, sin ninguna analogía o significado en la realidad, y nos quede así vacío, sin mensaje y contenido el texto, pero sin embargo, más allá de estas características inherentes a esta literatura, las figuras tienen su lectura correspondiente a la realidad, sin ese efecto impresionante, pero real.
CAPÍTULO 10
En este capítulo tiene Juan un encuentro con otro ángel poderosísimo, con quien renueva su compromiso profético, plasmado todo en el libro. El ángel estaba envuelto en una nube ocultando en gran medida su gloria, no fuera a pasar lo que en el primer capítulo en el que Juan tuvo un
desvanecimiento, además dando a entender que su mensaje está en gran parte oculto como se verá en los versículos siguientes, es un ángel que no obstante su poder con el que puede hacer temblar la Tierra, y su mensaje ser sobre el fin o lo que es igual sobre la consumación de este mundo de pecado, desciende a la tierra en son de paz (arco iris sobre la cabeza), su gloria es inmensísima (rostro como el sol) y su naturaleza es de una pureza y poder como el de grandes llamaradas (sus pies como columnas de fuego).
En su mano traía un librito abierto, que es el contenido de esta revelación desde este punto al final, y con autoridad sobre esta creación (pie derecho sobre el mar el izquierdo sobre la tierra) clamó poderosamente por su consumación cuanto antes, a lo que el Señor le respondió con todo su poder (siete truenos), dándole detalles y gran aproximación del tiempo en que esto sucederá, lo cual no le es revelado a la iglesia ni a la humanidad (sellado del mensaje), sino solamente que en los días en que comiencen los juicios aquí anunciados con la séptima trompeta, se consumará todo y vendrá irremediablemente el fin, lo que él atestigua con un solemne juramento por el mismo Dios que dio existencia a este universo. Precisamente por esto se hace todo este ceremonial intermedio, pues una vez que terminó el capítulo anterior, con el cual se llevaron los sucesos hasta prácticamente el fin, parecería que muy poco quedaría por decir, sin embargo, aquí se hace esta renovación del llamado profético para que nuevamente se disponga Juan a hablar sobre estas cosas, con nuevos detalles y llevando el mensaje hasta más allá de la nueva creación.
Así de esta manera Juan es invitado a asimilar el mensaje (comerlo), con lo que interiorizándolo se entristecerá su existencia por todas las cosas duras que por la obstinación del hombre tendrán que suceder, aunque el proclamarlo le sea agradable por el conocimiento, la sabiduría y la verdad que encierran (dulce en la boca como la miel). Esto nos enseña que tanto Juan como los profetas del Antiguo Testamento no fueron meros descriptores de visiones, narradores de imágenes o figuras, sino verdaderos autores humanos del mensaje divino cuyo supremísimo autor es Dios mismo, y que por lo tanto el mismo Señor quiere y les hace entender y concienciar plenamente su mensaje, para que de esta forma lo transmitan con todo entendimiento, de mejor manera, y como es debido.
CAPÍTULO 11
En este capítulo se nos da a conocer una muy importante historia, que además de brindarnos una serie de detalles sobre estos tiempos del fin, da continuación al contenido del rollo y sus juicios, permitiéndonos conocer esta vez un trasfondo de por menores que nos da la posibilidad de saber desde el principio la trama que desemboca en el juicio como tal, el segundo ay.
Se retoma la idea de la protección de los muy fieles siervos de Dios (medición del Templo de Dios), con sus ministros (altar), mientras que el resto del pueblo de Dios (patio de fuera) será sacrificado para que así alcancen su glorificación, durante una persecución que durará tres años y medio (hollados como pueblo santo por los incrédulos cuarenta y dos meses). No obstante durante este mismo tiempo querrá Dios enviar a dos siervos y ministros suyos de mucho poder, para que den poderoso testimonio suyo ante el mundo, que servirá más como tormento que como instrumento de conversión, pues los hombres de ese momento estarán en una enemistad total contra Dios, será por esto un tiempo de mucha humillación y prueba para ellos (vestidos de cilicio), pero son hombres de una vida muy poderosa en el Espíritu Santo, rebosados de él (olivos y candeleros), que vienen a ser muy semejantes por el poder de sus ministerios a los dos profetas poderosos por excelencia en el Antiguo Testamento, Elías y Moisés, quienes están especialmente cerca de Dios en su cielo (en pie delante del Dios de la tierra), por esto se nos muestra con pasajes de la vida de estos profetas, en que sus enemigos fueron consumidos por el fuego por querer hacerles daño, que estos testigos son intocables en su tiempo de testimonio, pues aquellos que intenten contra sus vidas serían destruidos por Dios, así pasó con Elías cuando los mensajeros de aquel rey fueron de su parte donde el profeta para tratar de matarle (2 Reyes 1:9-12), y con Moisés cuando un grupo liderado por Coré quiso producir un cisma dentro del pueblo de Dios (Números 16:1-35), además el poder de estos testigos de Dios no solo se muestra en su defensa sino que pueden con este enviar sus juicios a un mundo entregado por completo a Satanás, lo cual es parafraseado nuevamente con el juicio enviado por Elías al Israel de su tiempo en el que no llovió mientras él no lo dispuso, y el enviado por Moisés al Egipto que esclavizaba a su pueblo, con una de las famosas plagas, en este caso la enviada sobre todas las aguas para uso de los egipcios. Sin embargo cuando hayan acabado su tiempo de testimonio, y hayan cumplido así con su misión, serán asesinados por la persecución del Anticristo, que ya para esta época estaría instalado en Jerusalén, convirtiendo esta ciudad en un antro de perdición denominada por esto en el texto como Sodoma y Egipto, y donde finalmente como el mismo Señor, encontraran la muerte estos fieles discípulos suyos, porque es bueno aclarar que el martirio es gloria para Cristo, y quien lo padece siendo un cristiano de toda fidelidad, pues es compartir con Cristo no solo su forma de vivir sino también de morir (Filipenses 3:10), mientras que para otros de cierta tibieza esta gloria es un medio de purificación (Apoc 7:14), cuyo mismo principio es usado hasta con los que vergonzosamente han caído en pecado (1ª Corintios 5:4-5) es decir, como purificación, pues por supuesto en este caso no hay martirio, ahora, sin embargo, ha querido Cristo en estos tiempos finales glorificarse más con mostrar su poder, amor y fidelidad, guardando las vidas de aquellos que le han sido totalmente fieles, ante ese hijo de perdición que se enorgullece de poder más que los cristianos y asesinarlos a su antojo, de todas formas en el caso de estos discípulos el Señor querrá mostrar hasta donde le son semejantes, muriendo, resucitando y ascendiendo como Él lo hiciera, glorificándole así aún más, al hacerle doblemente presente y de manera tan fiel en medio de un mundo más corrompido que nunca.
Sus cadáveres serán expuestos a la vista de todos y recibirán publicidad mundial, con un ensañamiento de todas las naciones que no querrán ni que sean enterrados y así tranquilizarse y complacerse al máximo con su aparente victoria sobre quienes representaron un verdadero látigo y tormento para sus vidas de tranquila impiedad, felicitándose y celebrando con verdadero júbilo festivo el salir de estos profetas de Dios que continua y poderosamente le denunciaban con pleno valor, directamente, todos sus pecados, toda su impiedad, sus injusticias, sus maldades, sus idolatrías, sus hechicerías, y le anunciaban los muy próximos juicios de Dios que estaban por venir sobre ellos por toda esa vida inicua, al mismo tiempo que mostraban la verdadera y exacta identidad del personaje diabólico que los estaba guiando, ciertamente intuida con complicidad, pero no conocida en toda la profundidad y envergadura de su realidad y esencia, y esto lo hace Dios entre otras cosas para que teniendo pleno conocimiento puedan ser juzgados; sabiendo pues absolutamente la verdad se definan aún más en el camino que quieren seguir y no tengan excusas ante los juicios de Dios.
Pero después de todo este regocijo por la aparente victoria, Dios resucitará a estos hombres, mostrando que eran justos y que el verdadero poder está de su lado, y cuando los hombres de la ciudad los vean resucitados se llenarán de temor y los verán subir al cielo por voz poderosa de allá, en cuerpo y alma como Elías, cubriéndose su ascensión con una nube como al mismo Señor (Hechos 1:9), después de todo lo cual vendrá el ya citado terremoto universal que hará caer una buena parte de la ciudad, donde moran los sometidos al dominio del Anticristo en la misma (décima parte), muriendo un número grande de miles de hombres (siete mil), mientras otros que en la ciudad no han aceptado ni creído la obra del impostor, sino que lo habrán descubierto con la ayuda de los sabios del pueblo, apoyados en las Escrituras como diría Daniel en su profecía acerca del pueblo judío (Daniel 11:30-36), darán gloria al Dios del cielo aterrorizados por la demostración de su poder.
El terremoto como tal ocurre como un juicio enviado por Dios al planeta por su tan grande corrupción y por el derramamiento de sangre justa e inocente en el asesinato de muchos cristianos, además de los muchos creyentes judíos que murieron por su religión, pero no fue inmediatamente después de los sucesos con los profetas, sino que medió cierto tiempo, no muy largo, pero sí de unos meses, en que primero se inicia la ya citada guerra del capítulo noveno, y entonces después este esperado juicio sobre la ciudad, convertida en una abominación, habiéndose instalado desde hacía un tiempo un terrible culto a Satanás, la abominación desoladora (Mateo 24:15; 2ª Tesalonicenses 2:4). La frase "en aquella hora" es para concatenar el terremoto con el suceso de los dos profetas y se pueda entender como un juicio de Dios enviado por esta causa, este terremoto de alcance mundial forma parte de los tres ayes o tres últimos decisivos juicios contra el poder del Anticristo y el mundo que lo siguió. La guerra y el terremoto universal que le sigue comprenden específicamente el segundo hay.
Seguidamente se observa el toque de la séptima trompeta, que como en el capítulo anterior fue dicho, anuncia la consumación del plan de Dios para llevar a término este mundo e instaurar su perfectísimo e incomparable sistema, quiere decir que después de estos sucesos del segundo ay, no habiendo finalizado la guerra pues llegará hasta el fin, vendrá la consumación definitiva de los designios de Dios, con la conmoción cósmica, total, de toda la creación, que anunciará la venida del Señor y será el tercer y definitivo ay, por eso son las aclamaciones en el cielo, de júbilo, como ya estando presente en la Tierra el reino de Dios; todo en la nueva Tierra celestial será regido por Dios, por su justicia, amor y santidad, los santos lo reconocen y lo agradecen pues recibirán su definitiva recompensa, ya que entre ellos están profetas (santos del Antiguo Testamento), y los santos del Nuevo Testamento, además también recibirán su recompensa aquellos que respetaron y reverenciaron a Dios durante su vida en mayor o menor grado con palabras y con obras (pequeños y grandes que temen a Dios), entre los cuales una buena parte son judíos que antes de Cristo tuvieron esta postura (Salmo 115:13), y habrá también otros que después de Cristo por diferentes causas tuvieron en cuenta a Dios en todos sus actos en mayor o menor medida, pero no llegaron a comprometerse con
Él a tal punto de pertenecer a su pueblo, a su iglesia, o no llegaron a descubrir en ella el medio de salvación y santificación fundamental creado por Dios, y vivieron su fe separados de ella mientras que mantenían una conducta correspondiente, todos ellos aunque no fueron a la presencia de Dios al morir, sí pasarán a morar con Él después que pasen el juicio final, mientras aquellos que en esos tiempos finales, en su avaricia y consumismo solo se dediquen a dañar el entorno, la creación, recibirán su pago de parte de Cristo en su venida.
