martes, 2 de febrero de 2010

Panfilo y la Censura Napolionica

Pánfilo y la censura napoleónica.

Hay que aprender “a medir cada palabra, a escribir entre linias, a llamar las cosas de otra manera, o a insinuar”.
No hay nada mas frustrante que tener una buena historia y no poder contarla al cien por ciento; hay que hacer un equilibrio de fuerzas muy complicado”, y se añade que la consecuencia es que, por ejemplo, el exilio de Miami llame “cobardes” a los periodistas que trabajan dentro de Cuba.
La isla es un sitio “muy especial” para ejercer la profesión por el hecho de que “siempre se camina por una linia muy fina entre lo que se puede y lo que no se puede contar”, procurando siempre evitar errores que puedan suponer una “expulsión del país”.
Para esta ex corresponsal, se trata del “alto precio” que hay que pagar por estar en cuba, donde los textos de los corresponsales son sometidos a un control a posteriori por parte del Centro de Prensa Internacional (CPI), y a la “autocensura”, que –reconoce—es “el control mas eficaz” porque siempre tienes al censor en tu cabeza.

La española Isabel García-Zarza, que entre 1999 y 2004 fue corresponsal de la agencia Reuter en La habana, recuerda algunas experiencias y anécdotas en La casa de cristal, un libro en el que reproduce parte del diario en el que fue anotando las altas y bajas de su lustro cubano.
Es en todo este ambiente del que aflora el titulo del libro, a partir de la advertencia que le hizo una colega periodista, después de llegar a La habana: “Aquí vivimos en una casa de cristal, -ya te iras dando cuenta”

En efecto, no dejan de ser un medio de propaganda los inhibidores de la comunicación. La “censura” esta íntimamente ligada a la actividad “propagandística” de los Estados y de las Iglesias. Muchas veces los grandes “propagandistas” han sido también, en realidad, grades “censores” a lo largo de la historia. Impedir la difusión de las Ideas contrarias (competitivas), seleccionar la información, es un mecanismo de manipulación propagandístico.
La propaganda es un arma de guerra, muchas veces más eficaz que otras armas. La propaganda de guerra existe desde que la guerra existe. Siempre se ha tratado de “intimidar” al enemigo, exagerando la propia fuerza, sembrar discordia, difundir información falsa, mantener la moral de las propias tropas, etc. Quizás en tiempo de guerra o de conflicto agudo es cuando la propaganda alcanza sus cumbres más “brillantes”.
Este hecho se refleja muy bien en estas palabras pronunciadas por un militar de las SS durante el juicio de Nuuremberg: “Si durante años, durante décadas, uno predica que la rasa eslava es inferior, que los judíos no son en absoluto seres humanos, entonces el inevitable resultado final tiene que ser una explosión semejante” (en D. Goldhagen, 1998: 461).

La “censura” es consustancial a la guerra, como lo es el secreto. Napoleón fue ya un maestro en estas lides: ciertos asuntos estaban “prohibido” incluso para hablar mal de ellos. Por ejemplo, no se podía ni siquiera mencionar a la dinastía de los Borbones. También se prohibió la mención a cualquier asunto religioso cuando Napoleón entró en conflicto con Pío VII y ocupó Roma apresando al Papa; así como los suicidios, y ciertos crimines, etc.
La censura puede interferir distintos momentos del “proceso” de información. En primer lugar, puede estar en la misma fuente, en segundo lugar, controlando los canales a través de los cuales el informador sirve la noticia, y por último, en el medio de comunicación mismo. Este último caso, llevó a los periódicos franceses en la primera Guerra Mundial a publicar espacios en blanco, es probablemente el menos habitual en los últimos tiempos.
Desinformación y propaganda se solapan como fenómeno dentro del fenómeno de la “guerra psicológica”, pues en esta ultima, como afirma Maurice Mégret, “convergen” numerosas acciones diversas que no tienen en común más que, la “confusión” del adversario y el “debilitamiento” de su resistencia.

