martes, 27 de octubre de 2009

“Pánfilo y la identidad Espiritual vs. El diablo.”

“Pánfilo y la identidad Espiritual vs. El diablo.”

En su celebre Sermón del Monte, Jesús dijo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Es probable que usted no esté de acuerdo con esa Afirmación. Personas del todo el mundo reconocen que en la vida se necesita darle un lugar a lo espiritual y que, al hacerlo, se logra ser más feliz. Ahora bien, ¿Qué es la espiritualidad?
Un diccionario la define como la “inclinación o sensibilidad” de una persona hacia los sentimientos, los pensamientos y las cuestiones religiosas y “propiedad de lo que es espiritual o manifiesta las características del espíritu”. Por tanto, expresiones como tener espiritualidad”, “ser una persona espiritual” o “Tener inclinación espiritual aluden al mismo concepto. Podemos comprenderlo mejor con la siguiente Comparación: cuando alguien esta muy interesado en la música, se dice que tiene inclinación musical. Del mismo modo, si alguien que aprecia profundamente los valores espirituales o religiosos se dice que tiene Inclinación espiritual.
Así pues, ¿Cómo se alcanza la verdadera espiritualidad? Aunque todas las religiones aseguran saberlo, no coinciden en sus respuestas; de hecho, existen tantas respuestas como religiones. Por ejemplo: el protestante afirma ser salvo en sus reuniones de avivamiento; el católico busca la comunión con Dios en la misa; el budista persigue la iluminación a través de la meditación; y el hindú lucha por liberarse del ciclo de reencarnaciones mediante la renunciación. Ahora bien, ¿están todos ellos, o siquiera alguno, siguiendo el camino que lleva a la verdadera espiritualidad?
Muchas personas opinan que no. A su juicio, la espiritualidad consiste en “creer sin pertenecer”, es decir, creer en un Dios sin pertenecer a ninguna religión. También hay quienes piensan que la espiritualidad no tiene nada que ver con la experiencia religiosa, sino con el deseo de obtener paz interior y dar sentido a la vida. Aseguran que para ser espirituales no hace falta buscar y ninguna religión, sino concentrarse en su propio interior, en los sentimientos más íntimos. Cierto escritor señalo: “La verdadera espiritualidad se encuentra en lo más profundo de nosotros. Es nuestra forma de amar, aceptar y tratar a quienes nos rodean. Eso no puede hallarse en una iglesia ni en un determinado tipo de creencia”.
Como puede verse, hay una gran variedad de opiniones sobre la espiritualidad. De hecho, existen miles de libro que dicen mostrar el camino a una vida espiritual, pero no es raro que sus lectores se queden insatisfechos y confusos. Sin embargo hay un libro que sí contiene orientaciones confiables respecto a los asuntos espirituales y ofrece pruebas de que ha sido inspirado por Dios. Ese libro es la Biblia (2 Timoteo 3:16). Analicemos, pues, lo que esta dice sobre el significado y el valor de la espiritualidad.