El texto nos muestra para finalizar el capítulo unas imágenes que nos indican que Dios va a ser justicia, basado en su santa ley (arca del pacto), y se dejará ver su terrible poder en muchos juicios, entre los que finalmente estarán el terremoto universal y una enorme granizada, que darán paso a todo lo anunciado en esta séptima trompeta.
Finalmente cabe decir para este capítulo, que se vieron hechos inusualmente poderosos sobre todo con respecto a los profetas, pero no podía ser de otra forma debido a los tiempos decisivos y definitorios del que se nos trata, en los que las manifestaciones sobrenaturales no serán extrañas, habiendo seducido al mundo con ellas el enviado de Satanás, por lo cual Dios deberá responder como corresponde a tales circunstancias, sin alardes, como es su característica, pero superando siempre al de sus oponentes como siempre fue en la historia de la salvación, especialmente con Elías y Moisés que mostraron oportunamente más poder que sus adversarios, Moisés contra los hechiceros de Egipto (Éxodo 8:18-19) y Elías contra los profetas de Baal (1º Reyes 18:20-40), para que se evidencie que solo en Dios está todo el poder y solo Él es digno de toda confianza, y cualquier otro poder que se le enfrene más tarde o más temprano está condenado a perecer.
CAPÍTULO 12
Comenzamos con este capítulo una serie de visiones intermedias que nos detallan y argumentan los mismos sucesos que estamos viendo desencadenarse con el desarrollo del rollo.
Aparece una mujer con una gran gloria (vestida del sol), con señorío celestial (luna bajo sus pies), y con potestad de reina sobre el pueblo de Dios (corona de doce estrellas). Realmente en este primer momento el texto apunta de una forma directa hacia una mujer especialísima, una mujer concebida con estas características en la mente de Dios, y por eso manifestada ya desde el principio de la historia de la salvación en la palabra de Dios (Génesis 3:15), por lo mismo que aquí en este capítulo de resumen sintetizadísimo de la historia de la salvación encabeza el texto, mostrando su medular importancia en la misma, y su elección por Dios desde un principio a ser lo que aquí se nos muestra; por todo lo que el texto profético discretamente nos insinúa que ella "aparece" en el cielo, como gran señal, para así siempre cumplir su misión de colaborar, ayudar, y auxiliar como nadie en la salvación de los hombres; es pues María la madre de nuestro Señor que en este capítulo tiene un papel relevante.
Ahora bien, como historia resumida que es, la mujer pasa una y otra vez por varios significados, señalando así momentos y personas de importancia en la historia de la salvación, por esto la vemos seguidamente simbolizando la comunidad fiel y santa que en Israel antes de Cristo esperaba con deseo, llanto y gemido, la llegada del Mesías (clamaba con dolores de parto),pero que sin duda se refiere ante todo a María, traspasada de dolores, como le profetizó Simeón(Lucas 2:35), engendrando a la iglesia con ellos junto a la cruz de su Hijo.
Aparece seguidamente en la escena, el que desde un principio fue declarado enemigo de la mujer y de su simiente, la cual es Cristo (Gálatas 3:16), el enemigo por excelencia del pueblo de Dios, y encarnizado enemigo también de María la Virgen, Satanás, situándonos así el texto en la confrontación de ambos desde un principio, es decir entre el pueblo de Dios y este espíritu del mal, y después entre María una vez que iba a ser la madre de nuestro Señor y él mismo.
Este demonio aparece en el cielo, porque además de ser en el marco de una visión, el tiene su morada en él, en el cielo cósmico, es un demonio sangriento, incitador de guerras y del ardor de todo tipo de pasiones (rojo), tiene una inteligencia plena y perfecta comparándole con la humana (siete cabezas), además de un poder grande sin llegar a ser absoluto ni mucho menos como el de Dios (diez cuernos) y también una autoridad y dominio pleno comparándole a la que puede tener un hombre (siete diademas). Su historia es esa que en tan buena síntesis se describe, arrastrar tras sí a una parte de los ángeles en su rebelión convirtiéndoles en demonios igual que él.
Este demonio es el mismo que con un odio infernal siempre quiso matar desde su mismo nacimiento a nuestro Señor Jesús como claramente se puede ver en los pasajes del evangelio de Mateo, que narran los primeros hechos relacionados con su vida, con su venida a este mundo (Mateo 2:13-23), pero como esto no podía suceder, el Señor después que cumplió con la voluntad de su Padre se sentó a su diestra para gobernar sobre todo, y particularmente sobre todas las naciones, rigiéndolas con gran poder, autoridad y severidad (vara de hierro), ya que son rebeldes a Dios y fieles a la dirección de Satanás.
Ya cerca de los tiempos finales habrá en la iglesia producto del consistente soplo del Espíritu, un gran crecimiento en cristianos que buscarán insistentemente la presencia de Cristo apartándose de la corriente de pecado y toda especie de maldad imperante en el mundo (huída al desierto), estos que van en ese sendero de luz serán guardados de los asesinatos causados por la persecución del Anticristo.
Hay referencias en ese pasaje a la vida de María que con motivo de la persecución hecha contra la iglesia en Jerusalén (Hechos 8:1), salió de esta ciudad y estuvo en el desierto un tiempo necesario protegiendo su vida hasta que pasado el peligro volvió a ella.
Después vemos la llegada de uno de los momentos decisivos para el diablo, tanto que él no quisiera que llegara nunca, para mantenerse como príncipe y dios de este siglo, pero no le quedará más remedio, pues aún con todo lo que ha tratado de detener la llegada de ese momento, llegará, su estrategia es mantener el pecado y desarrollarlo de todas las más diversas formas sin que llegue nunca a una máxima expresión, que él sabe daría lugar a un juicio definitivo como en Sodoma y Gomorra, y por eso hasta un cierto punto él detiene el misterio de la iniquidad, pero una vez que él sea quitado de en medio, derribándolo de su potestad, autoridad y dominio, haciéndolo caer en la Tierra, tendrá que jugarse su última y más poderosa carta, el Anticristo, para tratar de llevarse consigo, a la condenación eterna que tan próxima tendría, a todos los más que pueda (2ª Tesalonicenses 2:7-10).
El poderoso ángel Miguel, principalísimo ángel del cielo, ángel de batalla, de lucha, jefe de los que pelean las batallas de Dios, derribará a Satanás y a sus demonios que moran con él en lo alto del cielo cósmico, desde donde engrandecido guiaba espiritualmente al mundo con sus mentiras, por lo que se recuerda, es la serpiente antigua que con su astucia engañó a Eva, viniendo también a colación ese pasaje pues de él viene la enemistad de toda la historia entre la mujer y Satanás, la mujer, pueblo fiel de Dios y a la vez María, cosas ambas que se relacionan, pues María como ejemplo de fidelidad a Dios representa a los fieles y verdaderos creyentes de toda la historia, cosa esta que nos quiere indicar el texto y es a la vez por todo esto la madre de los creyentes en Cristo, la iglesia (verso 17).
El suceso de derribamiento de Satanás a la Tierra es decisivo para la aceleración de los hechos que conllevan a la venida de Cristo e instauración del reino de Dios en la nueva creación, Satanás lo sabe y por eso siempre se ha resistido a la llegada de este momento, pero una vez llegado se anuncia la inminencia de esta salvación, con la bendición adicional de que desde ese momento no podrá acusar más a los cristianos, una de sus fundamentales malignidades, para lo cual en la increíble justicia, paciencia, y consecuencia de Dios, se le permite llegar a su presencia para hacerla (Job 1:6-11), mostrando Dios hasta sus últimas consecuencias que el bien no vence por la fuerza, lo cual trata de hacer el mal, sino por su razón, por lo mismo que esos fieles cristianos, que vivieron bajo el dominio del imperio romano, vencieron a este demonio que los acusaba, como a todos los cristianos, no con la violencia, sino con su fe verdadera en Cristo, por cuyo sacrificio eran limpios de todo pecado y por cuya fe testificaron con palabras y obras de Él llegando incluso al martirio.
Satanás, ya vencido por nuestro Señor en la cruz, legal y oficialmente, nunca acató como era lógico, evidente y consabidamente esperado por Dios, esta sentencia legal, sino que mantuvo sus desafueros diabólicos, por lo que llegado el tiempo según la paciencia de Dios fue ejecutada la sentencia y derribado de su posición de dominio, para luego ser condenado definitivamente, lo que conociéndolo él, lo hará llegar a la Tierra con toda ira, haciendo de esta un verdadero infierno para todos los que no se le sometan, el cosmos quedará libre de él y los suyos, al igual que todos los que moran en el cielo de Dios, a donde él iba para hacer la obra contraria a la que los ángeles y santos hacen, intercediendo por la iglesia en la Tierra, a acusar. En la Tierra, sin embargo, se concentrará todo ese mal, para que así llegando el sistema de pecado a su clímax, tenga su final definición.
Una vez llegado Satanás y sus demonios definitivamente a la Tierra tratan de hacer resbalar o caer con toda su falsedad y poder a los cristianos de toda consagración, sabiendo que de lograrlo sería la más importante baja para Dios (persecución a la mujer), pero estos cristianos fueron asistidos con el poder y gracia del Espíritu de Dios, que los hizo ir con mayor rapidez y poder, a la postura espiritual de toda virtud a la que ellos querían y estaban buscando llegar (alas de la gran águila para llegar al desierto), para ganar así la protección total de Dios en los tiempos de la gran tribulación comandada por el Anticristo.
Satanás trató de arrastrar a estos cristianos al pecado usando hasta sus más poderosas armas (río arrojado de su boca), pero estos cristianos con su vida de humildad y humillación máximas (tierra) no dejaron llegar a ellos todas estas malignas influencias, lo que hizo que con esta nueva derrota fuera mayor su ira, la que no le quedará otro remedio que desatar contra esos otros cristianos de no tanta consagración, destapando contra ellos una persecución sin igual en la historia, con el objetivo de exterminarlos a todos (resto de la descendencia de la mujer), para lo que se emplea la imagen del diablo esperando a orillas del mar la subida, es decir, el surgimiento del último imperio, esto en plena concatenación con una idea e imagen tradicional en las Escrituras, donde como en el libro de Daniel, se representan los imperios saliendo del mar, que simboliza al mundo en sus turbulencias, caos, peligros, e inestabilidades, que dan lugar a estos imperios (Daniel 7:2-3).
En el texto hay referencias a la vida de María, la madre del Señor, se observa la hostilidad de Satanás contra ella para rebajar y entorpecer su vida de ejemplar y grandiosa pureza, santidad y espiritualidad, que le hizo merecedora de ser llevada al cielo (alas de gran águila) y recibir un lugar y gloria únicas (verso 1), y ser madre no solo de Cristo sino de todos sus hermanos por la fe, la iglesia (verso 17).