En Venezuela se ha construido una matriz de acoso estructural a los medios, que nace del discurso del presidente Chávez y, de allí hacia abajo, cada institución realiza su acoso específico: el acoso legal, los jueces; el acoso técnico, los inspectores; el acoso impositivo, los cobradores; el acoso callejero, los militantes. El IPYS informo que “durante el 2006, IPYS emitió ocho alertas acerca de Globo visión. Entre los agresores figuran militares, el Poder Judicial y el Ministerio Público. Ello confirma la existencia que hay una política de “acoso” contra este medio opositor al gobierno”.
El diario “El Universal” de Caracas señalo que “la verdadera vigencia de la libertad de expresión es un concepto perfectamente cuantificable. En Venezuela se mide con 300 juicios, 100 de ellos en el ultimo año, contra periodistas o medios; 84 alertas –definidas según parámetros internacionales—de atentados contra la libertad de prensa ocurrido en los últimos 17 meses; 80 procedimientos abiertos contra un solo canal de televisión –Globo visión—y otras contra televisoras y emisoras de radio; periodistas con tres, cuatro y hasta diez juicios en proceso, seis asesinados y un canal cerrado-RCTV- por la no renovación de una concesión cincuentenaria.

En la medida en que el gobierno siga estrangulando el funcionamiento de los medios críticos o percibidos como críticos. Venezuela se irá acercando a la categoría de zona negra, en la que la legislación y el Estado bloquean el ejercicio independiente del periodismo.
--La no renovación de la concesión RCTV pareciera comenzar un nuevo ciclo, Luego de la relegitimación del gobierno.¿Es Así?
El presidente ha venido hablando de siete líneas estratégica y pone como prioritaria la línea de la Ética Socialista; nosotros pensamos que tenemos que ir hacia un nuevo plan estratégico, sobre todo cuando se produce dos grandes medidas a ese nivel; la no renovación de la concesión de RCTV y la compra de CMT por Tele sur.
--¿En que consistiría?
Para el nuevo panorama estratégico que se plantea, la lucha que cae en el campo ideológico tiene que ver con una batalla de ideas por el corazón y la mente de la gente. Hay que elaborar un nuevo plan, y el que nosotros proponemos es que sea hacia la hegemonía comunicacional e informativa del “Estado”. Construir hegemonía en el sentido gramsciano.
--¿A qué se refiere con eso?
--La sociedad capitalista es hegemónica en estos países. Nosotros tenemos que hacer que el pensamiento y los valores socialistas de lo colectivo, lo solidario, lo social predominen como valores sobre los del capitalismo.
Y hegemonía en el sentido gramsciano es eso, que un grupo cultural convenza a otro grupo de sus valores, principios e Ideas. Nosotros hacemos una propuesta de que sean una serie de medidas en varios ámbitos para construir la hegemonía comunicacional e informativa que permita la batalla Ideológica y cultural para impulsar el socialismo. Por eso para nosotros es tan importante la incorporación del Ministerio de la Cultura a Tele sur nacional,
--(entrevista a Andrés Izarra, ex gerente de noticias de el Observador, noticiero de RCTV hasta los sucesos de Abril del 2002. Renuncio y al poco tiempo se convirtió en Ministerio de Comunicación e Información del gobierno. Ahora es presidente de Tele sur. El nacional, 8/1/2007)
En realidad, sin caer en una cuestión exclusivamente terminológica, a este tipo de manipulación de la información se le aplican en las grandes lenguas occidentales distintos términos, como “intoxicación” o “injerencia” en Francia; o, en ingles, “decepción” que podríamos traducir por engaño, timo, etc. Podríamos definirla como la “difusión deliberada de noticias falsas con una finalidad política por parte de un gobierno con poder real de hecho”.

El termino “desinformación” procede de los orígenes del régimen soviético. Los rusos emigrados en Francia después de la revolución relataban que la policía política del nuevo régimen utilizaba el termino “desinformatzia” para referirse a toda una serie de acciones de propaganda y guerra psicológica organizada desde el exterior y el interior del país para obstaculizar la consolidación del nuevo régimen. La doctrina oficial soviética atribuía tradicionalmente la actividad de desinformación de manera exclusiva a sus enemigos. En una obra sobre este tema Roland Jacquard adopta la siguiente definición: “Conjunto de técnicas utilizadas para manipular la información conservando su verosimilitud con el fin de influir sobre la opinión y la reacciones de las gentes.