“El fruto del espíritu y La espiritualidad”.
El evangelio de Lucas índica que Jesús recibió el espíritu santo de Dios cuando fue Bautizado y que era un hombre “lleno de espíritu santo” (Lucas 3:21, 22; 4:1). Jesús, a su vez, inculco a sus seguidores la importancia de dejarse guiar por el espíritu santo, o “fuerza activa”, de Dios (Génesis 1:2; Lucas 11:9-13). ¿Por qué es eso tan importante? Porque el espíritu de Dios tiene el poder de trasformar la mente de las personas para que se vaya asemejando a la de cristo (Romanos 12:1,2). El espíritu santo produce cualidades como “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. Estas virtudes, que la Biblia llama “el fruto del espíritu”, permite identificar a los hombres y mujeres que son verdaderamente espirituales (Gálatas 5:22,23). Dicho de otra manera, la persona de inclinación espiritual es la que se deja guiar por el espíritu de Dios.
Jesús manifestó el fruto del espíritu a lo largo de todo su ministerio. Por ejemplo, al tratar con los miembros de las clases más baja de la sociedad, demostró, cualidades como el amor y la bondad, (Mateo 9:36). Esto lo notamos en un suceso que registro el apóstol Juan: Al ir pasando, (Jesús) vio a un hombre ciego de nacimiento”. Sus discípulos también se fijaron en él, pero lo vieron como un pecador. Así que preguntaron: “¿Quién pecó: este hombre o sus padres (?)”. Por otra parte, para sus vecinos, aquel hombre no era mas que un mendigo, pues dijeron: “Este es el hombre que estaba sentado y mendingaba, ¿no es así?”. Sin embargo, lo que Jesús vio en este ciego fue a una persona que necesitaba ayuda. Por eso, hablo con el y lo curo (Juan 9:1-8).
¿Qué nos enseña este relato sobre la manera de pensar de Cristo? En primer lugar, que él no pasaba por alto a los más humilde, sino que los trataba con ternura y compasión. En segundo lugar, que tomaba la iniciativa para ayudar al prójimo. ¿Qué hay de nosotros? ¿Seguimos el modelo que puso Jesús? ¿Vemos a las personas como él las veía? ¿Las ayudamos a mejorar su vida actual y les brindamos la esperanza de un futuro maravilloso? ¿O más bien tendemos a favorecer a los que son prominentes, pasando por alto a los demás? Si usted siente por la gente lo mismo que Jesús sintió, entonces puede afirmarse que esta siguiendo su ejemplo (Salmo 72:12-14).

¿Es el diablo una persona Real?
¿Cómo se imagina al Diablo? ¿Cómo una persona real que tienta a los seres humanos a hacer lo malo, o sencillamente como la cualidad del mal? ¿Es alguien a quien hay que temer, o se trata de una simple idea supersticiosa o de una figura mitológica? ¿Designa la palabra Diablo a una fuerza destructiva Abstracta? ¿O simboliza tan solo el mal que habita en el hombre, como afirma muchos teólogos modernos?

No es de extrañar que la humanidad tenga ideas muy dispares respecto al Diablo. Imagínese lo difícil que resultaría la verdadera identidad de un maestro del disfraz, especialmente si se empeña en permanecer todo el tiempo oculto Detrás de una mascara. La Biblia indica que el Diablo es ese tipo de persona. Refiriéndose a el como Satanás: “Satanás mismo sigue transformándose en ángel de luz” (2Corintios 11:14). Aunque es malvado, el Diablo aparenta ser bueno a fin de engañar a las personas. Y si logra convencer a la gente de que no existe, se le hace más fácil conseguir su propósito.
Por lo tanto, ¿quien es realmente el diablo? ¿Cuando y como llegó ha existir? ¿Cómo influye en la humanidad hoy día? ¿Hay algo que podamos hacer para resistir a su influencia? La Biblia contiene la historia exacta del Diablo desde su mismísimo principio y da respuestas veraces a estas preguntas.
La Biblia muestra muy claramente que el Diablo es un espíritu real, un ángel que se volvió corrupto y peligroso. El primer paso esencial que hay que dar para estar vigilante es reconocer que él existe. Ahora bien mantener el juicio y ser vigilantes implica algo más: También es importante conocer los “designios” de Satanás y los métodos de engañar (2corintios 2:11). ¿Cuales son sus tretas? ¿Y como puede estar usted firme contra ellas?
“El Diablo explota una necesidad inherente al hombre, el ha observado a los seres humanos desde que fueron creados. Conoce su constitución y sabe cuales son sus necesidades, intereses y deseos. También esta conciente de que el hombre fue creado con una necesidad “espiritual”, y se ha aprovechado astutamente de ella. ¿Como? alimentando la humanidad con falsedades religiosas (Juan 8:44). Muchas doctrinas acerca de dios son contradictorias y confusas. ¿A quien cree usted que le conviene esta Situación? No es posible que todas las enseñanzas contradictorias sean verdad. ¿No pudiera ser, entonces, que muchas enseñanzas religiosas hubieran sido concebidas y utilizadas expresamente por Satanás para engañar a la gente? La Biblia califica al diablo como “el dios de este sistema de cosas”, que ha segado la mente de las personas (2Corintio 4:4).

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