CAPÍTULO 13
El imperio que surge es descrito de forma muy semejante al mismo diablo, dado que este se manifestará en aquel en toda su plenitud prácticamente. En el caso del imperio, las siete cabezas y los diez cuernos tienen significados adicionales, entre los que están los emperadores romanos, que se opusieron a los cristianos una vez que estos dejaron de ser unos pocos (siete reyes) dado que este nuevo imperio es presentado como un resurgir o una prolongación del antiguo imperio romano, y el Anticristo como un emperador más, que hace revivir en el mundo el dominio de los césares, y especialmente de los que combatieron a los cristianos y por ende a Dios, siendo además de vidas muy impuras (nombre blasfemo en sus cabezas). Los diez cuernos representan a los diez gobernantes, que unirán su fuerza y poder para establecer el imperio, compartiendo así su gobierno, hasta que se lo entreguen todo al Anticristo. Será un imperio de una expansión muy rápida (leopardo) con relativa corta duración, de gran poder conquistador y avasallador (patas de oso), y con más fuerza aún en la soberbia de las palabras contra Dios del que lo personifica, pues con el término "bestia" se simboliza al imperio y al que lo lidera; para el cual son también todos los atributos de plenitud de poder diabólico, dominio y poder de Satanás, y gran autoridad.
El Anticristo establecerá un sistema de poder y de gobierno que por sus características hará recordar al imperio romano, el será semejante a lo que fue un césar romano, como el propio Domiciano, perseguidor de los cristianos y promotor del culto a sí mismo como emperador-dios, representado como todos los demás por las siete cabezas, y que a su vez, al ser revivida una de ellas, es revivido un césar más, un último césar, que está prefigurado o tipificado por cualquiera de estos corruptos emperadores, perseguidores de los santos, y a la vez por todos. Por lo que al percatarse el mundo, que tiene ante sí al imperio romano en una nueva versión de mucho más poder aún, por todas las circunstancias de un mundo ultramoderno, y por todo el poder, dominio y autoridad, que le ha sido concedido por Satanás, a este y a su guía, que son como una misma cosa; le adorarán, ante tanto poder nunca visto, se someterán con todo el corazón, con toda su mente, conciencia, voluntad, con toda su persona, ante este imperio que los deslumbrará, sintiendo que es una fuerza y poder realmente invencible.
El imperio no quedará en eso, prontamente el enviado de Satanás irá revelando su carácter diabólico, blasfemando duramente contra Dios, contra su cielo, y contra sus santos y ángeles que moran con Él allí, preparando así al mundo para establecer la más terrible persecución contra los cristianos jamás desatada, que seguidamente impulsará por tres años y medio, y en este su tiempo de mayor esplendor, dominará sobre todas las naciones del mundo y matará a cuantos cristianos no sean especialmente guardados por el poder de Dios. Todos los que sean miembros verdaderos de la iglesia o aún no siendo de ella, reverencien y respeten profundamente a Dios, no caerán en la adoración al Anticristo y a su imperio, y mantendrán la salvación que Cristo les ha proporcionado desde los comienzos del planeta, lo que por supuesto causará los martirios, para lo cual se da la advertencia siguiente que debe ser escuchada con receptividad y entendimiento espiritual, pues el cristiano deberá aceptar con humildad y mansedumbre lo que le venga por voluntad de Dios, para ser probado en esa hora final en la fe y la paciencia, y no traicionar a su Señor, si es muerte, muerte y si es cárcel, cárcel.
Seguidamente vemos a una gran organización y potencia religiosa, que surge con un fundamento terrenal, sus ideas, criterios y doctrina son terrenales (subía de la tierra), es una organización que declaradamente surge para hacerle el juego al Anticristo, para apoyarle, para ayudarle en su objetivo de ganar la adoración del mundo, tendrá apariencia cristiana (cuernos como de cordero), pero su espíritu y por ende sus mensajes son diabólicos (hablaba como dragón); esto es lógico dado que el Anticristo no es un personaje cualquiera, ni una figura política más, sino una manifestación carnal del mismo Satanás, que por tanto busca la adoración que solo le pertenece a Dios, necesitando por esto de una cobertura religiosa, que le garantice este objetivo esencialísimo de su cometido y misión diabólica, esta organización tampoco tiene lugar sin un gran guía maligno, que la personifica, el falso profeta, también investido de grandes poderes diabólicos que usa para atraer al mundo hacia la primera bestia.
Esta organización y su líder ejercen toda la autoridad que tienen el Anticristo y su imperio sobre el mundo, al completo servicio de los intereses de estos últimos, al punto de ser hechos por el falso profeta los milagros más poderosos en pro de la adoración a este hijo de Satanás, tales como darle vida a una estatua de ese personaje para que hable y diga quién no le adora, para matarle. Su control sobre el mundo es total, absoluto, no permitiendo a los que no adoran al engendro del diablo, a los que no son suyos ni le pertenecen (no llevan marca en la mano o en la frente) comprar ni vender nada.
Y para tener una confirmación más de lo que es esta bestia primera, se nos muestra como lo humano, caído, terrenal, imperfecto y pecaminoso, en toda intensidad (su número seiscientos sesenta y seis), por eso es un "número de hombre" pues representa toda la imperfección, debilidad y pecaminosidad del hombre, elevada a toda potencia, pues el Anticristo es un hombre lleno de toda la imperfección, al ser lleno de toda la naturaleza de Satanás. El texto insinúa un tratamiento extrabíblico para interpretar el significado del número, por el que algunos se han ido, sin embargo en realidad es consecuente con la metodología de interpretación de los números en toda la Escritura, con más fuerza usada en este texto del Apocalipsis, siendo el seis el número de lo imperfecto, y el de lo humano y pecaminoso en casos como estos, repetido tres veces como símbolo de intensidad.
CAPÍTULO 14
Continúan en este capítulo las visiones intermedias y aclaratorias, para con una idea más exacta y completa de todos los sucesos relacionados con el fin, y con los mismos juicios de Dios para este tiempo, pueda comenzar nuevamente el desarrollo del rollo y comprendamos cabalmente en todos los aspectos el porqué de este desenlace.
Se nos presentan a los muy fieles siervos de Dios, quienes le pertenecen plenamente a Él y a Cristo (nombre del Cordero y su Padre en las frentes) llegar intactos a la salvación, a la nueva Jerusalén, ciudad de Dios (monte de Sion), guardados de todo mal, especialmente de los que acontecerán con motivo de la persecución del Anticristo, lo cual se quiere resaltar una vez pasado el capítulo anterior y visto detalles sobre ese duro episodio.
Llegados a esta salvación, pronunciarán alabanzas y acciones de gracias muy sentidas, de su propia experiencia, la que nunca antes había tenido una multitud como esta (cántico nuevo que nadie podía aprender), siendo por esto sus cantos de mucho amor, reverencia, gracia, y armonía (arpas) que se escuchará poderosamente por la multitud de sus voces (sonido como de un gran trueno).
Se puede observar nuevamente a los "ancianos" sin su acostumbrado "veinticuatro", y es porque su número se abre nuevamente a un crecimiento, con la llegada o el ingreso en el reino celestial de una multitud considerable de santos.
Ellos fueron cristianos de una gran santidad (vírgenes), haciéndose también referencia con el término insinuante de "vírgenes", a que una gran parte, la mayor parte de estos cristianos y cristianas, tendrán voto de castidad, cosa no extraña en la iglesia, aún desde sus comienzos, mientras que todos los que en ese grupo estén matrimoniados vivirán su don como Cristo manda (Efesias 5:21-33), pues son obedientes y fieles en todo, habiendo vivido una vida sin doblez, hipocresía y engaños, siendo por esto como el gran y primer fruto del pueblo redimido en esos tiempos del fin.
Prosigue el texto con mensajes que nos anuncian de un modo u otro la proximidad de los juicios de Dios, nuevamente presentados con las copas de su ira, que se dejarán ver en el capítulo posterior al siguiente.
El primer mensaje es un verdad eterna que brinda eterna vida al que lo vive y practica, que resalta con fuerza una vez que se aproximan los juicios de Dios y el posterior establecimiento de su reino, es una verdad que todas las personas como criaturas de Dios, a su imagen y semejanza e hijos suyos en este sentido (Lucas 3:38), deben vivir y practicar, por lo que se expresa el deseo de Dios que todos lo cumplan y puedan pasar a la vida eterna, ya que el sentir de Dios es que nadie se pierda, y desea que aunque fuera en los últimos momentos las naciones se vuelvan a Él. Como tal, el mensaje nos refiere, que todos debemos darle a Dios el respeto, honor, honra, gloria y adoración que merece por ser entre otras cosas el Creador de todo y de todos, Autor de todo bien.
El siguiente mensaje nos anuncia la caída de Roma, capital de ese imperio último que ha de surgir, una ciudad en que ha de morar en toda una gran primera parte, el hombre malvado, el hijo de perdición, enriqueciéndola hasta lo sumo, habiéndola convertido en centro de iniquidad y del mundo, arrastrándolo tras sí en su idolatría, perversión y maldad (prostituta que emborrachó a todas las naciones con el vino de su fornicación). La caída de la ciudad fue por obra de los diez gobernantes del imperio ante la necesidad de fortalecer al máximo la autoridad del Anticristo; quitándosela a la ciudad, producto de la situación de guerra que le sobrevino a este de parte de las naciones encolerizadas por los juicios de Dios.
El tercer mensaje les advierte a los que no se guardaron de darle adoración al Anticristo, que caerán sobre ellos con toda fuerza y rigor los juicios de Dios que serán enviados a la Tierra poco tiempo después, yendo además a la condenación eterna donde padecerán por siempre, y a donde serán echados por los ángeles en presencia de Cristo, a quien tanto negaron y ofendieron.
Este será el fin de quienes entregaron sus vidas al enviado de Satanás, mientras que los cristianos y específicamente esos que no llegaron a una excelente consagración, pero serán creyentes en Jesús, miembros de su iglesia, pueblo santo de Dios, tendrán que mantener la fe y la paciencia en medio de los momentos más duros que vivirán los fieles y creyentes en el Dios verdadero en toda la historia, por eso son especialmente bienaventurados estos creyentes que mueran fieles al Señor en este tiempo, tendrán un muy meritorio descanso en la presencia del Señor, pues sus obras de fidelidad testificarán en todo momento sus méritos (sus obras los acompañan).