En el 2007, Chávez consiguió la hegemonía en la televisión abierta, sigue avanzando en la radio pero todavía, en la prensa escrita caraqueña que tiene repercusión nacional, su control es muy disputado. Si bien el diario mas vendido del País. “Ultimas Noticias”, se puede ubicar en un chavismo moderado, no parece ser un gran formador de opinión. “El Universal” y “El Nacional”, los principales diarios tradicionales del País, son antichavistas. Aunque publican a columnistas chavistas, la mayoría de sus lectores son antichavistas.

La desinformación es una de las técnicas propagandísticas que más eficacia pueden tener en un conflicto bélico. Curiosamente el termino “desinformación”, tan empleado por los tratadistas anglosajones, no figura en ninguno de los grandes diccionarios de esa lengua, ni siquiera en la “Enciclopedia británica”, mientras que, sin embargo, la real Academia si lo acoge por primera vez en la edición de 1992 de su diccionario, definiéndola como “acción y efecto de desinformar”. Mientras que desinformar se define como “dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines” o, en su segunda acepción, como “dar información insuficiente u omitirla”, por ejemplo.

Murieron 26 enfermos en Hospital Psiquiátrico de la Habana durante la última semana, reconoce el gobierno cubano en una nota leída en el noticiero de la televisión, el día 15 de Enero.
La inusual cifra en una institución mostrada como baluarte de la atención medica de Cuba durante los pasados 50 años, se anuncio de forma también inusual. Este tipo de noticia prácticamente no existe en los medios, menos aún si “El mejor sistema de salud publica del mundo” esta involucrado. --elNuevoHerald.com

La guerra es un fenómeno social en el que los dos bandos contendientes se jueguen su propia supervivencia. Es decir, aquel que consiga optimizar los medios de que dispone por encima del enemigo y vencerle no desaparece. Entre los medios que son esenciales para la guerra la acción psicológica es esencial. Muchas veces por encima de la economía del armamento y de la misma estrategia, la acción psicológica, la propaganda dirigida al propio bando, al adversario o a los neutrales, puede modificar un equilibrio de fuerzas a favor de quien desarrolle esta técnicas.

Ni en el mundo de hoy, ni a lo largo de la Historia se pueden separar los fenómenos de la comunicación y la guerra. Hablar de seguridad y defensa es también hablar de guerra, pues si esta no existiera al menos como posibilidad, los conceptos de seguridad y defensa no tendrían razón de ser. Así, si la propaganda entendida como comunicación persuasiva de masas –sin duda de ningún género--una de las más potentes armas de guerra, la comunicación en cuestiones de seguridad y defensa—es decir, de preparación para la guerra –no puede dejar de estar regida por las mismas reglas, principios y técnicas que la propaganda de guerra. Solo el contrapeso de una opinión publica critica en las sociedades democráticas puede hacer que esa propaganda no signifique abuso sino una legitima actividad de persuasión por parte de los responsables y los protagonistas de la política de seguridad y defensa en cada uno de los países y en las organizaciones internacionales… ver Pánfilo y los criterios cognitivos orientados al “lenguaje”.

Sin embargo, llegado el caso del conflicto, la propaganda, la desinformación y la guerra psicológica son instrumentos de los que no se puede prescindir, por que no son otra cosa que armas de guerra.
Un mando militar utiliza toda fuerza que tiene a su alcance para cubrir sus objetivos. Las armas psicológicas son como mínimo tan potentes como las que implican el uso de la fuerza. Del mismo modo que un ejercito se prepara permanente para el manejo de su armamento y lo mejora constantemente, una política de defensa coherente no puede olvidar la preparación en este terreno, mas sutil pero enormemente eficaz y que pueda ayudar a ahorrar mucha sangre. Aunque claro, a veces en vez de ahorrar dolor, sufrimiento y sangre puede convertirse en todo lo contrario e incitar al uso o al abuso de la violencia.

“Al ciudadano le corresponde la función de evitar que el gobierno caiga en el error”-Robert H. Jackson, Juez Adjunto de la corte Suprema de los EE.UU. American Communications Association vs. Douds, 1950.

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