A continuación se anuncia lo que será la venida del Señor, Rey sobre toda la creación celestial y material (corona de oro), y lo que acontecerá con su sola aparición en el cielo a sus fieles y a sus enemigos. Cuando este esperado suceso acontezca, esos muy fieles cristianos que guardados por el poder de Dios habrán llegado con vida en la Tierra a ese evento, estarán en una muy óptima postura espiritual (mies madura), dado que no obstante haber sido guardados con vida, vivieron las pruebas más duras que hayan vivido jamás creyentes en el Dios verdadero, y que hayan sobrevenido al mundo en general, por lo que ya al final será aún mayor y más perfecta su santidad conforme al propósito de siempre de Cristo, presentarse una iglesia inmaculada en su llegada a la Tierra (Efesios 5-27), a la cual alzará de esta para que vaya a su encuentro en lo alto (1ª Tesalonicenses 4:17). Esto no quiere decir, que no sobrevivan un cierto considerable número de cristianos, tan mediocres, que no tuvieron siquiera la gloria de ser sacrificados por Cristo, no habiendo sido asesinados por la persecución del Anticristo pero mucho menos aprobados para entrar en la gloria de Dios (Mateo 25:1-13, 13:47-50).
Así, con ese arrebatamiento de la iglesia, Cristo siega la mies de la tierra, cosecha los frutos de su siembra, iniciada por él mismo, con su obra en la Tierra, sellada con su muerte y resurrección.
Por otra parte con esta misma venida de Cristo con sus ángeles poderosos (ángel con hoz afilada), se le dará un juicio definitivo en la Tierra a los que luchan contra Él. Los ángeles son resaltados en ese pasaje porque realmente tanto para salvar como para juzgar estarán presentes. En el primer caso, tal como refiere el texto apocalíptico, el Señor descenderá del cielo a la señal de la voz de un arcángel (1ª Tesalonicenses 4:16), mientras que seguidamente enviará a sus ángeles a juntar sus elegidos (Mateo 24:31) para el citado arrebatamiento. Además estos textos nos muestran los toques de trompetas celestiales que darán los ángeles anunciando el fin, mostrado también en 1ª Corintios 15:52.
Todo esto evidencia la activa participación de los ángeles en este momento final, haciendo con toda su actividad a favor de la salvación de los justos que quede el escenario completamente listo para la destrucción de los malvados, participando con su presencia en la ejecución de este hecho. Serán todos ángeles muy cercanos a Dios, querubines (del templo), que por su poder tendrán acceso y participación en todos estos eventos, adiestrados en el cumplimiento de los juicios de Dios con gran poder (encargado del fuego).
El final será trágico para los enemigos de Dios, esos que se atrevieron a desafiarle adorando y siguiendo al Anticristo, aún hasta intentar guerrear contra Él, morirán ante el poder de Dios en una cantidad verdaderamente innumerable, habiendo por esto un sin par derramamiento de sangre, debido a lo que se simbolizan a los malvados con racimos de uvas maduras, por adquirir ellas en este estado ese color rojo, que representa no solo la sangre que de ellos va a ser derramada, sino el ardor de todas sus pasiones y concupiscencias, la embriaguez de todo tipo en la que vivirán, y más que todo en este pasaje, el ardor de la ira de Dios contra ellos por esto mismo, y aún más por la idolatría a Satanás en el personaje enviado por él, siendo así que serán en ese día del regreso de nuestro Señor como exprimidos por su gloria, poder, y palabra de autoridad, dando lugar a un mar de sangre (sangre hasta los frenos de los caballos por mil seiscientos estadios).
Ahora bien, como todavía en este capítulo, estos sucesos son anuncios de ya próximos eventos, a esa altura de los acontecimientos, pero no hechos consumados, trasciende al otro capítulo la muestra que aquí se nos da de la tremendamente grande ira de Dios (gran lagar de la ira de Dios), que ha de ser derramada sobre todos los que se decidieron por el maligno, una porción de la cual se dejará ver en los próximos juicios representados por las siete copas de la ira, siendo definitivamente derramada, como aquí es anunciado, en el día de la venida de Cristo.
CAPÍTULO 15
Si en el capítulo anterior se nos muestran los cristianos plenamente consagrados salir intactos y aún perfeccionados en cuanto a sus vidas espirituales, en este se complace el texto en mostrarnos el destino de todos los que padecieron y fueron muertos por causa de la persecución del Anticristo. Vemos también en la escena a los poderosos ángeles que se han escogido para ser ejecutores de los poderosísimos juicios de Dios, que pondrán punto final a su ira con el mundo pues acabarán con su sistema de pecado. Estos juicios pertenecen a la misma serie y momento que los descritos en los capítulos ocho y nueve, pero están mostrados de una forma más conclusiva y determinante, llevados además hasta su definición.
Vemos pues ante la presencia de Dios (mar de vidrio) los mártires cristianos que con su muerte vencieron al hijo de perdición, y siendo santificados por su persecución están con toda pureza (mezclado con fuego) ante su santidad, dando alabanzas a Dios por su señorío, por la inescrutable sabiduría con la que ejecuta sus designios para el bien, para la santidad de todos, especialmente la de su pueblo, en el que todos los que realmente la deseen la encuentran. En esta mansedumbre que se somete al señorío y gobierno de Dios (Rey de los santos), que la alaba y reconoce, expresan las enseñanzas de Cristo a su iglesia (cántico del Cordero) en la conducta a seguir como hijos de Dios ante el Padre, pero además las alabanzas están en función de los juicios de Dios que van a ser enviados a la Tierra en instantes, y desde ese ángulo resaltan el poderío de Dios para ejecutar sus juicios defendiendo a su pueblo, peleando por él, como Dios que sabe dar el debido merecido a los que le han hecho mal a los suyos (Romanos 12:19-21), enseñanza esta que se observa claramente desde las plagas enviadas a Egipto pasando por los otros libros de la ley, los profetas, y el Antiguo Testamento en general (cántico de Moisés), y que domina el enfoque de las alabanzas por ser circunstancias que se le apropian, siendo así que son primero "cántico de Moisés". Las naciones, es decir todas las gentes que estén con vida después de todos los juicios y alcancen la venida del Señor, después de los primeros terrores, se humillarán ante Él, le reconocerán, se dolerán, le adorarán, e irán a su encuentro; sin embargo, esta será más que todo una demostración del poder del Señor, que vencerá al final a las naciones que siempre fueron enemigas suyas, cumpliéndose la profecía del Salmo 110 (109) "siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies", pues el Señor no llegará a la tierra, sino que esta pasará estando Él en lo alto, como pasó el cielo cuando Él iba a entrar en él (Apocalipsis 20:11), y así se dará paso posteriormente al juicio final, a donde serán llevadas para juzgarles todas estas naciones, es decir personas, que vivieron en la Tierra el gran suceso de esta gloriosa venida y todas las que vivieron en todas las épocas y no fueron fieles pertenecientes al pueblo de Dios, habiendo no obstante muchos que le respetaron en mayor o menor medida, demostrando fehacientemente con hincapié su fe, con muchas obras de servicio al prójimo según el grado de su respeto por el Señor, por las cuales fueron reconocidos en el juicio, aprobados y por ende salvados (Apocalipsis 20:12; Mateo 25:31-40).
Después de vistos los anuncios que brindan estas alabanzas, se prosigue con otros más cercanos a los hechos aún, en los que podemos observar, como en el versículo diecinueve del capítulo once, que todos estos juicios tienen su origen en Dios mismo y cuentan con todo el respaldo de su poder, de su santidad, de su presencia, y de su ley, y conforme a ella serán hechos (abierto el tabernáculo del testimonio), por lo que querubines, los ángeles de más gloria, poder y santidad, ejecutarán directamente los juicios (ángeles del templo), y esto para mostrar el correspondiente poder e importancia de los mismos, pues los ángeles primerísimos, más cercanos a Dios, serán los dignos de ejecutarlos, ellos son respecto a los demás ángeles, aproximadamente como los sacerdotes con respecto al resto del pueblo de Dios, son los sacerdotes entre los ángeles del cielo (lino limpio y brillante, ceñidos por el pecho con cintos de oro) y así algunos de ellos (uno de los cuatro seres vivientes) dan la autoridad de parte de Dios de derramar su ira (copas de ira entregadas) a los escogidos por el Señor para ello (siete ángeles), de esta manera se estará mostrando el poder de Dios sobre el mundo como nunca antes, tanto que será de respeto para los mismos ángeles (templo lleno de poder de la gloria de Dios, ante la que nadie podía pasar a él).
CAPÍTULO 16
Habiéndose dado autoridad, voz de aviso y mando de parte de Dios por algunos querubines a los otros, encargados de derramar estos fortísimos juicios de Dios (voz desde el templo), comienzan a caer sobre la tierra, habiéndose retomado aquí después de una gran pausa la continuidad del desarrollo del rollo, con estos juicios que fueron anunciados y tienen lugar por el toque de la séptima trompeta.
Los juicios aquí descritos son los principales y más representativos de una serie de males como estos que le sobrevendrán al mundo, después del tiempo de dominio concedido al Anticristo, para terminar con el dominio del pecado y dar paso con la venida de Cristo a la instauración eterna del reino de justicia, amor, y paz.
Los juicios están descritos en parte con el lenguaje del Éxodo como en el capítulo ocho, el primero es una plaga de úlceras malignas, dolorosas y pestilentes, que sale en la piel de los seguidores del líder satánico.
Seguidamente viene la contaminación tan grave en el mar que lo corrompe al punto de morir muchísimos peces y especies marinas, denotándose con esta y otras plagas sobre la naturaleza, la putrefacción que hay en el mundo y que Dios quiere reflejar en la misma creación.
Sigue a esta la contaminación en los ríos y las fuentes de agua dulce, en la que se descompusieron peces y otras especies y animales que habitan en ellos, dando lugar a que se mezclase la sangre de todas estas especies con el agua en cierta proporción, lo que hará que los adoradores del maligno beban con el agua gran cantidad de esta sangre en pago de toda la sangre justa que derramaron, sangre de cristianos y de sus poderosos exponentes, los testigos y profetas vistos en el decimoprimero capítulo. Hay referencias al ángel que por designio de Dios guarda, protege y cuida las aguas dulces del planeta de todo mal, que pueden ser provocados por demonios como se observa en el capítulo ocho versículos diez y once, este ante estos juicios reacciona no obstante alabando a Dios, reconociendo su santidad y justicia en ellos, pues paga como merece a los que tanto mal le han hecho a los suyos. Los ángeles del cielo hacen eco de estos alabanzas afirmando la santidad, veracidad y justicia de Dios con estos juicios, por la misma causa (otro que habla desde el altar). El texto refleja estos reconocimientos en medio de los juicios para que así como los santos ángeles sintamos de igual forma los hijos de Dios, reconociendo que la severidad de estos juicios es conforme a toda la santidad, veracidad y fidelidad de Dios, que hace justicia a todos los oprimidos, los pobres, y los injustamente perseguidos y asesinados, como los cristianos en este caso, que además son sus hijos redimidos por el sacrificio de Cristo su Hijo Unigénito, que padecerán a mano de una generación entregada a Satanás.
Seguidamente vemos las quemaduras que sobrevienen a los hombres que hicieron caso del demonio, obviamente relacionado esto con la capa de ozono, que habrá cedido más y más a nivel mundial, hay un sobrecalentamiento de la atmósfera y la superficie terrestre, unido a que el sol estará calentando con mucha más fuerza, produciendo junto al debilitamiento crítico de la capa de ozono estas quemaduras muy fuertes en un ambiente en general de mucho calor.
Los hombres aún más reacios, ateos e irreligiosos, se darán cuenta que este deterioro tan grave y perjudicial en la naturaleza no puede ser explicado simplemente por causas naturales, sino que el poder de Dios está actuando sin que lo puedan ver, invisiblemente, detrás de todos estos males, pero sin embargo, no se arrepienten y vuelven a Él para darle la debida adoración y gloria, sino que le insultan y contra Él, blasfeman.
Como consecuencia también y entre otras varias cosas de todo este sobrecalentamiento excesivo y sin precedentes de la atmósfera y la superficie terrestre, se originó, especialmente sobre todo el imperio del Anticristo, semejante a lo que fuera la parte norte del antiguo imperio romano, una gruesísima capa de nubes que dejó todo ese territorio en una oscuridad casi absoluta, que fue llevando el malestar y la decepción unido al dolor de todas sus llagas a un grado extremo creando las bases y condiciones espirituales para la confrontación que se desatará, puesto que los hombres lejos de cambiar ante estas evidencias del poder de Dios mantienen sus blasfemias y dureza de corazón.
Comienzan pues los preparativos para la guerra, de la cual es un muy sugerente anuncio la seca del río Eufrates, representativo del oriente del imperio, pues se señala con este suceso la completa libertad y permisibilidad para el paso de todos los ejércitos de naciones que estén en esa región del planeta.
Seguidamente vemos al Anticristo y el falso profeta que bajo toda la influencia y poder de Satanás, envían poderosos mensajes que están respaldados a su vez por poderosos demonios (hacen señales) que se van expandiendo paso a paso por el mundo (a manera de ranas), sabiendo el fuerte rumor de guerra que existe en todas las naciones y que es imposible evitar la conflagración. Sus mensajes son por ende con el objetivo de desviar la atención de la guerra sobre él, y hacer con ellos, que se propagan solapada y progresivamente por el mundo en todas las direcciones (a manera de ranas), enemistar las naciones entre sí, mentir y engañar de unas y de otras para que siendo entre ellas la guerra, conservar así el dominio de la situación (para reunirlos a la batalla). Las naciones subirán no obstante contra él (Daniel 11:40-45, Zacarías 14:1-3), mientras que por su tan incomparable superioridad en inteligencia y poder, no solo estará venciendo consistentemente de una manera absoluta, sino que con esa misma consistencia irá tomando el control pleno de toda la situación, militar, espiritual y sicológicamente, es decir, sobre las mentes, conciencias, y sentimientos de todos ellos; haciéndolos volver espiritualmente otra vez a la postura de sometimiento con respecto a él que tenían antes, saliendo airoso y conforme a lo que trazó ante esta situación bélica, por lo que el texto insiste en un total dominio de la situación de punta a cabo conforme a su idea, diciendo por eso en un principio "para reunirlos" y finalmente "los reunió".
Sin embargo lo que no puede imaginar ni el Anticristo ni nadie en el mundo, es el momento, la hora, o el día en que irrumpirá en el cielo Cristo, el Señor (vengo como ladrón), a pesar de que esta guerra, Satanás sabe es de lo ultimo que ha de pasar en esta historia presente de impiedad, y por esto también su tarea de someter más y más a esos ejércitos, para cuando llegue Cristo, sea el momento que fuere, tenerlos incluso dispuestos a guerrear contra Él (Apocalipsis 19:19). El nombre de Armagedón es para confirmar la situación de guerra, pues este es el nombre de un cerro en cuyo valle ocurrieron guerras decisivas en la historia de Israel.
En estos ajetreos bélicos ocurre como antes se vio en los capítulos noveno y decimoprimero, el terremoto planetario, el terrible e incomparable terremoto que es una manifestación grande del poder de Dios (relámpagos, voces y truenos) para ya finalmente definir el destino del mundo. Roma, la gran capital del imperio, será fuertemente destruida (partida en tres), quedando todavía más para ella, la furia de los jefes de las naciones que están con el Anticristo; no repararán en ella, no queriendo que nada haga sombra a la autoridad de este en momentos que la necesita, precisa, y requiere toda para él.
El terremoto fue tan fuerte que removió los cimientos mismos del planeta, muchas islas quedaran anegadas, y montes rebajados y desvanecidos, mientras cayó la granizada más grande y terrible que jamás haya caído sobre los hombres, siendo además de carácter mundial, arrancando más y más blasfemias que nunca, pues fue una verdadera avalancha de piedras de hasta cerca de cien libras imposibles casi de imaginar, y que el texto mismo reconoce como un juicio terrible y tremendo, parte, lo mismo que el terremoto, de una manifestación temible del poder de Dios, anunciada ya con el toque de la séptima trompeta en el capítulo decimoprimero versículo diecinueve.
CAPÍTULO 17
Se da paso en este capítulo y el siguiente, haciendo un intermedio aclaratorio más, a detallar un aspecto muy importante para los cristianos, la decisiva caída por la mano de Dios de la ciudad que fue y será hostil por excelencia a El y a sus discípulos: Roma. Pues se trata de que una vez conquistada esta ciudad por Dios con la sangre de Cristo y de una inmensa multitud de sus discípulos, y en la que dejó su sede como muestra y trofeo de su victoria, esta volverá a ser hostil hasta la muerte con los hijos de Dios, pues se reeditará en gran medida en este nuevo imperio aquel antiguo que regido por Roma condenaba en masa a muerte a los cristianos.
Entonces un querubín, uno de esos poderosos ángeles que derramará los juicios decisivos de parte de Dios sobre la Tierra (ángel de las copas), se encargará de mostrarle a Juan el igualmente poderoso designio y juicio de Dios sobre la ciudad impía, la ciudad que dominará sobre el mundo (sentada sobre muchas aguas) y la arrastrará a la idolatría, el vicio y la perversión (lo emborrachará con el vino de su fornicación), con los deleites temporales y embriagantes de su pecado (vino).
Fue trasladado Juan en visión al desierto, se encontraba allí en la visión, como señal de lo apartado del mundo y a la vez concentrado en la dirección del Espíritu que Dios lo quiere para recibir y asimilar esta visión.
Vio Juan esta ciudad (mujer) asentada y fundamentada en su imperio (sentada sobre la bestia) prominentemente, como rectora, mientras que este imperio será una encarnación viva de Satanás, con sus mismas características (los mismos rasgos), donde presidieron en su primera versión y lo hará en la última, una serie de gobernantes enemigos de Dios por sus posturas y todas sus obras (cubierta de nombres blasfemos).
La ciudad no tenía paralelo en sus riquezas, la gloria de este mundo brillaba y resplandecía en ella (vestido de púrpura y adornos de oro, perlas y piedras preciosas), con todo lo cual tenía a este embobecido, admirado, siguiéndole embriagado con todas sus seducciones y pecados (cáliz de oro lleno de toda inmundicia), ella será, pues, con su grandeza mundana (La Grande) la causante de todas las abominaciones y pecados terribles ante Dios que se estarán cometiendo en el mundo en ese momento (madre de las abominaciones del mundo). Esta ciudad fue el lugar del crimen de numerosos cristianos de los primeros siglos (ebria de la sangre de los santos) y será igualmente sitio de muerte de otros muchos discípulos de Cristo en los tiempos finales (ebrio de los mártires).
El texto nos quiere sugerir con el asombro de Juan, que grande será el asombro en todos los habitantes del mundo ante el surgimiento de este imperio tan parecido al antiguo imperio romano, acontecimiento que unido a la gloria mundana incomparable que alcanzará este diabólico sistema, será causante de la adoración del mundo, que dirá, ¿quién podrá vencer este poderosísimo imperio?, y adorarán al diablo, a su enviado y a su imperio (Apocalipsis 13:3-4).
El texto se presta no obstante a aclararnos lo referente a ese insólito hecho, y hablándonos como hasta ahora para el futuro, nos dice desde él, que este imperio fue, existió, y no será más hasta que el nuevo resurja por un poco de tiempo, causando la admiración más grande en todos los habitantes del mundo excepto en los cristianos sinceros y en los que con la misma sinceridad respetan y reverencian a Dios.
Prosiguiéndose con los detalles para confirmar lo expuesto, se muestran los significados de las siete cabezas, que son los siete montes conocidos sobre los que se fundó la ciudad de Roma y a la vez, los emperadores suyos, del imperio antiguo, quienes son referidos para mostrar la unidad de uno con el otro, del antiguo con el venidero. Los "siete reyes" representan a todos los emperadores de Roma que después de que el cristianismo surgió y se fortaleció fueron de una manera u otra hostiles a él y lo combatieron, llevando todos una vida deplorable ante Dios, pasando por el que gobernaba en los tiempos mismos de la revelación, en los que se sitúa Juan en este caso, para poder mostrar con exactitud el sentido pleno del símbolo. El Anticristo es como un emperador romano más(es el octavo y es de entre los siete) mientras que el séptimo representa al último emperador hostil contra los cristianos en aquel imperio romano y que estuvo en el poder relativamente poco tiempo después de perseguirlos.
El imperio, como se pudo ver en el capítulo trece, estará compuesto por diez gobernantes (diez cuernos) que liderados por el Anticristo compartirán el gobierno del imperio, hasta que por circunstancias en que sea necesario fortalecer la autoridad de este, como la guerra, pondrán toda la suya a servicio y en función de este hombre malvado. Todos ellos se enfrentarán a Cristo en su venida y a los poderosos ángeles que vendrán junto a Él, pero serán, lógicamente, vencidos porque Cristo es Señor y Rey de todos y de todo.
Y por esas mismas circunstancias de guerra y el propósito de los diez gobernantes de poner su autoridad a los pies del hombre de Satanás, irán contra la gran ciudad de pecado, que representará la gloria y autoridad del imperio que dominará sobre el mundo, a través del cual dominará sobre el mismo la ciudad capital (sentada sobre las naciones), irán contra ella, sin embargo, para que saqueándola, acabándola aún sobre lo hecho por el terremoto, y quemándola, no quede autoridad alguna en el mundo que no sea la del Anticristo, que ya para esos momentos habrá hecho un tiempo que se habrá desentendido de la ciudad. Todo lo cual proviene de Dios quien al mismo tiempo que hará caer su poderoso juicio sobre la ciudad enemiga, querrá que se fortalezca al máximo, en ese momento, el Anticristo, para que así pueda dominar absolutamente y arrastrar espiritualmente a todos los que son suyos en el mundo, de modo que decidiéndose por él, lo sigan aún cuando Cristo aparezca en el cielo y enfrentándoseles mueran así todos los que se lo merecen.
CAPÍTULO 18
En plena continuidad temática con el capítulo anterior, en este se narra con detenimiento el juicio de Dios sobre la citada ciudad como muestra de la suprema importancia y alegría que conlleva para los discípulos de Cristo este hecho, pues se trata nada más y nada menos que del enjuiciamiento de la ciudad que una y otra vez fue escenario de multitud de homicidios contra los cristianos y corrompió al mundo con los más viles pecados.
El juicio a esta ciudad será muy poderoso por parte de Dios, viendo por eso Juan descender un ángel con mucho poder y gloria, y anunciar su definitiva destrucción, al mismo tiempo que evidencia la participación de ellos en todos estos eventos, la ciudad será tan extremadamente aniquilada que quedará como un desierto en su lugar (habitación de demonios y aves aborrecibles), como pago de parte de Dios de todo lo que corrompió al mundo con la multitud de sus pecados, su idolatría satánica promovida por el Anticristo, y todas las muchas perversiones que en ella se dieron lugar y que pasaron al mundo, por lo deslumbrado, admirado y muy beneficiado que se sentía económicamente con el poderío puesto por la ciudad al servicio del placer desenfrenado y corruptor, siendo así tan drástico y absoluto el juicio, que antes de ser derramado, Dios hará que salga su pueblo de allí, sacará su sede y todos sus santos para que no participen en tan temible juicio, como tantas veces lo hizo a lo largo de la historia con sus fieles, salvando a Noé en el diluvio y a Lot del juicio de Sodoma, al pueblo israelita ya corregido, de Babilonia próxima a ser destruida (Jeremías 50:8-20), y a los cristianos tal como les fue advertido por el mismo Señor, (Lucas 21:18-22) de Jerusalén, antes su inminente destrucción.
El juicio tendrá que ser tan severo que pague con la debida justicia a tanta impiedad acumulada hasta el cielo, a toda la maldad vivida en la misma ciudad, a toda la obra de corrupción hecha por esta en el mundo, y a todo su orgullo conque se ensoberbeció por su gran prominencia, vendrá sobre ella todo al mismo tiempo como una avalancha, con toda fuerza, quemándola finalmente.
Todos los gobernantes del mundo que vivirán según el ejemplo y la gestión de esta ciudad, lógicamente, se lamentarán viendo como en un momento fue derrumbada su gran ilusión, así mismo todos los comerciantes del mundo lamentarán sus pérdidas, por la desaparición de ese inigualable mercado que todo lo abarcará, lamentando, como hombres que viven para lo material, la pérdida de tantas riquezas en esa ciudad, fulminantemente, sin tener oportunidad de hacerse de ellas. Todos los marineros y navegantes que tanto partido sacan de esta ciudad por el abundante comercio por mar, igualmente lamentarán la pérdida del fruto de sus grandes ganancias que como un rayo ha dejado de ser, mientras tanto en el cielo se escucharán las alabanzas, que en el próximo capítulo se expondrán más ampliamente, pero que aquí ya se nos anuncia como muestra de el fuerte contraste de dos polos que son opuestos, el mundo y el reino celestial, los hombres del primero lamentarán, llorarán y se desgarrarán de dolor por la pérdida de lo que representaba su gran fuente de ganancias y lucro, su mina de oro, pensando solo y absolutamente en lo terrenal, en su vida y vicios mundanos, mientras que los que moran en el cielo alabarán con toda alegría y gozo el fin de la ciudad de pecado que tanto ofendió e hizo ofender a Dios, y tantas vidas costó a los santos y fieles de Cristo, haciéndoles por tanto justicia en esta absoluta destrucción, pues aunque gloria y honra para Cristo, los martirios son también por otra parte grandes injusticias que se cometen por instigación de Satanás y que claman por la justicia divina, son actos crueles y penosos para Dios, que llegan a Él (Salmo 116:15), y hacen que después de agotada la muy extensa paciencia de Dios se derrame su ira, además es objetivo primario y esencial de Satanás matar cuantos cristianos más pueda, como manera de acabar con ellos, intimidarlos y hacerlos retroceder y aflojar en todos sus empeños y obras, y es así que una vez que el cristianismo empezó a extenderse por el imperio romano, Satanás movió a los suyos e hizo que los emperadores empezaran a proclamarse dios, comenzando así los continuos y serios conflictos que originaron una mayor, considerable y periódica cantidad de martirios, pero aún más, cuando los cristianos empiezan a concurrir en Roma, haciéndose más y más y confluyendo en todos los ámbitos de la vida de la ciudad, Satanás convirtió la misma en un verdadero centro de idolatría y perversión mundial, produciendo así con toda intención un choque de ambos bandos en el mismo sitio, originando los masivos y continuos martirios en los circos de la ciudad, por eso en este retorno de aquella era en una versión moderna, Satanás buscará el centro de la iglesia de Cristo, buscará establecerse allí y hacer nuevamente de esa ciudad de Roma la mayor exponente del pecado y la corrupción a nivel mundial, para así golpear a la iglesia tratando primero de corromperla, pero no lográndolo buscará destruirla físicamente y amedrentarla como antaño, con la persecución más feroz, dándose lugar de nuevo a los martirios. Por eso será derribada la ciudad con un ímpetu pasmoso no quedando de ella nada, acabando con todos los encantos suyos que cautivaron al mundo, con toda su gloria, con toda la vida de diversión, goces, trabajo y desarrollo de su poderío, porque se le demandó toda la sangre de los justos y profetas del Antiguo Testamento más la de la iglesia del Nuevo Testamento (santos) derramada sobre la Tierra pues todos perdieron su vida por causa del mal y por luchar contra él, así por tanto en el derribo de esta ciudad impía por excelencia que tantos cristianos llevó a la muerte, se le hace justicia a todos.
CAPÍTULO 19
Comienza este capítulo con las alabanzas ya anunciadas en el anterior, que muestran el regocijo tan inmenso en el cielo por la victoria sobre esta ciudad, que no solo representa un acto de justicia a favor de los mártires cristianos y de todos los siervos de Dios, sino un paso más, muy decisivo, importante, y poderoso, en pos del fin del pecado y la creación de un nuevo mundo donde more la justicia, la paz, y el amor (2 Pedro 3:13).
Se escuchan a la inmensa e incontable multitud de ángeles en el cielo dar alabanzas con alegría y júbilo por la justeza del juicio de Dios contra la ciudad enemiga, a quien dio el pago merecido por sus injusticias e impiedades como defensor que es de su pueblo, quedando para la eternidad la memoria de este juicio tan poderoso, justo y oportuno (humo que sube por los siglos de los siglos).
Los santos y querubines confirman estas alabanzas con las propias en la plena humildad y adoración que siempre mantienen ante la presencia de Dios.
En la Tierra también toca alabar a Dios a toda la iglesia, y a todos los que no perteneciendo a ella respetan y reverencian a Dios en mayor o menor medida, pues están también con Él, y alcanzarán la salvación en el juicio final habiendo mostrado su temor reverente a Dios con mayores o menores obras de servicio al prójimo según el grado de ese respeto (Mateo 25:34-40), y es que además de la gloriosa significación que tiene para la iglesia la victoria de Dios sobre la ciudad impía y enemiga, y la desaparición de esta, este juicio ha dado paso a un evento aún mucho más glorioso y esperado por ella, ante el que debe alabar con insistencia a su Dios, la venida de nuestro Señor Jesucristo para buscarla y unirse con ella para siempre (bodas) (1ª Tesalonicenses 4:17), lo que la multitud inmensa e innumerable de ángeles celebra en el cielo con júbilo, alabando a Dios que con su poder venció a sus enemigos para establecer ya su reino (nuestro Dios Todopoderoso reina), habiendo gozo y alegría inmensa en ellos por la llegada de este hecho que le permitirá a la iglesia que está en el cielo, es decir a los santos que están en espíritu, tomar un cuerpo glorificado, resucitar, y junto a la parte verdaderamente fiel de la iglesia que esté en la Tierra, que transformándose sus cuerpos también tendrán cuerpo de gloria (lino fino, limpio y resplandeciente), subir al cielo al encuentro de su Señor y permanecer eternamente con Él (1ª Corintios 15:51-54), llevándole Cristo después del juicio final a su mansión, a su casa celestial (Juan 14:2), a la gran ciudad celestial de Dios, la nueva Jerusalén, donde se celebrará el banquete de las bodas (Lucas 22:30, Mateo 8:11, 26:29). La resurrección con cuerpo glorificado es solo para los verdaderos miembros de la iglesia de Cristo quienes con la santidad alcanzada por sus buenas obras a través de la gracia del Señor desde la cruz merecen esa dignidad y gloria (el lino fino en las acciones justas de los santos), siendo así de los bienaventurados que pueden participar de tal cena festiva con Jesucristo (Mateo 22:1-14) Maravillado Juan por las tan gloriosas e importantes profecías estas para un sincero y verdadero cristiano, mostrándolas además un poderosísimo y glorioso ángel, lleno evidentemente de emoción, se mueve a adorarle como si este fuera el autor de tales revelaciones divinas, a lo que el ángel al instante le advierte que no lo haga, pues él es un siervo de Dios igual que el propio Juan y todos los demás cristianos y que está por ende trasmitiendo el mensaje de Jesús que es el verdadero autor de la profecía (el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía) que lo adora a Él y al Padre, por tanto, que son la fuente de toda verdadera profecía y revelación como esta, las cuales son palabras reales de Dios.
Queda todo listo, pues, para lo que podría ser el momento cumbre, máximo, del drama de la revelación, pero que sin embargo es descrito y narrado en una doble clave como toda esta profecía y todas las demás en general en las Escrituras, con un énfasis en el final de los tiempos como también se ha visto en toda la revelación, pero dejando lugar a una visión contemporánea al imperio romano que permita a su vez la narración y enseñanza del capítulo veinte.
Se trata del pasaje que fundamentalmente nos refiere la venida del Señor pero que no lo evidencia con absoluta claridad precisamente para que sean posibles las dos lecturas, se nos habla de un modo en que podemos ver al Señor viniendo con sus poderosos ángeles, dispuesto a aniquilar al Anticristo y a todos sus secuaces, acompañado de estos ángeles que también vienen en esa postura (ejércitos celestiales). El Señor vendría a librar una guerra justa contra los enviados de Satanás que controlan al mundo y así poner fin al dominio del pecado y todas sus consecuencias conforme a las fieles promesas de liberación, redención, bendición y de victoria sobre sus enemigos hechas a su pueblo de todas las épocas (Fiel y Verdadero), quedando esto concretado en primera instancia con la derrota total y aplastante infligida al Anticristo y a todos sus seguidores que se disponían a enfrentarle, muriendo una inmensa e innumerable multitud (pisa el lagar del vino de la ira y furor del Dios Todopoderoso). Del Anticristo y el falso profeta se nos dice que fueron apresados y lanzados en cuerpo y alma en el infierno, los demás murieron por el poder de la palabra y la presencia de Cristo quedando sus cuerpos tendidos en el campo de batalla (aves convidadas para la gran cena de Dios).
Por otra parte el texto quiere también mostrarnos a Cristo victorioso sobre el imperio romano, el cielo abierto nos permite verlo con todos los atributos suyos que muestran lo invencible de su naturaleza, por lo que está llamado a la victoria en cualquier guerra que emprenda. En primer lugar la justicia y la razón están de su parte (con justicia juzga y pelea), es absoluta y perfectamente puro y santo (ojos como llama de fuego) y es Rey supremo, Rey de reyes y Señor de señores (en su cabeza muchas coronas), además es la Palabra actuante de Dios, Dios mismo por tanto (Verbo de Dios), una verdad que solo Él aparte del Padre y el Espíritu, lógicamente, puede comprender plena y cabalmente (nombre que tenía escrito y que nadie podía conocer sino él mismo). Los ángeles de poder que participan con Cristo en los juicios a los hombres que viven en el pecado siguen siempre a Cristo, y así lo hacen igualmente en este empeño (ejércitos celestiales). Con la autoridad y poder de su Palabra hace juicio a las naciones (hiere), y así lo hará, se verá especialmente con todas las que surgirán después que Él venza al Imperio romano, a los cuales regirá fuerte y severamente (con vara de hierro), pues para eso es Rey de reyes y Señor de señores, antes traerá el juicio decisivo contra el imperio romano, devastándolo con numerosas invasiones y guerras que lo debilitarán hasta acabarlo y en donde morirán multitud de hombres (pisará el lagar de la ira de Dios).
CAPÍTULO 20
En este capítulo y en los que restan, el texto tiene la intención de asociar las profecías con la esperanza de Israel, por el lenguaje que se utiliza, los textos que se citan de las antiguas Escrituras y la forma en que se expresan, de manera que quien se apegue a la esperanza terrenal de Israel, terrenalmente verá el futuro para el pueblo de Dios, pero quién esté bien insertado en el espíritu de la Iglesia, nuevo Israel, comprenderá que es para que lo veamos así de esta última manera: es en la iglesia de Cristo, el nuevo y verdadero Israel, en quien se cumplen estas promesas fundamentalmente junto a los verdaderos israelitas de la época antigua, formando también parte de la iglesia los israelitas que se convirtieron a Cristo en todas las épocas y lo siguieron en medio de ella; además habrá una socorrida y desesperada conversión de Israel a Cristo en los últimos momentos que le dará la salvación a todo el pueblo que creyó, después de haber pasado por las tribulaciones del Anticristo y los juicios de Dios (Romanos 11:25-32), lo que se insinúa en esta revelación en el capítulo once versículo trece con la frase "los demás llenos de temor reconocieron al Dios del cielo" (Versión Latinoamericana).
Por otra parte, de igual manera que en el capítulo anterior los hechos son narrados con incidencia en dos tiempos o épocas, recurso que también es constante en el resto de la revelación.
En primer lugar y en consecuencia con la derrota al imperio romano que se dejó ver en el capítulo anterior, se nos presenta un lapso de tiempo largo para el hombre (mil años) en el que Satanás una vez vencido este imperio, no tendrá esa presencia, influencia, y por ende poder tan grande en el mundo (atado) como cuando existía el mismo, hasta que de nuevo resurja este en la versión moderna con el Anticristo por poco tiempo (desatado), en donde volverá a sentirse fuertemente toda su malignidad, quiere decir que desde la caída del imperio romano hasta el surgimiento del otro a semejanza de él, estará disminuida la influencia de Satanás en el mundo en comparación con la que tenía en el imperio romano y tendrá en el del Anticristo, esto se explica más que todo por la acción de Cristo en el mundo a través de su iglesia y de muchos hombres en general de buena voluntad influenciados por Él consciente o inconscientemente, a pesar de la debilidad que hay en el hombre por su naturaleza inclinada al mal por el pecado (Romanos 7:7-25).
Sin embargo todos los cristianos que murieron por no vivir conforme al pecado reinante en el imperio romano, ni adorar su gloria, ni a sus emperadores (no adoraron la bestia ni a su imagen ni recibieron su marca), fueron al cielo a reinar junto con el Señor (tronos) como se muestra con los veinticuatro ancianos, algo insólito que solo puede pasar después de Cristo (Filipenses 1:21-23), dado que Él nos lo ganó con su muerte y resurrección venciendo así la muerte y proporcionándoselo a sus fieles (primera resurrección), a los que en su condición de reyes dio también la posibilidad de valorar con todo alcance y decidir con sus intercesiones sobre el mundo y la iglesia (juzgar), ellos de ninguna manera podrán ir a condenación pues ni siquiera serán juzgados en el juicio final, ya que son bienaventurados y santos y estarán intercediendo por el mundo y la iglesia siempre hasta el fin de este mundo de pecado (la segunda muerte no tendrá potestad sobre ellos sino que serán sacerdotes y reinarán).
Llegada la hora del Anticristo y su imperio, Satanás actuará con todo poder y así se dejará sentir en el mundo(suelto de su prisión), hasta que con sus maquinaciones, engaños, y obras de todo tipo, traiga como resultado la guerra en que participarán ejércitos de todas las naciones de la tierra, de los cuatro puntos cardinales (Gog y Magog), y así vendrán hacia Jerusalén en busca del Anticristo que se dispondrá también a enfrentarlos, escenificándose la batalla primero que todo en el norte(Armagedón), extendiéndose seguidamente a todos los puntos cardinales del país alrededor de Jerusalén, donde se estarán refugiando con la continuación de estos hechos y habiéndose convertido a Cristo después del terremoto, los israelitas sobrevivientes (campamento de los santos y ciudad amada) de modo que Dios para guardar sus vidas habiendo sido invadida y asaltada ya la ciudad (Zacarías 14:1-3) y poner punto final a la soberbia del Anticristo que estará dominando en todo sentido a su favor esta guerra, intervendrá con la venida de Cristo que luego que se lleve a los suyos y venza a sus enemigos con su sola presencia y palabra, hará consumir la tierra con fuego (fuego del cielo que los consumió).
Esta conversión repentina del pueblo de Israel a Cristo es debido al gran poder, fidelidad y amor de Dios, manifestado a través de varios sucesos entre los que se destaca fundamentalmente el testimonio de esos dos poderosos y grandes profetas que terminaron su ministerio en la ciudad de Jerusalén y que con sus vidas lo sellaron, quedando su palabra confirmada con poderosas señales hechas por ellos y con la veracidad probada de sus profecías en el cumplimiento de todo lo dicho, ante lo cual como poderosísima evidencia, junto a los terribles sucesos del Anticristo y los juicios de Dios manifestados por su causa, tendrá que ser plenamente aceptado y reconocido Cristo por el pueblo de Israel.
Satanás será, pasados todos esos sucesos, finalmente echado al infierno, después de que ya habían sido arrojados el Anticristo y el falso profeta.
Es también de destacar que el texto hace referencia por otra parte a la resurrección con cuerpo espiritual de la iglesia para reinar junto a Cristo eternamente (mil años), estando todos los que padecieron martirio, especialmente los que fueron asesinados por causa de la persecución del Anticristo (no adoraron la bestia ni a su imagen y no recibieron su marca), recibiendo de Cristo la autoridad tan grande de juzgar junto a Él a todos los hombres, incluso a los ángeles (1ª Corintios 6:2-3).
Llega entonces el momento del juicio final en el que comparecen ante Cristo Rey y Juez Santo (Trono blanco), a quien el Padre puso como juez de vivos y muertos (Hechos 10:42), y que con su presencia hizo pasar el cielo y la tierra, todos los hombres y mujeres que no resucitaron como Iglesia momentos antes por no ser verdaderos miembros de ella, entre ellos estaban los que por su temor reverente a Dios en mayor o menor medida (muertos grandes y pequeños), tuvieron una conducta aprobada con esa fe mayor o menor que no les fue la suficiente para pertenecer verdaderamente a la iglesia de Cristo, pero que les sirvió para hacer mayores o menores obras al servicio del prójimo y de los propios fieles de la iglesia según el grado de su respeto y reverencia, a los cuáles les fueron tenidas en cuenta estas obras y fueron salvos (juzgados según sus obras y hallados en el libro de la vida), pero todos los demás que murieron y estaban en el infierno presente (Hades) bajo el dominio por tanto del reino de la muerte (muerte), todos los que murieron por juicio de Dios simbolizado por el mar, que ahogó a la generación de Noé con el diluvio y ahogó al ejército de Faraón que perseguía a Israel en su salida de Egipto, y que desaparecerá pues es símbolo del mal. Todos estos que fueron también a parar al Hades por sus deplorables obras, pasarán a la condenación eterna (segunda muerte) en el infierno que es para siempre (lago de fuego y azufre) (Mateo 25:31-46).
CAPÍTULO 21
Ya en pleno tono triunfante después de haber sido vencida toda fuerza y agente del mal Juan ve el futuro glorioso de la iglesia y de los hijos de Dios en general.
Juan ve el nuevo y bendito universo creado por Dios donde los hombres no estarán separados por ese abismo de agua llamado mar pues éste no existirá más, ni tampoco tendrán que temer sus amenazas de anegar la tierra y ahogar a los hombres, ni ahogarse ellos con sus turbulencias en su paso por él, sino que será perfecto y Dios vendrá a morar en él en su santísima y gloriosa ciudad, con los hombres.
La ciudad descenderá del mismo cielo de Dios en la perfecta hermosura de su gloria (ataviada como una esposa para su marido) y Dios mismo en la plenitud de su gloria inconmensurable estará en ella con su pueblo consolándole de todos sus sufrimientos pasados con una vida eterna (no habrá muerte) y superabundante (saciándoles de la fuente de agua de vida gratuitamente), porque Él ha hecho comenzar una nueva historia (Yo hago nuevas todas las cosas) que de tan maravillosa, no debe dejar lugar a dudas, pues está prometida por las palabras fieles y verdaderas de Dios, no obstante los que duden de esa fidelidad y veracidad de Dios no podrán heredar estas promesas, que solo serán alcanzadas por aquellos que con fe y todo lo que de ella se desprende, cuando es sincera y auténtica, perseveren hasta el fin venciendo todos los innumerables obstáculos que a menudo se interponen en la vida y carrera del cristiano (el que venciere heredará todas las cosas), quedando fuera, excluidos, los que por cobardía o cualquier otra causa no perseveraron o no creyeron en la palabra de Dios, además los corrompidos, los asesinos, pervertidos, practicantes de hechicería, idolatría, y todos los que de una u otra manera permanecen en lo desagradable a Dios (mentirosos), yendo a parar todos a la condenación eterna en el infierno de la eternidad.
Se acerca pues otro ángel a Juan, llegando hasta ese punto el anterior, este, un querubín, ángel de mucho poder y gloria, será el encargado de mostrarle a Juan las últimas visiones de esta grandiosa revelación. Primeramente le mostrará la gran gloria de la ciudad celestial de Dios, la nueva Jerusalén, que será puesta por el Padre a disposición de Cristo (esposa del Cordero) para que reine en ella junto a Él, que será Rey sobre todos por la eternidad (1ª Corintios 15:28), allí el Padre y el Hijo reinarán por siempre sobre el pueblo redimido, que estarán adorándoles por los siglos de los siglos, teniendo gran gloria y reinando también junto a ellos en todo el nuevo y glorioso universo celestial.
Y nuevamente Juan en la postura adecuada y perfecta para comprender las visiones mostradas por el ángel, lleno del Espíritu, fue en la visión a una gran elevación para ver descender en toda su gloria a la maravillosa ciudad de Dios desde su cielo. La ciudad resplandecía transparente y cristalinamente con el resplandor de Dios (como diamante), la misma prometida desde antaño por Dios a su pueblo (Hebreos 11:10-16), confirmándoles la promesa en los tiempos del Nuevo Pacto (Gálatas 4:26-27),tiene por todas partes y en todas sus medidas señales de este, mostrando así de ese modo una vez más que fue hecha para él, para que solo él pueda entrar en ella y habitarla junto a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, junto con todos sus ángeles (Hebreos 12:22-24).
La ciudad tiene un muro inmenso que la rodea a semejanza de la Jerusalén terrenal y mucho más aún a semejanza de los templos que existieron en la ciudad, lo mismo que al profetizado por Ezequiel en su visión, cuyo cumplimiento es este, mostrándonos así los Escrituras que esta ciudad es como un gran templo por la inimaginable santidad que en él hay, teniendo por eso el muro la función no de proteger de enemigos que ya no existen sino de delimitar y enmarcar toda un área y lugar de incomparable santidad respecto a todo el resto del santo universo. Es pues un muro de enormes dimensiones, casi sesenta y cinco metros de altura, incomparablemente superior a cualquiera que existió o existe en la Tierra, de templo o de ciudad, análogo a una ciudad de medida sin paralelos con ninguna que haya existido o exista en la Tierra, mayor en metros cuadrados de superficie que muchos países de la actualidad, sin tener en cuenta su altura, es decir su volumen, pues la ciudad tiene medidas volumétricas. El muro tiene doce puertas, tres para cada punto cardinal, a través de las cuales los santos moradores de la ciudad entran y salen a todos los puntos de la nueva creación de Dios, para admirar todas sus maravillas y ejercer su dominio, potestad, y señorío de reyes sobre ella, dado que Dios todo lo puso bajo la autoridad de ellos (reyes de la tierra), siendo así que no obstante traerán a Él todo lo más precioso, maravilloso, y glorioso que tengan del nuevo universo, como muestra y señal de su total sometimiento y rendición a su supremo gobierno y al de Cristo (traerán su gloria y honor a ella), pues su principal y más grande gloria es vivir la eternidad en la presencia inefable e infinitamente santa, gloriosa y amorosa de Dios. Los ángeles en las puertas de la ciudad hacen función parecida a la de los querubines, guardando la excelentísima santidad de la ciudad, mientras que los nombres de las doce tribus inscritos en las puertas de perlas muestran que solo verdaderos israelitas hijos de Abraham por la fe, a través de toda la historia, moran en la santa ciudad, enseñándosenos así que para entrar se necesita santidad (puertas de perlas blancas). Lo mismo nos muestra los doce nombres de los doce apóstoles inscritos en los doce cimientos del muro que claramente indica que solo los cristianos verdaderamente fundamentados en el testimonio de la vida y las palabras de los apóstoles, impregnados para eso del espíritu de la iglesia, el cual transmite vivamente ese ejemplo, vivirán en la ciudad, junto aquellos y aquellas que en el antiguo Israel tan llenos de fe en la esperada venida del Mesías vivieron como si fueran discípulos suyos.
Después de esto, el ángel que muestra la revelación, se presta a darnos las medidas exactas del muro y de la ciudad, y así mostrarnos la maravilla de su grandeza, dado que fue hecha por Dios para morar por siempre con su pueblo. El ángel usa el método de medición característico de aquel tiempo en que viven los que reciben directamente el mensaje, al mismo tiempo que se concatena con otros pasajes de la Escritura en que también se usa (Ezequiel 40:3, Apocalipsis 11:1). Ese método tiene como base en buena parte las mismas dimensiones de las extremidades del cuerpo humano y que se aprovecha para decir que son las mismas de un ángel, tal y como en otros pasajes se nos dice que ellos son, como un hombre, con sus dimensiones y figura pero de naturaleza espiritual y gloria tremenda (Daniel 10:5-6). La enorme superficie de la ciudad en cuestión es de 4.665 600 Km2, imposible de alcanzar por cualquier otra ciudad de la antigüedad y del presente, incluso por la gran mayoría de los países de hoy en día, pero eso aún no es todo, pues si tenemos en cuenta la altura de la ciudad, ya que tiene dimensiones cúbicas dado todas las maravillosas posibilidades que tendrán los redimidos con sus cuerpos espirituales, con el cual se podrán trasladar verticalmente lo mismo que horizontal con la velocidad con que solo se puede hacer en el ámbito espiritual, se constatará que esta ciudad es un mundo como lo puede ser un cuerpo celeste, cumpliéndose así la promesa del Señor a sus discípulos de que "en la casa de su Padre muchas moradas hay" (Juan 14:2). Las medidas de la ciudad y el muro señalan además, como ya se dijo, al pueblo de Dios, los doce mil estadios muestran también la gran muchedumbre de pueblo escogido por Dios para morar con Él en esa ciudad, los ciento cuarenta y cuatro codos del muro (doce por doce) muestran igualmente que el mismo enmarca la gran santidad de este mismo pueblo.
El material del muro es de diamante y la ciudad es de oro purísimo y finísimo que hace la semejanza a un cristal muy limpio y transparente, así mismo los cimientos del muro adornados con toda piedra preciosa no solo dan preciosura plena a los mismos sino un aspecto de colorido total.
La calle principal de la ciudad es, al igual que la ciudad, del oro más puro y fino que la hace transparente como el cristal más limpio. La ciudad obviamente no necesita de templo teniendo la presencia viva, esplendorosa, y en toda su plenitud, del Dios vivo y de su Hijo Jesucristo, con la gloria de los cuales se ilumina permanentemente y sin ocaso, es decir sin noche, la ciudad y todo el nuevo universo creado, no haciendo por ende falta alguna sol ni luna, pues no habrá tinieblas nunca jamás, estando siempre las puertas de la ciudad abiertas como símbolo de que el día y la luz permanecen por la eternidad, y por ellas se estará siempre pasando por tanto, en el servicio, honra y honor a Dios.
CAPÍTULO 22
Continuando con la descripción de las maravillas de esta santa y gloriosa ciudad, vemos comenzando este capítulo, un río de transparencia y limpieza únicas con toda la bendición de la gracia de Dios, saliendo del trono suyo y de Cristo, para así posibilitar la existencia del árbol de la vida, árbol al que el hombre perdió el acceso en los comienzos de su creación pero que aquí vuelve a ganar como otras muchas cosas que perdió en aquel principio, siendo por eso esta vida de gloria un nuevo y mucho mejor comienzo en un nuevo universo y mundo de personas (Yo hago nuevas todas las cosas). El río una vez que en su curso llega al centro mismo de la ciudad, partiendo en medio la calle principal, tiene en sus dos orillas todos los ejemplares de ese bendito árbol de la vida, dando frutos para el pueblo de Dios (doce frutos), por períodos, según es mejor para su agrado porque está en función de él (doce meses). Las hojas son para mantener la santidad absoluta en el pueblo de Dios (para sanidad de las naciones), que debe ser preservada siempre, siendo que una vez este estado de santidad y gloria fue perdido por Lucifer y sus seguidores, lo cual no pasará nunca más, pues no se hará allí nada malo ni indebido que provoque maldición o juicio de Dios sino que por siempre vivirán haciendo su voluntad y dándole la debida honra, gloria y alabanza (sus siervos le servirán), pues ellos serán suyos para siempre (su nombre estará en sus frentes) y podrán verlo, como el Señor se los prometió (Mateo 5:8).
Terminada así la visión de la ciudad y todas las del libro, este último ángel en mostrar visiones a Juan, le confirma una vez más que todas estas palabras proféticas son muy ciertas, pues son fieles y verdaderas de Dios, quien inspira a sus profetas, y que ahora lo ha enviado a él a comunicarle a sus siervos, a la iglesia, esta profecía que en breve tiempo según la mirada de Dios se cumplirá. Por eso el Señor Jesús nos manda a mantener presentes en nuestras mentes y sentimientos (guardar) todo el mensaje profético de esta revelación, pues su venida no demora sino que es pronta tratándose del desenlace de toda esta historia.
Juan estupefacto de emoción, admiración, y asombro, nuevamente, ante estas maravillas mostradas por el ángel, se movió a adorarle, a lo que este ángel lo mismo que el anterior le impidió contestándole que sólo a Dios adore, autor de esta profecía que él ha trasmitido, como siervo suyo que es, al igual que él y todos los demás hombres y mujeres que le han servido y le servirán en todas las épocas.
Y le continuó diciendo "no pongas bajo secreto esta revelación", pues según la paciencia de Dios, virtud esencialísima en que deben ser entrenados y probados los cristianos, todo se cumplirá en breve (2ª Pedro 3:8-9), pero como quiera que por esta paciencia queda aún tiempo, este se dará para que se clarifiquen bien las cosas, los pecadores y enemigos de lo santo, justo y bueno se definan bien, se muestren en toda su naturaleza los que optan por las tinieblas, mientras que puedan purificarse, santificarse y desarrollarse plenamente en el camino del bien los que por la luz optaron (El injusto sea injusto todavía y el santo santifíquese todavía) y como para esto último sobre todo nunca es mucho el tiempo, pues es tanto lo que el justo tiene que perfeccionarse, el Señor les repite nuevamente a los cristianos, vengo pronto, para dar a cada cuál lo que se merece según lo que haya hecho, y a todos los demás, Yo soy el comienzo y el final de la presente historia, santifíquense convirtiéndose a Mí, siendo purificados por mi sangre, para que tengan derecho a morar en la ciudad y comer del árbol de la vida, mientras que los incrédulos por bajeza y cobardía (perros) y todos los que perseveren en la hechicería, fornicación, homicidios y todo tipo de pecado, quedarán excluidos, yendo a la condenación eterna. Yo Jesús, dice el Señor, he querido testificar todo esto a las iglesias por medio de mi ángel, soy el prometido rey descendiente de David (raíz de David) que resplandece con toda gloria (estrella resplandeciente de la mañana).
La Iglesia con el Espíritu que está en ella dicen anhelando su venida: Ven Señor Jesús, y todo el que oiga o lea este mensaje sin ser cristiano, diga lo mismo, habiendo mostrado interés al leer o escuchar este mensaje completo, y si quiere siga adelante convirtiéndose a Cristo para que pueda tener la vida plena y superabundante que Él le ofrece por gracia (el que tiene sed tome del agua de la vida gratuitamente), la salvación, la vida eterna.
Y una vez definitivamente finalizada la revelación con estas exhortaciones, Juan deja plasmada la sentencia siguiente fundamentalmente para cristianos o que quieran serlo (los que escuchan en las iglesias este mensaje), si alguno se atreviere a añadir a este mensaje, llevándoselo a otros o comentándolo, recibirá las plagas en él descritas, y si le quitare perderá la salvación y todas las bendiciones por Dios prometidas, esta sentencia al estar por voluntad de Dios cerrando todo el mensaje de las Sagradas Escrituras queda discretamente válida para ella toda, al igual que Dios hizo con la ley entregada al pueblo de Israel una vez que la dio fundamentalmente (Deuteronomio 4:2; 12:32), como también las Escrituras representan el documento básico y fundamental de los cristianos, quedando su credo completo con la tradición y los dogmas aprobados por la iglesia en su autoridad plena dada por Cristo en materia de salvación [llaves del reino (Mateo 16:18-19)].
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